EE UU registró en 2017 el mayor ascenso de ataques antisemitas en cuatro décadas
Con casi 2.000 incidentes, el año pasado supuso un aumento del 57% respecto al periodo anterior
Los incidentes antisemitas aumentaron en 2017 en un 57% con respecto al año anterior, según anunció este martes la Liga Antidifamación de Estados Unidos en su informe anual. 1.986 ataques denunciados, un ascenso sustancial desde los 1.267 que se registraron en 2016, lo que ya suponía una subida desde el periodo anterior. Es el mayor ascenso anual observado desde que la organización comenzó a publicar su estudio en 1979.
2017 es la culminación de una tendencia. Desde 2015, cuando se registraron 941 casos, el aumento es de más del 100%. Solo en 1994 se identificaron más incidentes: 2066. Pese a un declive relativamente constante del antisemitismo durante los primeros 15 años del siglo XXI, 2016 supuso un punto de inflexión negativo. El auge de estos incidentes coincide con la entrada en escena de Donald Trump, el actual presidente, que durante su campaña electoral agitó el conservadurismo y el sentimiento antiinmigrante. La llegada a la Casa Blanca del republicano, ha supuesto un apoyo para los grupos de la extrema derecha.
En una entrevista con The New York Times, el director ejecutivo de la Liga Antidifamación, Jonathan Greenblatt, ofreció tres razones principales: la ferviente división en la política estadounidense, el renacer del extremismo y los efectos de las redes sociales. En numerosos de los incidentes, los atacantes han grabado sus agresiones y compartido a través de redes como Facebook o Twitter.
Los incidentes varían entre vandalismo, acoso o agresión física (la menor parte de ellos). Casi un tercio de ellos ocurrió en colegios y campus universitarios. Los 50 Estados de país registraron este tipo de episodios. “Los jóvenes repiten lo que oyen. En un ambiente en el que los prejuicios no son rechazados por las figuras públicas o las autoridades, no nos debería sorprender que veamos a gente joven repetir ese tipo de comentarios o símbolos”, explicó Greenblatt al diario.
Algunos casos fueron esvásticas dibujadas en paredes. Otros amenazas de bomba a escuelas y ataques a cementerios judíos, en los que destrozaron lápidas de mármol. En marzo de 2017, cuando ocurrió uno de esos ataques, el presidente Trump se vio obligado a condenar los hechos: “Aunque es posible que seamos una nación dividida en la política, somos un país que permanece unido para condenar el odio y el mal”.
Pero meses después, la tensión social que sigue respirando el país desde su elección a la Casa Blanca le volvió a poner a prueba. En agosto, dos personas fueron asesinadas por un miembro de la ultraderecha durante una concentración de grupos supremacistas blancos en Charlottesville (Virginia). Trump, el punto de mira por el apoyo que recibe de ese colectivo radical, titubeó y en su declaración sobre el incidente equiparó a los contramanifestantes con los neonazis: “Fue culpa de ambos bandos”. Aunque rectificó ante la presión mediática días después, para los críticos el momento fue una demostración más de que esta Administración no se opone con rotundidad a los neonazis.
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