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La CIA cree que Rusia intervino en la campaña a favor de Donald Trump

El presidente-electo carga contra los espías y recuerda los errores con las armas de Sadam Hussein

Marc Bassets

La CIA cree que Rusia intervino en la campaña electoral de Estados Unidos para favorecer al candidato vencedor, el republicano Donald Trump, según reveló este viernes The Washington Post. La CIA, según esta información, atribuye a personas vinculadas al Gobierno ruso la difusión de correos electrónicos robados que acabaron dañando a la candidata demócrata, Hillary Clinton. El equipo de Trump cuestionó en un comunicado las conclusiones de los servicios de espionaje. El presidente Barack Obama quiere esclarecer el caso antes de abandonar el cargo el 20 de enero.

El presidente Obama durante un discurso este martes.
El presidente Obama durante un discurso este martes.Chris O'Meara (AP)

"Son la misma gente que dijo que Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva", dice el comunicado de Trump. Se refiere a las conclusiones que sirvieron a otro presidente republicano, George W. Bush, para justificar la invasión de Irak en 2003, y que resultaron ser falsas. Cuando asuma el cargo, Trump deberá trabajar con los servicios de inteligencia a los que ahora acusa de difundir información falsa.

Según fuentes gubernamentales anónimas citadas por el Post, personas ligadas al Gobierno ruso entregaron a la organización Wikileaks los correos del Comité Nacional Demócrata y del presidente de la campaña de Clinton, John Podesta. Después Wikileaks los publicó. Hasta ahora el espionaje estadounidense había señalado a Rusia como responsable de robo y difusión de los correos, pero sin atribuirle explícitamente un objetivo en favor de un candidato con nombre y apellido.

"La valoración de la comunidad de inteligencia es que el objetivo de Rusia era favorecer a un candidato sobre otro, ayudar a que Trump saliese elegido. Este es el consenso", dijo al citado diario un alto funcionario. Esta fuente tuvo acceso a la información que responsables del espionaje de EE UU han proporcionado a puerta cerrada al Senado.

Existen pocos precedentes de intervención extranjera en unas elecciones estadounidenses de tales dimensiones. Y menos en favor de un candidato específico, que además acabó ganando y será el próximo presidente.

Más allá del posible papel de Rusia, del que no existen pruebas concluyentes, la afinidad entre Trump y el presidente ruso, Vladímir Putin, es pública. Ambos intercambiaron elogios en los meses previos a las elecciones, y Trump, que se rodeó de asesores prorrusos en la campaña, prometió una mejora de las relaciones con Moscú si era presidente. Y en plena campaña, Trump animó a Rusia a piratear los emails de Clinton.

La réplica de algunos en el entorno de Trump y de Wikileaks, la organización que difundió los correos demócratas, es que las acusaciones a Rusia son teorías no confirmadas y reviven la paranoia del terror rojo —el miedo a la infiltración soviética en EE UU— de la Guerra Fría y el mccarthysmo.

Obama ha encargado a los servicios de inteligencia un informe que debe estar listo antes de que Trump asuma el cargo. No está claro si los resultados se harán públicos. El FBI ya tiene una investigación abierta.

"Es posible que hayamos cruzado un nuevo umbral, y nos corresponde tenerlo en cuenta, revisarlo, y llevar a cabo alguna acción complementaria, para entender lo que ocurrió y sacar las lecciones aprendidas", dijo el viernes en un desayuno de prensa Lisa Monaco, consejera de Obama en antiterrorismo y seguridad interior.

La revisión de la Casa Blanca se suma a las peticiones de varios demócratas en el Senado y la Cámara de Representantes para que el Gobierno de EE UU les proporcione informaciones más detalladas sobre la injerencia rusa y eventualmente desclasifique la información.

En paralelo, destacados republicanos en el Senado críticos con Trump, como John McCain, preparan una investigación sobre el caso, según el Post. Si llegan a ponerla en marcha, podría provocar un enfrentamiento con el presidente Trump.

Trump niega que Rusia esté detrás de la difusión de los correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata o de Podesta. Los emails, publicados durante la campaña, no revelaron casos de corrupción ni hechos delictivos, pero fueron un goteo constante que contribuyó a erosionar a Clinton. Reforzaron su imagen, entre parte de la población, como política poco transparente e incluso corrupta. No está demostrado que la filtración de correos robados fuese decisiva, pero quienes las orquestaron posiblemente lograron su objetivo.

"No debería haber ninguna duda. No fue algo hecho así como así, no fue algo hecho por casualidad. No era un objetivo seleccionado de forma arbitraria", dijo hace unos días el almirante Michael Rogers, jefe de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, en sus siglas inglesas). "Fue un esfuerzo consciente por un estado nación de intentar lograr un efecto específico".

En un comunicado publicado el 7 de octubre, el Departamento de Inteligencia Nacional y el Departamento de Seguridad Interna señalaron a Rusia como responsable del pirateo informático. "La comunidad de inteligencia de EE UU cree que el Gobierno ruso ha dirigido las recientes [acciones] comprometedoras de emails de personal e instituciones de EE UU, incluidas organizaciones políticas de EE UU", dice el comunicado.

"No lo creo. No creo que interfiriesen", dice Trump en una entrevista publicada esta semana en la revista Time. El periodista le pregunta si cree que los jefes del espionaje de EE UU publicaron la citada declaración con motivaciones políticas. "Creo que sí", replica el presidente electo.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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