Nueva York recibe a Trump con protestas en su primera visita presidencial
Miles de vecinos de su ciudad natal toman las calles de Manhattan para expresar el rechazo a su agenda
Hogar, dulce hogar. No para Donald Trump. La primera visita del presidente a Nueva York desde la toma de posesión fue recibida con miles de sus antiguos vecinos tomando las calles en diversos puntos de Manhattan. Se hicieron oír, golpeado con ganas cacerolas y sartenes al grito de “resistiremos” y “tus políticas no son bienvenidas”. Y es que no hay un día desde las elecciones que no se celebre una protesta espontanea en la gran metrópoli de Estados Unidos.
Los neoyorquinos suelen, por lo general, mostrarse indiferentes ante las visitas presidenciales a la ciudad. Pero la llegada de Trump a la Casa Blanca contribuyó a alimentar un movimiento de protesta como el bautizado “Rise and Resist”. El objetivo de los organizadores es aprovechar su presencia en la ciudad para mostrar al mundo el rechazo frontal que tiene en su ciudad natal. “El suyo es un régimen de odio y discriminación”, condenan los manifestantes.
El presidente Donald Trump tiene previsto recibir esta tarde al primer ministro de Australia, Malcolm Trunbull, en el portaviones convertido en museo USS Intrepid para conmemorar el 75 Aniversario de la batalla del mar del Coral. El departamento de policía de la ciudad de Nueva York ha movilizado a un millar de agentes en el entorno del lugar del evento. Se han instalado barricadas y cerrados calles para contener a los manifestantes que se fueron congregando antes de su llegada.
La protesta de “Rise and Resist” se desarrolló frente al Intrepid. "Os estamos vigilando", se podía leer a modo de advertencia en las pancartas mientras llegaban los primeros invitados de pajarita. Unas calles más arriba había otra convocada por el Working Families Party. “Los valores de Donald Trump no son los valores de Nueva York ni los de América”, señala Joe Dinkin, uno de los organizadores. Iban de blanco para recordar el movimiento por los derechos civiles y expresar así su solidaridad con los inmigrantes. "La ignorancia no es escusa", añadía otros congregado.
Trevor Villalba, de origen hispano, dice "que no se consigue nada sentado frente a la televisión". A la convocatoria se sumaron otras organizaciones que defienden los derechos de las mujeres o que defienden los intereses de los veteranos de guerra. El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, no recibió invitación para participar en el evento. No es tampoco una sorpresa porque el demócrata se postuló como una de sus más fervientes opositores. “Su retórica divisiva no cesa”, lamenta.
Protegiendo la torre
La tercera protesta la convocó dos organizaciones que asisten a los inmigrantes junto a la Trump Tower. Las medidas de seguridad se reforzaron ya el lunes, con un importante contingente policial y camiones cargados de arena custodiando la entrada del rascacielos. NYPD gastó 300.000 dólares diarios a proteger el edificio desde las elecciones hasta la toma de posesión. Sin el presidente en el edificio siguen siendo unos 127.000 diarios.
“El mundo debe ver este alzamiento”, afirma Steven Choi, de la New York Immigration Coalition, "inmigrantes sí, Trump no". Los manifestantes no solo mostraron su rechazo hacia las políticas migratorias de Donald Trump. También denunciaron sus maniobras por tumbar la reforma sanitaria de Barack Obama, una agenda económica que favorece a las rentas más altas y su negativa a aceptar las consecuencias del cambio climático.
Letitia James considera que el empresario "no es un presidente legítimo". Entiende la derogación del Obamacare como "una declaración de guerra contra el pueblo amerciano, porque va a afectar a millones de personas vulnerables para así poder pagar los recortes fiscales a los más ricos". "Está intentando estirpanos nuestros derechos más fundamentales y básicos", añade la activista mientras asientes los manifestantes que están a su lado. "
Donald Trump recibió solo el 18% de los votos en Nueva York, una de las ciudades más liberales de Estados Unidos junto a Los Ángeles y San Francisco. La última vez que estuvo en la ciudad fue el 19 de enero, un día antes de la toma de posesión. También había en las protestas vecinos que le apoyan, pero eran pocos. El presidente tiene previsto trasladarse nada más concluir la ceremonia en el Intrepid al club de golf de Bedminster, en Nueva Jersey, para pasar el fin de semana.
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