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El viacrucis del cáncer en Gaza

Las división interna palestina y el bloqueo de Israel y Egipto agravan la situación de los pacientes oncológicos de la Franja, que carecen de algunos medicamentos básicos y sufren dificultades para ser tratados en el exterior

Ahmed Talha, responsable de la farmacia oncológica del Hospital Rantici de Gaza.
Ahmed Talha, responsable de la farmacia oncológica del Hospital Rantici de Gaza.J. C. S.

El farmacéutico Ahmed Talha, de 33 años, estudia inglés en sus ratos libres. El responsable de la preparación de los tratamientos de quimioterapia en el departamento de oncología de hospital Rantisi de Gaza no deja de recibir visitas y llamadas telefónicas de pacientes de cáncer o de sus familiares. A todos les contesta con buenas palabras, pero su mirada es sombría. “Estoy pensando en emigrar a Canadá, allí al menos mi trabajo servirá para algo…”, confiesa mientras muestra una lista en la que faltan 16 antitumorales básicos. “En los últimos meses ha disminuido el suministro desde el Ministerio de Sanidad en Ramala. En este momento”, detallaba el pasado mes de mayo, “no disponemos entre otros medicamentos de vincristina para tratar algunos tipos de leucemia. Se han llegado a producir hasta dos meses de espera”.

El enfrentamiento político interno entre Fatah, que gobierna la Autoridad Palestina desde Cisjordania, y Hamás, que ejerce el poder de facto en Gaza, ha derivado en restricciones de gasto y de suministro, entre otras razones por la disputa sobre el control de los impuestos. “Sin los medicamentos para combatir el cáncer muchos pacientes se enfrentan a la muerte”, explica el responsable del servicio de farmacia, “pero si otros no pueden completar los tratamientos ya iniciados se exponen a sufrir daños”.

A la penuria de medicamentos se suma el bloqueo impuesto a la Franja por Israel desde hace una década y el cierre casi permanente del paso de Refah con Egipto. Muchos pacientes oncológicos deben ser tratados en el exterior. En el enclave costero palestino no existe servicio de radioterapia en los hospitales, ya que Israel no permite la importación de material médico que considere susceptible de un doble uso civil y militar. En 2015 fueron rechazadas una cuarta parte de las solicitudes de pacientes de Gaza para acudir a hospitales de Jerusalén Este o Cisjordania, de Jordania y o del propio Estado hebreo, según la ONG pacifista israelí B´Tselem. En 2016 el veto afectó a un tercio de las peticiones.

La Oficina de Coordinación de Actividades del Gobierno en los Territorios, la unidad del Ejército israelí a cargo de las relaciones con los palestinos, considera que la “política civil” hacia Gaza ha permitido que se haya incrementado en los últimos años el número de pacientes que atraviesan el paso de Erez (el único abierto para personas) para recibir tratamiento en Israel, Cisjordania o en el exterior, según una respuesta del organismo castrense a la organización humanitaria Médicos por los Derechos Humanos, citada por el diario Haaretz. Esa ONG israelí, que media ante la Administración militar para superar las trabas a los permisos de salida desde Gaza, asegura en su página web que en 2015 obtuvo la revisión favorable de dos de cada tres casos de rechazo de autorizaciones, mientras que en 2016 solo puedo conseguirlo en uno de cada cuatro.

Por encima de los criterios médicos, la concesión del derecho de paso hacia Israel está supeditado en último término al visto bueno del Shin Bet, el servicio de seguridad interior. El pasado mes de abril, los agentes de Erez detuvieron a dos hermanas palestinas cuando regresaban a Gaza después de que una de ellas hubiese recibido tratamiento oncológico en Israel, Fueron acusadas de intentar introducir explosivos para Hamás ocultos entre material médico.

A Soad Samir, madre de siete hijos a los 42 años, le fue practicada una masectomía parcial hace dos años. La operación llegó tarde. Con un diagnóstico de metástasis ósea debe acudir cada seis meses a un hospital de Tel Aviv para recibir radioterapia. “¿Todavía sigues viva?’, me han llegado a preguntar en la frontera de Erez", relata en la sede de la Asociación de Ayuda y Esperanza para el Cuidado del Cáncer, una ONG palestina que coordina los traslados de los pacientes fuera de la Franja y ayuda a cubrir sus gastos de transporte y estancia y los de sus acompañantes. Su coordinador, Sami al Jojo, precisa que ofrecer “apoyo psicológico” es su misión principal. “Atendemos un millar de casos al mes y muchos pacientes se derrumban cuando se les deniega el permiso de salida. En general solo reciben excusas burocráticas, pero todos sabemos en Gaza que quien tiene un familiar que ha sido detenido alguna vez por los israelíes suele tener problemas para poder viajar”.

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Yihad Sayan llegó con nueve años como paciente a la Asociación de Ayuda y Esperanza. Después de haber superado la leucemia gracias al transplante de médula ósea donada por un hermano en el hospital Sheba de Tel Aviv, sigue acudiendo con 21 años como voluntario para apoyar a otros enfermos. “Tengo que pasar periódicamente revisiones en Israel, pero desde que consideraron que ya me encontraba en edad militar empezaron los problemas”, revela. “Hace dos años que no puedo salir de Gaza y me han amargado la vida”.

Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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