Putin buscará otra reelección para mantenerse en el poder hasta 2024
El mandatario de 65 años, que ganó sus primeras elecciones en 2000, será candidato en marzo
Vladímir Putin anunció por fin este miércoles su intención de presentarse a las elecciones presidenciales que se celebrarán el 18 de marzo. Para hacer pública su esperada decisión, el líder de los destinos de Rusia desde 2000 eligió la fábrica automóvilistica Gorki, en la ciudad de Nizhni Nóvgorod, en el Volga.
Putin, de 65 años, participó en los comicios presidenciales en tres ocasiones, en 2000, 2004 y 2012. En 2008, tras los dos mandatos consecutivos máximos establecidos por la Constitución, el actual jefe del Estado cedió la presidencia a Dmitri Medvédev y desempeñó el puesto de primer ministro hasta 2012. Tras una reforma constitucional que amplió el mandato presidencial de cuatro a seis años, Putin volvió a la jefatura del Estado, cuyas riendas de hecho no ha soltado en 18 años, desde que Borís Yeltsin, el primer presidente de Rusia tras la desintegración de la URSS, le designara para sustituirle.
La elección de Putin se da por segura en estos comicios, cuya intriga más notable, aparte de la participación electoral, será el voto de los jóvenes que protestan contra la corrupción y la falta de reformas en un sistema donde las instituciones democráticas, sin haber llegado a consolidarse tras la desintegración de la URSS, se han ido vaciando de contenido en beneficio de un sistema basado en lealtades personales y en los intereses de los grupos de confianza que compiten entre sí en torno al presidente. Desde el pasado verano, Putin se reúne a menudo con un público joven. Este esfuerzo de seducción va acompañado por presiones en las escuelas rusas de provincias sobre los adolescentes politizados que participan en manifestaciones contra la corrupción y contra el sistema representado por Putin.
El presidente ruso fue oficial en el Comité de Seguridad del Estado de la URSS (el KGB) y sirvió en el servicio de espionaje en la República Democrática Alemana, antes de trabajar en la alcaldía de San Petersburgo, siendo el alcalde Anatoli Sobchak. La hija de aquel alcalde, la periodista televisiva Ksenia Sobchak, aspira a competir formalmente por la presidencia, al igual que el abogado Alexéi Navalni, el principal político de la oposición, muy popular entre la juventud insatisfecha. Navalni no puede registrarse oficialmente como candidato electoral por haber sido condenado por fraude, una acusación que muchos consideran como políticamente motivada. Aspiran a competir también Guennadi Ziugánov, el jefe del Partido Comunista de Rusia, Grigori Yavlinski, del partido liberal Yábloko, y Boris Titov, el defensor de los derechos del empresariado. Por sus obligaciones en la administración, Putin ha sido dispensado de participar en los debates electorales, en los que será sustituido por personas de su confianza.
El anuncio de la candidatura de Putin se escenificó en una coreografía con dos fases. La primera en un estadio de Moscú donde se había reunido a quince mil voluntarios para premiar sus actividades. Allí, un defensor de la ecología del lago Baikal, preguntó al presidente si pensaba presentarse, y Putin dijo que tomaría la decisión en breve. Un par de horas más tarde y en en la fábrica GAZ, Putin anunció que se presentaría. “Si, me presentaré al puesto de presidente de la Federación Rusa”, afirmó en respuesta a la pregunta de un obrero, según el cual “todos sin excepción en esta sala le apoyan”. “Con su participación activa, con la participación de gente como ustedes, nosotros resolveremos todas las tareas que están ante nosotros, incluso las más difíciles. Rusia sólo irá hacia delante, y en este avance nadie la parará nunca”, dijo Putin en la fábrica de automóviles, que el miércoles conmemoraba su 85 aniversario.
Putin goza de una alta popularidad entre sus conciudadanos, muchos de los cuales lo ven como el líder fuerte que ha sido capaz de convertir a Rusia de nuevo en un Estado respetado y temido en el mundo. Durante el último mandato de Putin, las relaciones entre Rusia y Occidente se han deteriorado para evocar los tiempos de la guerra fría, después de que en 2014 Moscú se anexionara la península de Crimea e interviniera militarmente en el Este de Ucrania. A la intervención de Rusia en Ucrania, EE UU y la UE reaccionaron con sanciones a las que Moscú respondió con restricciones al comercio de productos básicos. El líder ruso envió un contingente militar a Siria, donde apoyó al presidente sirio en contra de los grupos radicales del Estado islámico. Los gastos militares y en abordar las prioridades geoestratégicas fijadas por Putin van en detrimento de las inversiones en servicios sociales como educación, medicina y pensiones. fin
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