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Debate sin límites

Lluís Bassets

En dos ocasiones el Tribunal Constitucional ha tenido la oportunidad de pronunciarse de forma directa sobre los límites del debate político respecto a la independencia de Cataluña. La primera, en marzo de 2014 con motivo del recurso presentado por el Gobierno contra la declaración soberanista; la segunda, esta pasada semana, en relación a la petición de suspensión del debate previsto para hoy sobre la declaración de independencia presentada por C's y PP. En ambas, el TC ha decidido por unanimidad que la cámara catalana tiene reconocido el derecho a debatir sin límite alguno sobre las propuestas encaminadas a convertir a Cataluña en un Estado independiente.

El tópico del argumentario independentista descalifica al TC como un instrumento político en manos de los partidos mayoritarios españoles y más específicamente del PP, pero no hay nada que permita deducirlo de las dos decisiones, ni de la sentencia sobre la declaración soberanista, ni de las providencias que rechazan la suspensión del primer pleno del nuevo parlamento programado para hoy lunes, perfectamente imaginables en un tribunal que no respondiera a las características y vicios que se le achacan desde el movimiento soberanista.


No está de más recordar que la sentencia contra la declaración soberanista declara “inconstitucional y nulo” el principio que atribuye al “pueblo de Cataluña (...) carácter de sujeto político y jurídico soberano”, pero como contrapartida considera aceptables dentro de la Constitución las referencias "al derecho a decidir de los ciudadanos de Cataluña", considerado como una aspiración política a la que se puede llegar siguiendo los principios de legitimidad democrática, pluralismo y legalidad. En la misma línea, las dos providencias de la pasada semana consideran “como uno de los fundamentos del sistema democrático que el parlamento es la sede natural del debate político” y que en consecuencia “el eventual resultado del debate parlamentario es cuestión que no debe condicionar anticipadamente la viabilidad misma del debate”. Para simplificar, en los órganos de representación democrática cabe debatir propuestas que desbordan el marco legal e incluso mociones que proponen su superación o anulación. Pero que todo se pueda discutir no significa que todo lo que se discuta y decida en un parlamento sea democrática y constitucionalmente aceptable.

C's y PP defendían en su recurso que no cabe ni siquiera admitir a trámite propuestas de debate que desbordan o pretendan anular la Constitución. El PSC, que considera inconstitucional la declaración y por ello la recurrió en amparo, no pidió la suspensión del debate. El resto de fuerzas, incluida al menos una parte de Catalunya Sí que es Pot, piensa que el Parlamento tiene legitimidad para discutir y también aprobar cuantas mociones y propuestas considere en la medida en que cuenta con el aval de las urnas.

Para la consejera y portavoz del Gobierno catalán, Neus Munté, es una cuestión de respeto a la libertad de expresión y al mandato democrático, aunque ambos argumentos han sido rebatidos por el TC. Respecto a la primera, el tribunal la resuelve al aceptar el debate de hoy y también en la sentencia sobre la declaración de soberanía al considerar que el texto “puede producir efectos jurídicos” y no es una mera declaración fruto de la libertad de expresión. Respecto a la segunda, el mandato democrático, el TC no entra, como es natural, a valorar los resultados electorales que, ciertamente, han proporcionado una mayoría de diputados independentistas, pero sin el aval plebiscitario de una mayoría de votos que pidieron en la campaña; pero sí coloca ciertos límites a dicho mandato a la hora de tomar ciertas resoluciones.

Las providencias del TC que autorizan el debate parlamentario de hoy recuerdan “el deber de fidelidad a la Constitución por parte de los poderes públicos”, de forma que es “a la propia Cámara autonómica a la que corresponde velar porque su actuación se desarrolle en el marco de la Constitución”, aunque añade que eso se producirá “sin prejuicio de que la última palabra, cuando así se le pida, le corresponderá a este TC”. En estos párrafos, reforzados por la unanimidad, los magistrados reivindican su autoridad última e incluyen una advertencia implícita a la presidencia del Parlament de forma que, al final de las cuentas, el choque de legimitidades será entre los 72 diputados de la mayoría independentista, encabezados por Carme Forcadell, y el TC con los poderes constitucionales en la mano para frenarla.

Todo se puede discutir en democracia, pero no todo se puede hacer en democracia. Y lo que menos, vulnerar la legalidad por mayoría simple, como en una asamblea de facultad, sin seguir las reglas legales establecidas para modificar las leyes.

Comentarios

Por una vez estamos de acuerdo en la forma, Lluis.Pero si no convienes conmigo que los causantes de todo este lio son el PP de Rajoy (autoritario e intolerante) y el PSOE paralizado por el miedo escénico a reconocer sus errores y poner sobre la mesa sus soluciones, el recorrido sera demasiado corto.Diga lo que diga la prensa en general, cautiva de los mismos que nos metieron en este fregado, en la situacion catalana podria aplicarse el aforismo anglofono: "a catch22 situation".O, en catalan, un atzucac.O, en castellano, callejon sin salida.Ambos aforismos mas adaptados a la mentalidad local.. Los anglofonos son mas racionales...Todas las soluciones son malas, digais lo digais.La podredumbre politica de la corrupcion generalizada de los partidos que querian ser actores mayores de la politica española, nos lo pone muy dificil.La complicidad de una gran parte de la sociedad (por activa o por pasiva), las instituciones y los intelectuales hace que encontrar a un politico que sea percibido como honrado y honesto, portador de una narrativa capaz de refundar España, es una ardua labor...Porque, digais lo que digais, los que representais ese chasco, esa estafa llamada transicion post-Suarez, solo hay una alternativa si queremos salvar el alma de España y esa es la refundacion, dejando atras esa picaresca y esa manera de vivir sobreviviendo, con la cual os hunto el franquismo y que nos dejo a la mayoria de los exiliados atonitos, forzandonos a un viaje de ida y vuelta porque esa España no era aquella por la que habiamos luchado.Soy indepe, pero asi no. Sin un referendum, no vale nada la puesta en escena de una independencia de opereta.Pero, de nuevo, si no convienes conmigo que, en frente no hay dada, entonces, tienes un grave problema de carencia realismo.Conclusion, sin la torpeza y arrogancia de Rajoy, no estariamos aqui y podria haber consensos, desde la peticion de concierto catalan de Mas a Rajoy, en el 2012. Ahora, con los actores que crearon este caos, solo podemos volver a la zarzuela mas rancia o las radicalizaciones mas absurdas...A menos que aparezca alguien con sentido comun que hable claro y explique lo que hara despues del 20D y lo vuelva vinculante...Porque España da tanto lider ignorante e intolerante al metro cuadrado, siglo tras siglo, y tan poco intelectual con luces para alumbrar el camino?
LA chapuza en que caído Mas y sus terroristas de salón es histórica. Espero que la Ley se aplique a tope y termine sus días donde le corresponde. De lo contrario, acabaremos a merced de los terroristas de verdad. Si todavía seguimos lidiando con ETA....

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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