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El Pato Donald cumple 65 años en Holanda

Donald Duck, el semanario dedicado a sus historietas tiene dos millones de lectores y pasa de padres a hijos

Isabel Ferrer
Dos menores leyendo la revista holandesa Donald Duck.
Dos menores leyendo la revista holandesa Donald Duck.Sanoma

Con una tirada de 218.000 ejemplares, que llegan a dos millones de lectores, el semanario infantil Donald Duck, cumple 65 años en Holanda como una de las revistas de mayor éxito del país. Centrada en el personaje de Walt Disney, es la única publicación a la que los mayores admiten estar también abonados sin rubor. Es más, la suscripción suele pasar de padres a hijos como un regalo casi automático. Con diez dibujantes propios y un equipo que escribe los guiones de las historietas, el mundo estético del Pato Donald sigue siendo el de los años cincuenta en Estados Unidos. Con algunos ajustes: ahora maneja un i-Pad y tiene cuenta de Twitter e Instagram. También se enganchó a Facebook y fue víctima de ciberacoso. Mantiene, eso sí, los valores originales, y a pesar de su torpeza y malhumor es un buen tipo.

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Publicado por Sanoma, la corporación mediática nórdica, en 10 países, entre ellos España, en Holanda apareció el 25 de octubre de 1952. En el número del 65 aniversario, de 45 páginas, Daisy la novia eterna de Donald, le felicita con una tarta las velitas encendidas. Como era de esperar, él sopla con tanta fuerza que le estampa el pastel entero en la cara a su chica. Joan Lommen, la redactora jefe, fue una lectora ávida, y ha reconocido que lo que más le gusta "son las reuniones" donde preparan "las historias y las bromas de cada número”. Después, los dibujantes de la plantilla, aprobados por la casa Disney, plasman las aventuras de los distintos personajes.

Pero el éxito de la revista no radica solo en el tirón de la familia Disney, porque también aparecen Mickey Mouse y Minnie, los Golfos Apandadores, el pequeño Hiawatha, Goofy, Pluto, la Abuela Pato o el Tío Gilito. Se debe sobre todo a su capacidad para atraer a los lectores con temas actuales envueltos en una atmósfera por la que no ha pasado el tiempo. Así, con la reapertura del Rijksmuseum, de Ámsterdam, que estuvo una década cerrado por reformas, el Pato Donald se convirtió en 2013 en un guarda de seguridad. La historieta incluía una persecución por los canales de la ciudad por culpa de los Golfos Apandadores. Otras veces, se aprovecha el éxito de libros como El descubrimiento del cielo, del autor patrio Harry Mulisch. La obra narra el encuentro de dos personajes, Max y Onno y es también un viaje místico de 840 páginas, poco apetecible para los menores. Pero hicieron un guiño en el título, que venía a decir algo así como El descubrimiento del cereal (hemel, en neerlandés es cielo, pero lo rimaron con zemel, cereal en sentido genérico). Luego adaptaron el apellido del escritor, que pasó a ser Muesli (como el del desayuno), y las risas estaban servidas.

Los juegos de palabras y la recuperación de algunas poco usadas entre los críos es otra de las claves del éxito de la revista. En lugar de utilizar solo el lenguaje de la calle, los diálogos son más bien literarios y de gramática correcta. Aparecen, por ejemplo, canalla, mamarracho o zoquete. Sin olvidar las rimas dedicadas a los famosos, para que el cantante Justin Bieber se convierta en Pieper (patata), o la modelo holandesa Doutzen Kroes, en Poes (gato).

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