_
_
_
_

Veltroni: “La izquierda ha perdido la belleza de las emociones”

El fundador del PD analiza la crisis del partido socialdemocrata en Italia y asegura que no ve una salida clara al rompecabezas en el que se ha sumergido el país tras las elecciones

Daniel Verdú
El exalcalde de Roma y fundador del PD, Walter Veltroni.
El exalcalde de Roma y fundador del PD, Walter Veltroni. Antonello Nusca

El Partido Democrático (PD) surgió en 2007 tras años de divisiones, guerras y una treintena de nuevas fundaciones provocadas tras la desaparición en 1991 del Partido Comunista. Fue el primer partido de izquierdas en Italia que se creaba por fusión y no por escisión. Walter Veltroni, exalcalde de Roma, vicepresidente del Gobierno y secretario general del PD, se puso al frente de aquel artefacto con una vocación mayoritaria y de encrucijada entre la cultura católica democrática y la izquierda laica que tenía como referente a los demócratas estadounidenses. Funcionó un tiempo. Pero solo 10 años después, ha perdido a la mitad de sus votantes y camina completamente grogui sobre el filo de la irrelevancia política. De momento, conserva un exiguo botín que podría hacer valer para dar el Gobierno a sus eternos rivales y evitar una repetición electoral que podría ser letal. Su fundador recibió a EL PAÍS en su casa de Roma el jueves, un día antes de que comiencen a formarse las cámaras del país e Italia pueda intuir el alcance del embrollo.

Pregunta (P). Berlusconi cae definitivamente, arrasa el Movimiento 5 Estrellas (M5S), la izquierda se descompone… Esto suena a cambio de era en Italia.

Respuesta (R). Estamos en una fase histórica completamente nueva. Pero como a todos los contemporáneos de los grandes cambios, nos cuesta percibirla. Es un momento parecido a los años 30. Un movimiento estructural gigante de la sociedad que genera novedades en todos los planes. Pero es como si la política estuviera ciega, confusa, desaparecida… y no consiguiese percibir la dimensión de esta mutación. En todo el mundo occidental, de Trump a Putin, de Austria al norte de Europa… Está sucediendo algo inédito.

P. ¿Es el populismo?

R. Sí, pero también algo que está entre eso y la simplificación de los procesos de decisión. La sociedad moderna es muy veloz. Consume el trabajo, las relaciones humanas, el éxito. Frente a esa velocidad, la democracia aparece como una máquina pesada y compleja que se mueve lentamente. El éxito de Putin, el modelo Erdogan o la longevidad del mandato del presidente chino nos cuentan que, al final, se puede abaratar la libertad y la democracia con las decisiones. Hoy las soluciones simplificadas se muestran más fuertes y más creíbles. Pero para aparecer así, deben ser populistas, llamar a los sentimientos más inmediatos.

P. ¿Luigi Di Maio (Movimiento 5 Estrellas) y Matteo Salvini (La Liga) son el rostro de este fenómeno en Italia?

R. Sí, seguramente. Pero antes lo fue Berlusconi. En Italia el populismo es un viejo compañero de viaje.

Sería una traición  y una contradicción que Renzi intentase montar un partido a lo Macron"

P. Parece que aquí inventaron una parte importante de lo que vivimos ahora.

Walter Veltroni, en su casa de Roma.
Walter Veltroni, en su casa de Roma.Antonello Nusca

R. Estamos todos presos de este presentismo en el que no existe ni pasado ni futuro. Estamos en un tiempo en que todo puede pasar. Y desde EE UU se marca el tempo de la historia: un cruce de populismo y simplificación de la política de la que Trump es el máximo exponente.

P. Usted fundó el PD hace 10 años y en estas elecciones ha dado muestras de descomposición. ¿Puede desaparecer?

R. Lo peor sería volver atrás. El fracaso de la lista de Liberi e Uguali, por ejemplo, demuestra que hacer una vieja izquierda del siglo XX no va a ninguna parte. La izquierda debe encontrar su relación con el pueblo y hoy está lejos de la vida real de las personas. Parece que habla más de sí misma que del dolor, el ansia, o el miedo que hay en los estratos más débiles de la población. Ha perdido la belleza de las emociones, y todo nace de ahí. Hoy aparece distante y fría.

P. Da la sensación que el Movimiento 5 Estrellas sí ha sabido mantener esa emoción. Y además se ha llevado a parte de los votantes del PD.

R. Ha cogido parte de esos votos. Si la izquierda deja un vacío, alguien lo ocupará. Pero es difícil pensar en el M5S como una fuerza de izquierdas. Se han opuesto al Ius Soli [La ley por la cual se obtiene la nacionalidad por haber nacido en suelo italiano, y no por sanguinidad], por ejemplo. La gran parte de los votantes perdidos ha optado por la abstención. Por eso hay que recuperar las raíces.

“No estoy seguro de que esta vez Italia vaya a encontrar una salida”

P. ¿Se está haciendo la reflexión oportuna?

R. En absoluto. Lo que me impacta más es no haber oído ni una palabra de autocrítica después de haber reducido a la mitad los votos que el PD cogió en 2008. Se ha pasado sobre la derrota más grande de la historia de la izquierda en Italia como si no fuera nada. Como es difícil analizar, es más fácil pensar en qué pasará mañana.

P. ¿El PD puede terminar como el Pasok de Grecia?

R. Espero que no. Pero ha pensado que podía ser la expresión del líder de turno y, en cambio, ha perdido su humildad y apertura. Los grandes temas están fuera de la órbita: la precariedad, el medioambiente o la moralidad de la vida pública. Si el PD asumiese eso como elementos de la identidad, tendría un gran espacio.

P. Algunos dicen que Matteo Renzi formará un partido a lo Emmanuel Macron.

R. Él dio mucha energía al partido y su experiencia de gobierno tuvo muchas cosas positivas. Pero es un hecho que desde 2014 hemos perdido todas las elecciones. Si ahora toma esa decisión, sería una contradicción para quien ha guiado un partido y ha mostrado que creía en esa identidad. Sería una traición política que excludo que esté en su cabeza ni en la de quien le acompaña.

P. ¿Usted volvería si se lo pidiesen?

R. Absolutamente no. El valor de las cosas que digo está en el hecho de que la gente sabe que no las digo por ambición. Mi vida es otra cosa hoy. Yo dije que terminaba, y así fue. Desde 2009 no he tenido ningún papel. Pero pienso que el error es identificar política y poder.

P. Da la sensación de que Italia se ha vaciado de políticos con un fondo intelectual y cultural.

R. Eso es un problema real. La idea de que todos podemos hacer todo, que ya no cuenta el conocimiento, la competencia… Eso es el populismo también. Pero la política requiere capacidad de análisis, inspiración. [Barack] Obama fue el último en la izquierda capaz de suscitar un sueño. Y eso es lo que la izquierda debe retomar.

P. ¿Las nuevas fuerzas terminarán comiéndose a las viejas? En España estamos viendo algo así.

R. El riesgo es muy elevado. Por eso creo que es urgente el trabajo de la izquierda. Mire el partido socialista griego, o el francés… La política no conoce lo imposible. No hay tiempo, pero la izquierda sigue perdiéndolo discutiendo sobre cosas insignificantes de orden interno que no apasionan a ningún ser humano.

P. Si mañana hay elecciones, ¿La Liga y M5S se disparan?

R. Sí, por eso intentarán que se repitan pronto. Y también porque cuando gobiernan, pierden consenso, como en Roma.

P. ¿Ve factible un pacto entre La Liga y M5S?

R. Podría ser que lo hagan para llevar al país a las elecciones en breve. Y las dos cosas juntas serían la peor posibilidad.

P. ¿Y lo mejor?

R. Debemos confiar en la inteligencia y la responsabilidad del jefe del Estado. Pero volver a las elecciones nos situaría en un contexto de emotividad muy peligroso.

P. ¿Qué es peor para el PD: dar un Gobierno al M5S o volver a celebrar elecciones con el riesgo de desaparecer?

R. Apoyar un Gobierno de M5S sería absurdo, especialmente después de todo lo que han dicho sobre el PD.

P. El resultado electoral también ha provocado una fractura insólita entre norte y sur.

R. Siempre ha habido algo así, pero ahora hay una línea bipolar distinta: entre Liga y M5S. Y esa es la anomalía italiana: salimos de un bipolarismo izquierda-derecha, para llegar a un bipolarismo entre populismos. Y eso merece una reflexión alarmada, angustiada y profunda de parte de la izquierda italiana. Y sobre todo porque unas elecciones anticipadas podrían acelerarlo. El país corre el riesgo de separarse. Esa falla entre norte y sur podría ser todavía más profunda.

P. Suele decirse que Italia siempre se encuentra una salida a los rompecabezas políticos.

R. Ya no estoy seguro de eso. En cualquier caso, son fugas. Estos días se cumplen 40 años del secuestro de Aldo Moro. En estas cuatro décadas han pasado cosas enormes, pero no se ha encontrado la estabilidad.

P. ¿Qué se puede aprender del auge del M5S?

R. Más bien ellos han aprendido de nosotros: una idea de la política que nazca de abajo. Para ellos es desde la Red, para mi es desde la cercanía física a los problemas de la gente. Tenemos que aprender de nosotros, no de ellos.

P. El uso de la Red no está mal como lección.

R. Se puede usar como lo hizo Obama, moviendo a millones de personas que se apasionaron yendo de casa en casa. O como lo hizo Trump: pensando en los clicks.

P. ¿Asistimos al final de Berlusconi o es imposible determinarlo?

R. Ha habido un cambio de liderazgo en la derecha. De la experiencia de Forza Italia se ha pasado a una elección más radical. El liderazgo de Berlusconi ha demostrado en campaña que no tiene la misma fuerza y energía. Y Salvini se propone acelerar su crisis agenciándose una parte de aquel consenso.

P. ¿Italia es hoy un país más antieuropeo?

R. Eso es lo que más me preocupa. Europa está en un momento delicadísimo. Después de comenzar su viaje, en pocos años hicimos Schengen, abolición de pasaportes, moneda única, normas de integración política… y todo eso se ha parado. Y para volver a ponerse en marcha, la UE también necesita una Italia europeísta, sino no recuperará la marcha.

"Roma está hoy repleada sobre si misma"

Walter Veltroni fue uno de los alcaldes más respetados en el tiovivo municipal de la ciudad de Roma. Su mandato duró de 2001 a 2008, una eternidad para una ciudad acostumbrada a electrocutar a sus gobernantes.

P. Para juzgar la gestión de M5S podemos tomar Roma, un ejemplo que usted conoce muy bien: Roma. ¿Cómo ve desde su perspectiva de aclamado exalcalde su gestión?

R. Nunca he juzgado a alcaldes posteriores. Sé lo difícil y maravilloso que es gobernar una ciudad grande como París, Berlín, Estocolmo y Bruselas juntas. Y eso es difícil, pero no imposible. Una ciudad ha de ser un espíritu, y quien la gobierna debe tener un proyecto humano además de administrativo. Y eso, desde luego, no lo he percibido. Hoy Roma está replegada en sí misma.

P. ¿Es ingobernable?

R. No existe una ciudad ingobernable. Naturalmente para ser gobernada necesita más dinero, instrumentos institucionales más adecuados, la competencia de quien la gobierna, que el país no viva la capital con miedo o conflicto…

P. Las Olimpiadas eran una oportunidad?

R. Sí, una oportunidad perdida.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_