“Espero que Jo Cox se convierta en símbolo de unión”
Birstall vota en medio de la conmoción por el asesinato de la diputada, que fue un punto de inflexión en la campaña
A los pies de la estatua del científico Joseph Priestley, en Birstall, casi no caben más flores, dibujos y globos. La pequeña plazoleta del pueblo se ha convertido en un altar improvisado en homenaje a la diputada laborista Jo Cox, de 41años, asesinada hace una semana a pocos metros del lugar. Y allí, como si de un altar se tratase, Annie Hollies reza una plegaria por la que fue la representante de los vecinos en Westminster. “Es tan injusto, una persona tan buena”, lamenta la mujer con lágrimas en los ojos. Hollies, de 65 años, conocía a Cox. “Iba a las casas, se preocupaba por nosotros. Yo no pensaba votar, pero para honrar su memoria lo haré. Votaré por el Remain [permanencia]”, añade.
Cox, asesinada por un hombre con vínculos con la extrema derecha, había sido activista y era una firme defensora de la permanencia de Reino Unido en la UE. Su muerte ha dejado en shock no solo a su distrito, sino a todo el país en un momento histórico, y ha supuesto un punto de inflexión en una campaña del referéndum que hasta ese momento no paraba de subir de tono. Sobre todo en el discurso sobre la inmigración, cada vez más agresivo por parte sobre todo de los partidarios del Brexit. La repulsa hacia el brutal asesinato de la laborista —que, según su esposo y padre de sus dos hijos, fue asesinada por sus ideas— ha unido a los políticos y los ciudadanos en un momento en el que el país está dividido por la consulta.
La tragedia ha supuesto un golpe durísimo, además, para la campaña por el Brexit, que desde lo ocurrido ha rebajado el tono. Los del Leave (salida) han perdido incluso algunos partidarios, como la diputada conservadora Sayeeda Wars, que les ha abandonado por sus “mentiras, odio y xenofobia”. Además, mientras que los partidarios de la permanencia no han dejado de cosechar importantes apoyos públicos en los últimos días —desde George Soros a David Beckham—, los afines al Brexit se han mantenido con un perfil bajo.
En Birstall, sin embargo, una localidad de West Yorkshire, un condado que según los sondeos tira hacia el euroescepticismo, algunos ciudadanos afirman que la muerte de Cox no cambiará el color de su voto. Como Gerard O‘Sullivan, empresario de origen irlandés. “Lo que ha ocurrido es muy triste, pero sigo pensando lo mismo. Tenemos demasiada inmigración y necesitamos más control de nuestras fronteras. Si no, esto se nos va a ir de las manos”, afirma a pocos metros de la biblioteca pública del municipio, donde Cox se había reunido con los vecinos pocos minutos antes de ser atacada, y que este jueves se ha convertido en centro electoral.
Thomas Mair, el hombre que supuestamente puso fin a su vida, se enfrenta a cargos de asesinato y posesión de armas y se le ha aplicado el protocolo antiterrorista. Será juzgado a partir de noviembre.
“Espero que la gente abra los ojos con lo que ha ocurrido y se dé cuenta de que el racismo y el odio matan”, apunta afligido Fidelis Mafumo, originario de Zimbabue. Mafumo, había oído hablar de Cox por sus causas sociales y este jueves, junto a su amigo Adam, de Somalia, se ha acercado a llevarle flores: “Espero que la gente vote por la permanencia y ella se convierta en un símbolo de la unión entre las personas”.
Los homenajes a Cox se han sucedido hoy por todo el país. Además de en Birstall, muchos asistentes al Festival Glastonbury también han recordado su memoria. La organización del evento ha anunciado además que en recuerdo de Cox, grabará su primer álbum en directo en colaboración con Oxfam (una ONG en la que la diputada trabajó), con el fin de apoyar a los desplazados por conflictos y desastres. No es la única actividad de este tipo: el fondo de recaudación benéfico que lleva el nombre de la diputada ha recaudado ya más de un millón de libras, que según su esposo serán dedicadas a distintos proyectos en Reino Unido y en otros países, como Siria o Darfur, donde Cox había trabajado.
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