¿Pidió Occidente a Ucrania que se resignara a la anexión de Crimea?
Ucrania ha levantado el secreto sobre un documento importante para entender cómo reaccinaron sus dirigentes ante la anexión de Crimea por Rusia hace dos años. Se trata del acta de la sesión del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa (CSND) del 28 de febrero de 2014. El documento, revelado esta semana en el comité de Seguridad y Defensa de la Rada (parlamento estatal), es la prueba oficial de algo obvio: los líderes en funciones de Ucrania se vieron apabullados y desorientados por la determinación, rapidez y superioridad de efectivos del invasor. Temerosos de males mayores, aquellos políticos que, encumbrados por el “Maidán” habían sustituido al equipo de Víctor Yanukóvich, no defendieron el territorio del Estado y no ordenaron oponer resistencia en Crimea.
Las intervenciones de los asistentes a la reunión del CSND plantean también interrogantes para futuras polémicas e investigaciones. Uno de ellos es el carácter de la actuación y el grado de responsabilidad asumido por los países de la Unión Europea y EEUU, ante Kiev y si los dirigentes occidentales hicieron promesas o dieron falsas esperanzas a Ucrania a cambio de su resignación.
El documento podría empañar la popularidad que las encuestas dan a la veterana Yulia Timoshenko, en contraste con el deterioro de imagen de sus oponentes. En aquella reunión histórica del CSND, Timoshenko instó a “comportarnos como la paloma de la paz”, aunque pocos meses más tarde, había olvidado su pacifismo y abogaba por declarar la ley marcial en Ucrania. En febrero de 2014, recién liberada de la cárcel donde la tenía recluida Yanukóvich, Timoshenko no era miembro del CSND, pero sí uno de los líderes parlamentarios invitados a la reunión por Alexandr Turchínov, por entonces presidente de Ucrania en funciones y también jefe de la Rada. Los “socios extranjeros piden no hacer ningún movimiento”, dijo Timoshenko. “Ningún tanque debe salir fuera de los cuarteles, ningún soldado debe tomar las armas”, subrayó. “Si hubiera una sola oportunidad entre cien de oponerse con éxito a Putin”, afirmó, ella “sería la primera en apoyarla”.
“¿Propone usted no hacer nada?”, le espetó Turchínov.
Timoshenko propuso entonces convocar a los líderes de los países europeos a una cumbre en Kiev o en Crimea, organizar una conferencia sobre cuestiones de paz y dirigirse a la ONU, a la OTAN y a EEUU para que enviaran “tropas pacificadoras” y también “emplear todas las relaciones diplomáticas. El presidente en funciones era de otra opinión: “Necesitamos una movilización total del Estado; es necesario comenzar el traslado inmediato las tropas del centro y el oeste al este y al sur. Es vitalmente necesario”. La salida de los tanques a la calle, terció ella, “provocará un pánico masivo”.
“Más pánico habrá si los tanques rusos llegan a Jreschátik”, exclamó Turchínov, refiriéndose a la avenida del centro de Kiev.
Declarándose a favor de decretar la ley marcial, Turchínov sometió entonces el tema a votación. Todos los reunidos, excepto él, votaron en contra. Esa circunstancia permitiría al político presentarse como el único líder dispuesto a defender su país, si no fuera porque el CSND no era el marco adecuado para decidir sobre la ley marcial. En tanto que presidente en funciones, Turchínov era el responsable de decretar (o no) la ley marcial y someter después el decreto al parlamento.
En la reunión, los militares se mostraron pesimistas. El ministro de Defensa, Igor Teniuk, informó que el jefe de la Flota rusa del Mar Negro había comunicado a su colega de la marina ucraniana la disposición de los rusos de ir “hasta el final” y le había anunciado que todas las tropas rusas en la península estaban “en disposición de combate”.Rusia, dijo Teniuk, había concentrado 38.000 soldados con armamento y equipo pesado en la frontera y Ucrania, a lo sumo, solo podía encontrar 5000 soldados capaces de combatir en todo el país, pero enviarlos a Crimea (donde había 20.000 uniformados rusos y solo 1.500 ucranios) suponía “sacrificarlos” “sin resolver el problema”. “¿Y qué hacer con miles de kilómetros de frontera y la preparación de Rusia para la invasión? Si entran por la mañana por la región de Chernígov, por la noche estarán ya en Kiev”, dijo el militar.
Durante la reunión en Kiev el jefe del parlamento ruso, Serguéi Narishkin, telefoneó a Turchínov para comunicarle “las amenazas de Putin”. “Me ha trasmitido las palabras de Putin de que si perece un solo ruso, nos declararán criminales de guerra y nos perseguirán por todo el mundo”, dijo Turchínov a los reunidos. El presidente en funciones aseguró haberle contestado a Narishkin que “al haber comenzado una agresión contra Ucrania, ellos (los rusos) ya se han convertido en delincuentes y responderán ante un tribunal internacional”.
“La información que llega por nuestros canales confirma totalmente la disposición de Rusia a llevar las tropas que se concentran a lo largo de nuestra frontera. Y los americanos y los alemanes, todos a una sola voz piden no empezar ninguna actuación porque según los datos de su espionaje Putin utilizará esto para iniciar una invasión de infantería de gran amplitud”, afirmó Valentín Nalivaíchenko, el jefe del servicio de Seguridad de Ucrania. Los socios occidentales, señaló, “necesitan tiempo para tomar una decisión”.
“Ni un solo país, ni siquiera los del memorando de Budapest, está dispuesto ahora a ayudar a Ucrania”, dijo el primer ministro Arseni Yatseniuk, refiriéndose a las potencias nucleares (EEUU, Gran Bretaña) que, junto con Rusia, dieron garantías a Kiev en 1994 a cambio de la retirada del arsenal nuclear legado por la URSS. “Y mucho menos (en) un conflicto bélico en el centro de Europa. Nos tendremos que arreglar sólo con nuestras propias fuerzas”, concluyó.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.