Al menos 28 muertos en un ataque contra cristianos coptos en Egipto
Al menos 25 personas que iban en autobús han resultado heridas por hombres armados en el centro del país
La minoría cristiana copta de Egipto ha vuelto a ser víctima esta mañana de un brutal atentado que se ha cobrado la vida de al menos 28 personas y ha provocado heridas en más de otra veintena, según ha informado el portavoz del Ministerio de Sanidad egipcio, Jaled Muhahid. El ataque se produjo cerca de un pueblo de la provincia de Minia, a unos 300 kilómetros al sur de El Cairo, cuando un autobús que transportaba un grupo de fieles fue tiroteado en una emboscada. Aunque ninguna organización ha reivindicado la acción, parece llevar el sello del autodenominado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), que en los últimos meses ha perpetrado varios sangrientos atentados contra la comunidad cristiana egipcia que ha dejado un reguero de más de 70 víctimas mortales.
De acuerdo con un comunicado del ministerio del Interior, una decena de hombres encapuchados "abrió fuego indiscriminadamente" con armas automáticas contra el convoy, integrado por dos autobuses y una furgoneta, y se dio a la fuga en tres vehículos todoterreno. La masacre tuvo lugar en mitad de una carretera, en las inmediaciones de la localidad de Al Adua, situada en una de las regiones con una mayor presencia de cristianos coptos. Los feligreses, entre los que había muchos niños, se dirigían al vecino monsasterio de San Samuel. Se calcula que los cristianos, en su mayoría adheridos a la Iglesia Ortodoxa Copta, representan aproximadamente el 9% de los 93 millones de habitantes de Egipto.
“Estamos adoloridos por la violencia y el mal ... que tiene como punta de mira el corazón de Egipto y la unidad nacional”, declaró la Iglesia Ortodoxa Copta a través de un comunicado. Diversas instituciones nacionales, como la Universidad de Al Azhar, e internacionales condenaron enérgicamente el atentado y expresaron sus condolencias. Los heridos fueron distribuidos entre tres hospitales de la zona, pero está previsto que varios de ellos sean trasladados a un centro de la capital. La mayoría de las víctimas eran originarias de la provincia de Beni Suef, adjunta a la de Minia.
Desde finales del año pasado, la comunidad copta se ha convertido en un blanco preferido del ISIS, que cuenta con una filial en la provincia del Sinaí desde 2014, bautizada como Wilaya Sina (“provincia del Sinaí”). Anteriormente, el grupo yihadista solía centrarse en atacar a miembros de las fuerzas de seguridad. Si bien esta península remota y desértica continúa siendo su principal bastión, las acciones violentas de la milicia se han ido extendiendo progresivamente por el valle del Nilo. De hecho, sus atentados más sangrientos contra la minoría cristiana han tenido lugar en las principales ciudades del país.
El pasado mes de diciembre, un terrorista suicida asesinó 29 personas al hacer estallar una bomba en un iglesia anexa de la catedral de San Marcos, ubidada en El Cairo y sede del patriarcado de la Iglesia Ortodoxa Copta. Sin embargo, el balance de víctimas aún fue más elevado en los dos ataques simultáneos del 9 de abril de este año, y que fueron dirigidos contra una iglesia de Alejandría, la segunda ciudad más poblada del país, y otra de Tanta, coincidiendo con la celebración del Domingo de Ramos.
En total, aquel funesto día fallecieron 46 personas y otras 120 resultaron heridas. La semana pasada, un total de 48 presuntos miembros del ISIS implicados en la acción pasaron a disposición judidial. Tras aquella tragedia, el presidente egipcio, Abdelfatá al Sisi, declaró el estado de emergencia en el país árabe durante tres meses. De momento, el Ejecutivo no ha adoptado ninguna nueva medida, pero al Sisi convocó una reunión de los más altos cargos de las fuerzas de seguridad.
Aunque la historia reciente de Egipto está repleta de tensiones sectarias, la ola actual de atentados no tiene precedentes y ha sumido la comunidad cristiana en un profundo estado de angustia. Por esta razón, el mes pasado, en su vistia a Egipto para promover el diálogo interreligioso, el Papa Francisco quiso expresar su solidaridad con los cristianos egipcios.
Egipto ha caído en una espiral de violencia desde el golpe de Estado ejecutado en 2013 por al Sisi, entonces ministro de Defensa, y que puso fin a dos años de un convulso proceso de transición democrática. Al mismo tiempo que la represión de la dictadura militar ha alcanzado su cota más elevado de la historia contemporánea del país, cebándose en cualquier voz crítica independientemente de su ideología, una tenaz insurgencia islamista ha ido consolidándose. A pesar de decenas de arrestos y sentencias a la pena capital, los diversos grupos terroristas no solo han sido capaces de mantener su pulso con el Estado, sino que sus ataques son cada vez más mortíferos.
Precisamente, la pequeña localidad de Al Adua, escenario hoy de la barbarie terrorista, saltó a los titulares de la prensa internacional hace exactamente unos tres años, cuando sus habitantes constituyeron la mayoría de los 683 simpatizantes islamistas condenados a la pena de muerte en un macrojuicio por el asalto contra una comisaría de policía después del golpe. Las organizaciones de derechos humanos denunciaron que el proceso no contó con las garantías procesales mínimas. Posteriormente, un tribunal de casación absolvió a buena parte de los acusados, pero mantuvo la pena capital a 183 personas.
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