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Silicon Valley quiere frenar a Trump

El mundo de la tecnología se enfrenta al aspirante a candidato republicano

Un hombre lleva una piñata de Trump a la Comic Con de Sillicon Valley.
Un hombre lleva una piñata de Trump a la Comic Con de Sillicon Valley.JOSH EDELSON (AFP)

Donald Trump no gusta en el mundo tecnológico. Por sus formas, su fondo, pero también, por su visión de la emigración. Aunque no se habían pronunciado de manera oficial, durante una reunión privada del Foro anual del American Enterprise Institute, varias de las grandes figuras de Sillicon Valley dejaron claro que prefieren al magnate lejos de la Casa Blanca. En esa cita, de la que se hizo The Huffington Post, varios asistentes, entre los que se encuentran Tim Cook, consejero delegado de Apple, Larry Page, cofundador de Google, el polémico Sean Parker, primer presidente de Facebook y fundador de Napster, así como el empresario de moda en la zona, Elon Musk de Tesla y SpaceX, mostraron la necesidad de frenar al candidato a la nominación por el partido republicano Donald Trump.

Una buena fórmula para medir el apoyo de los candidatos de manera relativamente objetiva es fijarse en la cantidad de dólares que reciben para la campaña. Trump no sale bien parado en esta comparación. Los habitantes de la Bahía de San Francisco, una zona que comprende los condados de San Francisco, Alameda, Marin, Contra Costa, Santa Clara y San Mateo, han desembolsado 23 millones de dólares repartidos según sus preferencias. Según los datos de CrowdPac sobre 2015, la demócrata Hillary Clinton es la preferida con más de ocho millones. Le sigue su compañero Bernie Sanders con 2,2. Del lado republicano, Marco Rubio —que ya ha abandonado la carrera— era el que más apoyos había cosechado, con más de 750.000 dólares. Mientras que Ted Cruz superaba el cuarto de millón. Trump, reconocido millonario, solo pasaba de 30.000 dólares.

Uno de los grandes problemas de Trump es que no está encontrando apoyo entre reconocidos republicanos. En una tierra en la que los ingenieros son importantes no caen bien sus declaraciones.Tampoco lo hace su misoginia en un lugar cuya obsesión, en los dos últimos años, es incorporar a la mujer en el mundo laboral más allá de los puestos en departamentos de márketing, ventas, legal o comunicación. Ted Ullyot, exconsejero de Facebook y ahora unos de los miembros destacados del fondo Andreessen Horowitz, afín al partido más conservador, se mostró tajante durante un foro con inversores en Palo Alto: “Todavía no he escuchado a nadie decir algo bueno sobre Trump. No es algo muy normal”.

Meg Whitman, consejera delegada de la división de empresas de Hewlett Packard, intentó ser gobernadora de California en 2010. Al comienzo de la carrera mostró su afinidad con Chris Christie, al que hizo una generosa donación. Mientras que Christie, gobernador de New Jersey, ha dicho que pide el voto para Trump, ella se ha alejado de esta línea. “No encaja como presidente. Es un demagogo, alguien deshonesto, que juega con el miedo. Trump llevaría a América a un viaje peligroso”, subrayó la directiva en el encuentro del American Enterprise Institute.

La visión de la política internacional es uno de los puntos que más preocupan en el mundo de los chips. No hay que perder de vista la cuidada diplomacia de Facebook o Google a la hora de abrir puertas en nuevos mercados. Esta semana el buscador anunciaba sus planes en Cuba aprovechando el viaje del presidente Obama a La Habana. Airbnb fue una de las pioneras en abrir mercado en la isla. La indumentaria de Mark Zuckerberg en China, con traje en lugar de su uniforme informal, ha sido objeto de bromas, pero también evidencia la importancia que le da a llegar al gigante asiático. La llegada de Trump a la Casa Blanca truncaría los planes de expansión. Uber tampoco lo ve con buenos ojos. Desde su desembarco en China han gastado más de mil millones de dólares en promoción para competir con otras propuestas locales. Demasiado como para dejar que caiga en saco roto.

Más allá de sus polémicas declaraciones sobre la emigración latina, Trump ha atacado a otro colectivo apreciado. Los emigrantes cualificados con una visa H-1B forman algo parecido al proletariado tecnológico. Según la página web del aspirante son algo muy distinto: “Mano de obra barata. Ni tienen habilidades destacadas, ni son inmigrantes. Se trata de trabajadores temporales, importados con una sola finalidad, sustituir a los americanos con un sueldo más bajo”. Solo en 2015, se tramitaron 65.000 visados de esta modalidad.

La colección de declaraciones de Trump es amplia, pero hay dos que han terminado por dañar la relación con el sector de la tecnología. Por un lado, su llamada al boicot a Apple por no querer colaborar con el FBI en el caso del iPhone del tirador de San Bernardino. Por otro, su opinión sobre el matrimonio gay. No hay que perder de vista la fuerza histórica que tiene este colectivo en San Francisco, una de sus ciudades bandera.

Fuera del valle, el colectivo Anonymous ha emprendido una campaña de desprestigio. En un vídeo publicado en YouTube amenazan con desvelar detalles de su vida privada.

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