“Las dos partes tenemos que aprender de esto”
Baton Rouge busca comprender y superar el conflicto racial tras la muerte de un afroamericano y tres policías blancos en dos semanas
Bob Ossler acababa de regresar del funeral por los cinco agentes asesinados en Dallas hace unos 10 días cuando la noticia de un nuevo ataque contra la policía en Baton Rouge, que dejó otros tres uniformados muertos, le hizo tomar rápidamente otro avión desde Nueva Jersey, donde trabaja como capellán de la policía, rumbo a la sureña ciudad de Luisiana.
En el césped frente a la gasolinera donde el domingo se parapetó Gavin Long, el exmarine afroamericano que ahora se sabe que preparó una emboscada para atraer a policías y disparar contra ellos con un rifle semiautomático, Ossler colocó varias cruces de madera sobre una pancarta publicitaria que ayer servía de soporte para un improvisado altar. Alrededor, ramos de flores y velas se iban acumulando, depositados por un goteo de personas, blancas y negras, que se acercaban a rendir un homenaje póstumo a los agentes. Muchas aceptaban el abrazo de Ossler, que también les animaba a rezar juntos una oración.
“Necesitamos cerrar nuestras heridas”, explicaba el capellán su gesto.
“Ha sido muy duro para nuestra comunidad, llevamos un par de semanas muy malas”, lamentaba una mujer, blanca, que tras depositar su ramo aceptó la oración compartida del capellán. La mujer, que no quiso revelar su nombre, pero que dijo conocer a varios de los agentes atacados, se refería a las tensiones raciales que sufre la ciudad desde la muerte, a comienzos de mes, de Alton Sterling, un afroamericano que fue abatido por la policía, que lo había detenido a pesar de que estaba desarmado y ya había sido reducido.
Redes sociales
Las imágenes de su muerte, que fueron divulgadas rápidamente por las redes sociales, fueron la chispa de una nueva oleada de protestas por la brutalidad policial contra las minorías en todo el país que se incrementaron cuando, un día después, moría en similares circunstancias otro joven negro, Philando Castile. Unos días más tarde, Micah Johnson, un veterano negro de 25 años, atacaba a la policía que vigilaba una de esas protestas en Dallas, Texas,asesinando a cinco agentes antes de ser abatido. Su intención había sido, según reveló a la policía, matar a blancos, y específicamente a policías blancos. Solo diez días después, Gavin Long perpetraba un ataque similar en un Baton Rouge que acababa de enterrar a Sterling.
“Nuestra ciudad necesita que recemos mucho para que haya paz y podamos superar juntos todo esto”, insistía la mujer.
“Esto ha sido algo terrible, es triste que hayamos llegado a este punto, tenemos que unirnos", coincidía Tammy desde el hospital Nuestra Señora del Lago, la clínica a la que fueron trasladados dos de los tres policías que también resultaron heridos, uno de los cuales seguía ayer en estado crítico. También allí se ha erigido un pequeño altar.
Entre las flores y globos colocados ante el centro médico, adonde también han acudido numerosas personas en las últimas horas a donar sangre en solidaridad con los heridos, destacaban una cruz, un pequeño ángel y una figura de Supermán. Una mujer afroamericana que no se bajó del coche se paró al lado de los agentes que lo custodian para entregarles otro ramo de flores y manifestarles su pesar y su solidaridad.
Desconfianza
“No creo que nadie se esperara esto”, señalaba Tammy, blanca y cuya hija está a punto de acabar sus estudios en la academia de policía, algo que ahora le da escalofríos a su madre. “Hemos tenido protestas, sí, pero no han sido violentas. Esto es totalmente distinto”, señaló respecto de la emboscada contra los agentes. Su único “consuelo”, dijo, fue saber que el agresor no era un vecino. Long creció en Kansas City. “Eso me hace pensar que podremos superarlo”, suspiró.
“Tenemos que buscar un espacio común, tenemos que aprender a acercarnos”, repetía como un mantra junto al memorial de la gasolinera Tommy Lavergne. Este afroamericano dijo tener el “corazón roto” por los sucesos de las últimas semanas. Fue policía durante 29 años, pero también participó en las protestas por la muerte de Sterling. El asesinato ahora de varios de sus colegas tiene que ser un “punto de inflexión”, reclamó.
Uno de los tres agentes fallecidos, Montrell Jackson, era negro como él. En su cuenta de Facebook había expresado su cansancio y frustración por las tensiones entre su comunidad y el cuerpo de policía al que pertenecía. “Cuando llevo el uniforme, recibo desagradables miradas de odio, y cuando no lo llevo algunos me consideran una amenaza”, lamentó en esa red social. Una sensación que Lavergne dijo compartir. “Todos tenemos que cambiar, las dos partes tenemos que aprender de esto”, reclamó.
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