Nuevas sospechas de que Rusia ordenó el ataque informático al Partido Demócrata
La campaña de Hillary Clinton reconoce la intromisión pero niega que los 'hackers' comprometieran sus datos
El ataque a los sistemas informáticos de la campaña de la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos parece tener su origen en los servicios de inteligencia rusos, según afirma una fuente anónima consultada por The New York Times. Las alegaciones llegan en la misma semana en que el pirateo de los correos del Comité Nacional del Partido Demócrata irrumpió en plena convención para confirmar la nominación de Hillary Clinton y provocó la dimisión de su presidenta.
La atribución de este ataque a hackers rusos abre un nuevo episodio en el caso de la intromisión en los servidores demócratas. El incidente ya contiene varios elementos. Los protagonistas son un grupo de piratas informáticos y sus víctimas: el Comité Nacional Demócrata, la campaña de Clinton y una organización demócrata del Congreso. El sospechoso en esta historia es el Gobierno ruso y el actor secundario es el candidato republicano, Donald Trump. Wikileaks, el FBI y el Departamento de Justicia también tienen un papel.
Todo comenzó a principios de este verano, cuando el Comité Nacional del Partido Demócrata fue el objetivo de un ciberataque que afectó a varios de sus sistemas informáticos, incluidos los empleados por la campaña de su candidata a la presidencia, Hillary Clinton. A través de un comunicado, la organización de Clinton ha explicado que los hackers “tuvieron acceso” al programa empleado tanto por sus sistemas informáticos como por el Comité Nacional del partido.
“Nuestro sistema ha sido analizado por expertos en ciberseguridad y, hasta la fecha, no han encontrado pruebas de que el sistema interno hubiera quedado comprometido”, dice el portavoz de Hillary for America, Nick Merrill. La campaña confirma así el ataque, pero niega que los piratas informáticos robaran sus datos, como ocurrió en el caso del Comité.
La organización del Partido Demócrata, sin embargo, sufrió peores consecuencias. La semana pasada, un día antes de que comenzara su convención nacional, Wikileaks sacó a la luz casi 20.000 correos electrónicos en los que se demostraba que la organización, por iniciativa de su presidenta, Debbie Wasserman Schultz, habría intentado favorecer a Clinton en las primarias. Wasserman Schultz anunció su dimisión ese mismo día.
Tanto la campaña de Clinton como después el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, indicaron esta semana que Rusia era responsable del ataque casi con total seguridad. Expertos informáticos consultados por varios medios estadounidenses coinciden en esta teoría.
“Somos conscientes de las informaciones sobre ataques cibernéticos a diferentes grupos políticos y estamos trabajando para determinar tanto su certeza como su envergadura”, dijo el FBI este viernes en un comunicado. Según la agencia Reuters, el Departamento de Justicia también está implicado en la investigación, lo que indicaría, de acuerdo con sus fuentes, que hay pruebas de que el ataque había sido una iniciativa a nivel gubernamental.
Una tercera organización, el Comité Nacional de Congresistas Demócratas, anunció también este viernes que había sido el objetivo de una intromisión en sus ordenadores “similar a los incidentes recientes, incluido el que afecta a la seguridad del Comité Nacional Demócrata”, según afirmó su portavoz, Meredith Kelly. El ataque ocurrió entre los días 19 y 27 de junio pero, según la fuente del Times, se desconoce si forma parte de la misma intromisión que afectó a las otras dos organizaciones o es un caso independiente.
La supuesta intromisión de hackers rusos en los sistemas informáticos demócratas, que ya forma parte de la campaña presidencial por su gravedad, cobró un protagonismo aún mayor esta semana. El candidato republicano Donald Trump declaró en una rueda de prensa que invitaba a los piratas informáticos rusos —dando por sentado que ellos eran los responsables del ataque a la organización demócrata— a que sacaran a la luz 30.000 correos de Clinton.
Aquí es donde este incidente tomó una dirección distinta. Trump se refiere en realidad a los correos que la ex secretaria de Estado alojó en un servidor personal durante su etapa al frente de la diplomacia estadounidense. Esa decisión le ha costado a Clinton una investigación del FBI en plena campaña y, a pesar de que la Justicia de EE UU no presentó cargos contra ella, un alto precio en la confianza que inspira entre los votantes.
La candidata demócrata reconoció ante las autoridades que sus abogados eliminaron miles de correos que consideraron personales y que no han podido ser recuperados por el FBI para determinar plenamente si alojó información clasificada en un servidor desprotegido. Trump, en unas declaraciones sin precedentes para un candidato presidencial, pidió a un país enemigo que espiara a su contrincante. Días después dijo que simplemente había sido sarcástico.
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