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¿Por qué no una política migratoria europea a menor escala?

Dos 'think tanks' franceses proponen que países como España, Italia, Francia y Alemania coordinen sus políticas migratorias y dejen de aplicar el mecanismo de Dublín

Silvia Ayuso
Migrantes que duermen debajo de un puente en Ventimiglia, ciudad fronteriza entre Italia y Francia.
Migrantes que duermen debajo de un puente en Ventimiglia, ciudad fronteriza entre Italia y Francia. MIGUEL MEDINA (AFP)

¿Y si la vía para armonizar la política migratoria europea pasara por dejar de intentar convencer a los 27 dispares miembros de la UE y se concentrara en lograr primero acuerdos entre solo unos pocos como Alemania, Francia, España e Italia? lanzan dos influyentes think tanks franceses. Al fin y al cabo, así fue como comenzaron las grandes ideas de la Unión Europea: desde el espacio Schengen a la moneda común o, incluso, la misma concepción de un espacio europeo. 

“Cada vez que hay grandes avances en Europa, desde Schengen al euro o la cooperación espacial, estos no han tenido unanimidad al principio”, afirma Jean-Paul Tran Thiet, del Institut Montaigne. Este laboratorio de ideas, junto a Terra Nova, otro think tank dedicado a pensar propuestas para Europa, ha elaborado una carta de principios de cara a los encuentros europeos sobre migración de este mes en la que alerta de la grave falta de “eficacia y solidaridad” en las propuestas de políticas migratorias que se discutirán en Bruselas. De ahí que Tran Thiet, autor junto con el director general de Terra Nova, Thierry Pech, proponga asumir el desafío con una mirada fresca. Incluida la posibilidad de empezar en grupos más pequeños que puedan “demostrar que la acción es posible entre unos pocos”, subrayan. 

“Siempre hubo un momento u otro en el que unos cuantos países dijeron 'queremos hacer esto', y otros que después se unieron. Incluso el Mercado Único no es algo que al principio generara una adhesión formidable”, recuerda Tran Thiet, que fue asesor de un alto cargo en Bruselas durante varios años. Al fin y al cabo, acota Pech, la idea de una Europa a dos velocidades no es nueva.

“Quizás hay que pensar que si no somos capaces de coordinar políticas entre 27, hay que hacerlo con menos. Pero no solo a nivel de discursos, sino poniendo en práctica acuerdos, prácticas o acciones”, insisten. Y es que más allá de los “insultos y enfados” de los últimos días —como el duro intercambio entre París y Roma a causa del buque de rescate Aquarius (en el que EL PAÍS está embarcado)—, existe una “comunidad de intereses” entre estos países en la cuestión migratoria, bien sea por constituir los puntos de entrada de los flujos migratorios, como es el caso de Italia y España, o por ser, como Alemania y Francia, lugar de destino favorito de los migrantes.

Lo que proponen Tran Thiet y Pech es empezar a dejar de lado entre estos países el mecanismo de Dublín, que impone pedir asilo en el primer país europeo al que se llega y que no fue concebido, subraya Pech, para afrontar los “shocks asimétricos” migratorios de hoy en día. También plantean armonizar las prácticas de las autoridades nacionales de los países participantes y poner en marcha un “sistema de solidaridad financiera y presupuestaria” en el seno de ese grupo.

“Demostrar con el ejemplo y la práctica que somos capaces de recuperar la confianza y la solidaridad sería ya un progreso absolutamente formidable”, señala Tran Thiet. “Y si luego lo logramos a nivel de los 27, pues mejor. Pero si no, al menos salimos de una situación de bloqueo que solo lleva a políticas cada vez más severas y restrictivas”.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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