El Senado, trampolín presidencial
Tres senadores aspiran a la Casa Blanca: el demócrata Sanders, y los republicanos Cruz y Rubio
Ted Cruz y Marco Rubio se han perdido en los últimos meses importantes votos en el Senado. El ajetreo de la campaña presidencial se lo ha impedido. Pero el pasado miércoles los dos senadores republicanos volvieron a Washington para votar una ley de sanciones contra Corea del Norte. Fueron los protagonistas. Se les acercaron a hablar otros senadores, sobre todo a Rubio, con más amigos que Cruz en la Cámara.
Quien no acudió a la votación fue el demócrata Bernie Sanders. Junto a Cruz y Rubio, es el tercer senador que aspira ser el nominado de su partido en las elecciones presidenciales de noviembre.
Ser senador es una ventaja y una desventaja para un candidato a presidente. Es raro que no haya senadores entre los aspirantes a la Casa Blanca, pero su suerte es diversa. Se dice que cuando un senador se mira al espejo ve a un presidente por ser el Senado un club exclusivo: hay 100 miembros -dos por cada Estado- con mandatos de seis años.
De los 44 presidentes de EE UU, 18 fueron antes gobernadores y 16 senadores. Algunos ocuparon ambos cargos. En el siglo XX y XXI, solo tres candidatos han logrado pasar directamente del Senado a la Casa Blanca: el republicano Warren Harding en 1920, y los demócratas John F. Kennedy en 1960 y Barack Obama en 2008.
“Ninguno de ellos era muy reconocido como una figura importante del Senado”, dice Mark J. Rozell, decano de la facultad de Política de la Universidad George Mason y un experto en historia presidencial. Eran legisladores que llevaban poco tiempo en el Capitolio, donde adoptaron un perfil bajo y en su campaña electoral no hicieron bandera de su experiencia como senadores. “Eran más unos outsiders dentro de la institución”, agrega Rozell en una entrevista telefónica.
En cambio, sostiene Rozell, los senadores veteranos con un extenso bagaje legislativo “tienden a no ganar” nominaciones o elecciones presidenciales. Por ejemplo, los demócratas Joe Biden y John Kerry; o los republicanos Barry Goldwater, Bob Dole y John McCain. El motivo, según el profesor, es que son un “blanco fácil” de los ataques de sus rivales que explotan posibles incoherencias en su largo historial de voto.
Sanders lleva 25 años como legislador en Washington, repartidos entre la Cámara de Representantes y el Senado. Rubio lleva cinco de senador y Cruz tres. Sus rivales electorales les reprochan algunos votos (por ejemplo, a Rubio su opinión cambiante en inmigración) y ellos tratan de ensalzar lo que más les conviene de su experiencia. Pero el Senado no es un asunto central de su candidatura. Lo utilizan como una plataforma de prestigio, aunque a veces se les gira en contra: Rubio ha recibido críticas por ausentarse demasiado de la Cámara Alta.
En un artículo en el diario The Hill, Rozell esgrime que, según la tendencia histórica, Cruz tiene menos opciones que Rubio de ganar las elecciones por ser un político más ideológico y polémico. Cruz no ha pasado desapercibido en el Senado: estuvo 21 horas seguidas hablando contra la reforma sanitaria del presidente Obama y fue uno de los impulsores del cierre parcial del Gobierno en 2013. Mientras Rubio, argumenta el experto, “no se ha posicionado como una fuerza importante en el proceso legislativo” y “no es percibido como un ideólogo”.
En el bando demócrata, Sanders ha sabido utilizar su veteranía como legislador independiente en el Capitolio como ejemplo de su lucha contra el establishment. “No es un senador típico y eso le beneficia como candidato presidencial”, dice Rozell en la entrevista. La rival de Sanders en la nominación demócrata es Hillary Clinton, que fue senadora durante ocho años.
Gobernadores contra senadores
En los últimos 40 años, EE UU ha tenido a cuatro presidentes que habían sido gobernadores de Estados (los demócratas Jimmy Carter y Bill Clinton, y los republicanos Ronald Reagan y George W. Bush) frente a un solo exsenador (Obama). Hay un dicho que asegura que los senadores son buenos oradores, pero los gobernadores gestores eficientes. Sin embargo, en la actual campaña republicana, los senadores aventajan ampliamente en las encuestas al gobernador de Ohio, John Kasich, y al exgobernador de Florida Jeb Bush.
El profesor Rozell atribuye el escaso número de exsenadores presidentes en las últimas décadas al creciente sentimiento anti-Washington. En la campaña actual, se le une la irrupción del discurso anti-establishment, que explica el auge del magnate Donald Trump en el campo republicano y de Sanders en el demócrata.
Cruz, Rubio y Sanders denostan el aparato político de Washington y prometen cambiarlo como presidentes pese a que, como senadores, son parte intrínseca de él. El entonces senador Obama prometió lo mismo en las elecciones de 2008.
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