El ‘Brexit’ hunde a Reino Unido en un profundo caos político
La rebelión en la oposición laborista y la batalla por el liderazgo conservador, desatadas tras el referéndum, abocan al país a una virtual parálisis institucional
Si el del jueves fue un voto contra el establishment político, la eficacia del mensaje ha quedado este domingo fuera de toda duda. Reino Unido emprende descabezado su proceso de separación de la UE, el desafío más colosal de su historia moderna. Los dos principales partidos se han zambullido en sendas luchas por el liderazgo que abocan al país a una virtual parálisis institucional. En la oposición, Jeremy Corbyn se aferra a un poder que se le escapa tras una serie de dimisiones en cadena en su equipo de oposición. Un Partido Conservador roto maniobra para encontrar un sustituto a un primer ministro en retirada que, igual que el ministro de Finanzas, ha estado desaparecido en un fin de semana frenético. La preocupación crece en el mundo empresarial mientras el Gobierno, urgido por sus todavía socios europeos para acelerar el proceso, se resiste a esbozar los plazos del divorcio.
A la una de la madrugada del domingo, mediante una llamada telefónica, Jeremy Corbyn despedía a su portavoz de Exteriores, Hilary Benn, después de que este hubiera dejado claro que había perdido la confianza en su liderazgo. La expulsión de Benn, hijo del mentor político de Corbyn pero marcado por sus fieles después de su intervención parlamentaria en defensa de los bombardeos en Siria en diciembre, ha desatado una cadena de dimisiones en el Gobierno en la sombra de Corbyn.
La tibieza del líder en la campaña y su fracaso en movilizar a sus votantes tradicionales contra el Brexit fue la gota que colmó el vaso de la rebelión que se fragua en el partido desde que el veterano socialista asumiera el liderazgo en septiembre, con un fuerte apoyo en las bases que no se refleja en el grupo parlamentario. A primera hora de la tarde del domingo eran ya nueve de los 31 diputados que conforman el equipo de oposición los que siguieron a Benn, y solo cinco expresaron su apoyo al líder. Los rebeldes confían en que la falta de apoyo obligue a Corbyn a apartarse, y evitar así que la moción de censura que empezará a tramitarse el lunes arroje de nuevo al partido a una larga y venenosa lucha por el liderazgo. Pero Corbyn, confiado en que su apoyo en las bases sigue intacto, sigue aferrado al puesto. “Jeremy es el líder y está aquí para quedarse”, ha dicho su portavoz.
En el Partido Conservador, por su parte, la semana que empieza mañana promete ser determinante en la lucha por el liderazgo desatada tras el anuncio de Cameron, el viernes, de que dejará su puesto de primer ministro en octubre. Las recriminaciones que han empezado a aflorar hoy sobre el comportamiento de unos y otros en una campaña que dividió al partido en dos anuncian un proceso endiablado.
El titular del Foreign Office, Philip Hammond, ha pedido a los victoriosos Boris Johnson y Michael Gove que rindan cuentas a los votantes. “Hicieron promesas contradictorias al pueblo británico y ahora tendrán que explicar como van a cumplir compromisos que son mutuamente incompatibles”, ha dicho. Los aludidos se han mantenido el fin de semana alejados de los focos.
Johnson sigue siendo el favorito entre las bases para liderar el partido, según estudios internos. Hoy ha trascendido que Gove, quien ha afirmado que él mismo no está en disposición de ser primer ministro, apoyaría al exalcalde de Londres. Pero la candidatura no cuenta, ni mucho menos, con el apoyo unánime de los diputados tories. El nombre de Theresa May, menos quemada que otros miembros del Gobierno tras la campaña, sigue sonando con fuerza como figura de peso capaz de unificar al partido y se espera que dé a conocer sus intenciones esta semana. Las miras están puestas también en los movimientos del canciller del Exchequer, George Osborne, desaparecido durante el fin de semana. Las críticas a su exageración de los datos económicos para evitar el Brexit han minado sus otrora sólidas opciones de suceder al líder, pero nadie subestima los muchos poderes que podría desplegar para apoyar a cualquier candidato que se enfrente a Johnson.
Mientras la política británica se reconstruye, importantes decisiones que habían de tomarse en las próximas semanas -como el futuro de los aeropuertos de Londres, la renovación del arsenal nuclear o la venta de las acciones del banco Lloyds en poder del Estado- han sido empujadas al final de la agenda. El ministro Sajid Javid ha reconocido la preocupación en el mundo empresarial por la incertidumbre desatada tras el referéndum, y ha querido transmitir un mensaje de normalidad que el discurrir de los acontecimientos se empeña en desmentir.
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