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La CDU gana las elecciones de Renania del Norte-Westfalia, según los sondeos

Los resultados reflejan la fortaleza de Merkel con vistas a las elecciones generales de septiembre

Armin Laschet, candidato de CDU a las elecciones de Renania del Norte-Westfalia, celebra su victoria.Vídeo: JOERG SCHUELER (EFE)
Ana Carbajosa

Angela Merkel en carrera imparable hacia un cuarto mandato. La Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller alemana ha logrado una proeza electoral al ganar las elecciones en Renania del Norte-Westfalia, el bastión socialdemócrata por excelencia, según los sondeos. Renania del Norte-Westfalia es el Estado más poblado de Alemania, con 18 millones de personas y donde estaban llamados a votar uno de cada cinco alemanes. Es también el Estado natal de Martin Schulz, el contrincante socialdemócrata (SPD), que desató una marea de ilusión en el SPD y que en las últimas semanas se ha desinflado como un globo de helio hasta tocar suelo en Düsseldorf, la capital renana. De confirmarse los sondeos, Merkel tendría ahora la alfombra roja desplegada, sin rival a la vista, para alcanzar la cancillería en septiembre.

Los primeros espadas de los grandes partidos se han dejado la piel en esta campaña regional, la última antes de las generales, en la que Merkel ha llegado a viajar a Renania hasta nueve veces. El batacazo socialdemócrata, que perderían unos 8 puntos, ha sido espectacular. La CDU obtendría el 33,5% de los votos, mientras que el SPD obtendría el 31,1%, según los sondeos que publica la televisión alemana. Esta derrota socialista sucede a otras dos en sendos comicios regionales en Sarre y en Schleswig-Holstein, en apenas dos meses.

Los partidos alemanes son conscientes sin embargo, que cuatro meses y medio, los que faltan para las generales, son una eternidad en los tiempos que corren. Que la fragilidad de los equilibrios internacionales, la crisis europea y el terrorismo, pueden hacer saltar por los aires las cábalas más realistas. En un mundo tan cambiante, la canciller Merkel, sigue representando una garantía de estabilidad. Schulz sin embargo no da la contienda por perdida. “Mi amigo Emmanuel Macron estaba abajo en los sondeos hace cinco meses y ahora es presidente”, dijo tras reconocer la derrota.

Pero por encima de cualquier lectura en clave nacional, lo cierto es que los electores han castigado un Gobierno regional cuyo balance es muy mejorable. Renania acumula una abultada deuda, tiene niveles de paro superiores a los del resto del país (7,5% frente al 5,8% de media nacional) y una tasa de población con riesgo de pobreza también superior. “La Grecia de Alemania”, llaman despectivamente a este Estado, que ha sido además escenario de ataques terroristas e incidentes violentos, que han puesto en cuestión la eficacia de los servicios de seguridad de la región. A los ataques sexuales a mujeres en Colonia en la Nochevieja de 2015, le siguió el atentado al mercado de Navidad de Berlín, cuyo autor, Anis Amri, había escapado de Renania del Norte-Westfalia. Hace apenas un mes, el autobús de los jugadores del Borussia sufrió también un atentado en Dortmund.

Los atascos, la criminalidad y el estado de las escuelas han sido los temas de una campaña que arrancó con una clara ventaja socialista y ha terminado con una espectacular remontada democristiana. La defensa de un programa de justicia social e igualdad no ha acabado de calar en este Estado federado, en el que conviven zonas con importantes bolsas de pobreza en la cuenca minera del Ruhr, que no lograron superar la reconversión minera, con un tejido empresarial innovador y puntero en el Sauerland.

La ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) lograría entrar en el Parlamento regional, con un 8% de los votos, según los sondeos. Están ya presentes en 13 de los 16 Estados federales y los liberales consiguieron un 12%, lo que les convierte en potenciales socios de coalición.

El SPD competía en estas elecciones con una candidata potente. Hannelore Kraft, la primera ministra renana es una mujer cercana, que sintoniza en el cuerpo a cuerpo. Armin Laschet, candidato de la CDU democristiana, carente de carisma ni garra política, algo que no le ha impedido una escalada a la cima. “Kraft tiene mucha energía y experiencia, no se puede negar y me gustaría que Laschet fuera más cercano, pero no voy a cambiar mi voto. Merkel representa mis valores: progreso y seguridad”, explicaba el viernes Matthias Plur, un funcionario de aduanas de 53 años.

Los socialdemócratas jugaban en casa, ya que hasta ahora dirigían la coalición de Gobierno con los Verdes. Pero su posición dominante ha supuesto a su vez su debilidad. Los ciudadanos les culpan de sus males, porque saben que suya es la responsabilidad última. La socialdemocracia ha gobernado en Renania durante los últimos 50 años, con un breve paréntesis de cinco. Fue precisamente en 2005, cuando la CDU ganó estas elecciones regionales y el entonces canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder se vio obligado a convocar las elecciones anticipadas que encumbraron a Merkel.

Saludo minero

La Unión Cristianodemócrata (CDU) tiene su público en Renania del Norte-Westfalia principalmente en las zonas rurales y en algunos de los núcleos en los que se concentra el empresariado. El SPD socialdemócrata es más fuerte en las ciudades y en la cuenca minera del Ruhr, donde habitan los obreros desplazados por la reconversión industrial . “El SPD es el único partido que habla del hombre pequeño, el único que defiende una política fiscal justa”, aseguraba Udo Winkler, un trabajador de la acería, que acudió a escuchar a la candidata socialdemócrata Hnnelore Kraft a un mitin en Duisburgo, ataviado con el mono y el casco. Votos como los de Winkler no han sido suficientes en unas elecciones en las que el miedo a la criminalidad y el terrorismo parece haber eclipsado la batalla por la desigualdad. Kraft se despidió, como lo hizo el domingo tras reconocer su derrota, con un guiño a la clase trabajadora que la ha mantenido hasta ahora en el puesto, con un “glück auf”, el saludo de los mineros que se desean suerte en el tajo.

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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