Cinco pasos que salvan vidas en un terremoto
Los sismos representan el 4% de los desastres que afectan a los países, pero causan el 60% de las muertes, principalmente debido a construcciones deficientes.
Gerson tenía 7 meses de edad cuando perdió a su padre, madre y 3 hermanas durante el terremoto en Pisco, Perú, en 2007.
Sobrevivió casi de milagro: su padre creó un bolsón de aire con su cuerpo entre los escombros y lo encontró de casualidad un joven que buscaba a su abuelo, tras escuchar su llanto. La familia de Gerson forma parte de la trágica estadística de los terremotos: cerca de 45 mil personas que, en promedio, murieron cada año en el mundo entre 2000 y 2015.
Otra mala noticia es que, si bien las construcciones antisísmicas minimizan el costo humano de los sismos, la realidad es que más 1.200 millones de personas —un 15% de la población mundial— habitan en viviendas de mala calidad.
En América Latina y el Caribe, 200 millones de personas —un tercio de la población— viven en asentamientos informales, con bajos estándares de resiliencia telúrica.
Este riesgo latente causa más de un dolor de cabeza a los gobiernos: la factura de la reconstrucción en una región con tan baja penetración de seguro privado la termina pagando el Estado que, frecuentemente, no está preparado ni técnica ni financieramente para hacerlo.
La receta contra los terremotos
Los expertos insisten en que la mejor manera de abordar este déficit es a través de una política pública adecuada.
Para Luis Triveño, especialista en Desarrollo Urbano del Banco Mundial, la vivienda de baja calidad es un problema que requiere acciones urgentes ya que se trata de un asunto de vida o muerte.
“Las políticas de vivienda pueden ser parte de la solución si comienzan a responder cada vez más al hecho de que el 80% de las familias en situación de déficit de vivienda no necesitan una nueva vivienda, sino simplemente una mejor vivienda”, afirma.
Por ello, para salvar vidas, proteger activos y blindar economías contra los terremotos, Triveño propone los siguientes 5 pasos:
Análisis del uso del suelo y del riesgo sísmico de las viviendas. Con las tecnologías disponibles hoy en día, el costo de analizar el riesgo sísmico en una vivienda puede reducirse de 250 dólares a menos de 10 dólares.
Invertir en infraestructura de uso público. Esto previene que las áreas no aptas para la vivienda sean ocupadas. Las losas deportivas y de juegos infantiles, junto con las vías de acceso y evacuación, son algunos ejemplos de inversiones posibles.
Reubicar viviendas en zonas donde el riesgo es no mitigable. Las políticas de vivienda y regeneración urbana pueden jugar un rol clave en generar una oferta de valor que incentive a las familias a aceptar voluntariamente ser reubicadas.
Reforzar las viviendas que pueden volverse seguras. Las soluciones costo - efectivas de reforzamiento de viviendas pueden costar entre el 5% y el 20% del valor de una vivienda y pueden combinarse con otras mejoras en la vivienda.
Expandir las viviendas seguras para ampliar oferta de arriendo. La expansión de las viviendas en barrios bien localizados que ya cuentan con servicios básicos es una oportunidad que no debe pasarse por alto. Puede resolver los problemas de hacinamiento de las familias o generar oportunidades para que las familias generen ingresos a partir del alquiler de una parte de su vivienda.
La nueva vivienda y los nuevos barrios
En los últimos años, en países como México y Colombia, el énfasis de las políticas de vivienda ha sido el acceso a casas nuevas. La gran cantidad de viviendas nuevas, pero mal localizadas y que terminan abandonadas, ha recordado una vez más a las autoridades que la ubicación importa y que la vivienda es la puerta de acceso de las familias a la vida social y laboral.
La construcción y el acceso a la vivienda nueva no debe perder el protagonismo, sino que requiere reinventarse en un contexto en el que el suelo bien ubicado es escaso y ya está ocupado.
Para Vanessa Velasco, experta en Desarrollo Urbano del Banco Mundial, los proyectos de regeneración urbana que incluyan mejoramiento de vivienda, o los proyectos de revitalización de zonas centrales con proyectos de vivienda social en alta densidad pueden ser modelos que ayuden a los países a seguir respondiendo a la creciente demanda de los latinoamericanos por vivienda segura, accesible y bien ubicada.
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