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“La política tradicional no entiende las nuevas tecnologías”

Ricardo Lagos, expresidente de Chile, analiza la situación de su país, de Venezuela y los retos latinoamericanos

Juan Morenilla
Ricardo Lagos, en la embajada de Chile en España.
Ricardo Lagos, en la embajada de Chile en España.CARLOS ROSILLO

Cuando Ricardo Lagos (Santiago, 1938) llegó a la presidencia de Chile, el 11 de marzo de 2000, su madre, Ema, tenía 104 años. Ella le esperaba en el Palacio de La Moneda el día que llegó con la banda presidencial en el pecho. Ema miró a su hijo y le dijo: “Ricardito, ¿cómo te vas a salir de esta?”. La mañana que concluyó su mandato, en 2006, Lagos fue a visitar la tumba de su madre, fallecida un año antes. “Mami, ya salí de esta”, le respondió.

Pregunta. ¿En qué momento se encuentra la región?

Respuesta. La situación en América Latina es igual a la de otros países en los que la revolución de las nuevas tecnologías ha establecido una relación distinta entre el ciudadano y la política. Este es un ciudadano más empoderado, que exige mucho más porque sabe mucho más. El canal natural de expresión, que era el partido político, sigue existiendo, pero su legitimidad es distinta. En América Latina la época dorada ha sacado a 60 millones de personas de la pobreza, aunque ellos consideran que se pusieron de pie y los vimos.

P. ¿Y Chile?

R. En Chile, de 10 jóvenes en enseñanza superior, siete son primera generación en la familia. Eso sí que es cambio. Las familias sienten que finalmente sus hijos tienen un futuro que ellos nunca soñaron. Brasil, México, Colombia, Perú, Chile, Argentina, Uruguay, Costa Rica… van a tener del orden de los 25.000 dólares por habitante entre los próximos cinco y 10 años. El cambio es muy fuerte. Esto, unido a las tecnologías, hace que en muchos países pueda surgir un cuadro político distinto al de los partidos tradicionales. Puede pasar como en España.

P. ¿Cómo ve el auge de los partidos independientes?

R. Son una expresión ante la deslegitimidad de la política tradicional. Así, un comediante llega a presidente [Jimmy Morales, en Guatemala]. Ese tipo de insatisfacción con el stablishment también se da en América Latina.

P. ¿Cuál ha sido el error de la política tradicional?

R. No entender las nuevas tecnologías, la nueva manera de relacionarse, no entender que hoy hay un ciudadano que se informa más y exige ser considerado. Está por conocerse cuáles van a ser las instituciones políticas como resultado de la Red.

P. ¿A qué aspira Chile?

Hay un silencio estruendoso en América Latina sobre Venezuela

R. Es un país de economía mediana. Cuando eres pequeño buscas acuerdos de libre comercio porque quieres tener mercado más grande. Brasil, con 180 millones de habitantes, protege su mercado interno. Chile aspira a ser un puente entre los países del sudeste asiático y América Latina. Los flujos mayores del comercio mundial y de más rápido crecimiento están ahora en el Pacífico y no en el Atlántico. Quizás por primera vez estamos en la primera fila de la platea. A las empresas españolas les hemos dicho que Chile es la forma de entrar en Asia.

P. ¿Cuál es el estado de salud de la democracia latinoamericana?

R. Es sólido. Hay algunos bolsones negros. Algunos no saben que hay vida después de ser presidente y quieren reelegirse eternamente, son los presidentes duracell. La ventaja de América Latina es que sabemos quién es democrático y quién no, y que en el mundo moderno de hoy o andas con credenciales democráticas o no andas. Y sabemos administrar bien nuestras economías. Si no lo haces, es porque no quieres. Los desequilibrios macroecónomicos a la larga salen caros. Brasil mantuvo un nivel de gasto muy alto y ahora hay que hacer el ajuste.

P. ¿Y Venezuela?

R. Las denuncias del fiscal [Franklin Nieves]... no digo que haya sido así, pero es lo más probable. Yo estuve preso en la época de Pinochet, después del atentado. Pensaban que yo era el autor intelectual. Me interrogó el fiscal y me dejó con prohibición de salida del país. Yo me indigné: “Usted es abogado igual que yo y sabe que nada de lo que he dicho justifica eso”, le dije. Me enseñó un lápiz y me respondió: “Esto es todo lo que tengo ante la fuerza que me está presionando. Cada vez que interrumpo el juicio es porque me llaman de La Moneda para que le deje preso”. Me impactó su franqueza. Con Leopoldo López los expresidentes hemos sido claros en denunciar lo que pasa. Es hora de que los que están en activo hagan algún tipo de declaración. Hay un silencio estruendoso en América Latina.

P. ¿Por qué?

R. Porque no quieren opinar de lo que pasa en el país vecino y que les acusen de intromisión.

P. Pero se levantan muchas voces en contra del régimen de Nicolás Maduro...

R. Es verdad. En defensa de América Latina diré que se han dado dos noticias muy importantes. Una, que habrá paz en Colombia, y eso va a generar otra situación a nivel latinoamericano. Esa paz se va a hacer sin intervención de ninguna potencia extranjera. Otra, el entendimiento Cuba-Estados Unidos. Las buenas noticias no son económicas, son políticas.

P. ¿Por qué aumentan los casos de corrupción de Chile?

Los desequilibrios macroeconómicos a la larga salen caros

R. Esos casos son consecuencia de la ley electoral de 2003. Ese año me pareció indispensable regular el financiamiento público de la actividad política. Si el dinero va a influir en los resultados electorales, tenemos un sistema democrático imperfecto. Yo no tuve mayorías en mi mandato y había derecho a veto por parte de la oposición, sobre todo la derecha. Me pusieron la condición de que las empresas pudieran dar dinero a los partidos, un 3% como mucho, que se descontaba de impuestos. La empresa se acostumbró a dar plata. Ahora se va a acabar con eso.

P. ¿Su opinión sobre la gestión de Michelle Bachelet?

R. La presidenta ha tenido el problema familiar [un caso de especulación inmobiliaria por parte de su primogénito]. Su gran capital ha sido su credibilidad, su honestidad, y cuando pasa esto se le ha generado una situación compleja. Ha tomado las medidas necesarias. Hay que exigirle a la clase política que se autoregule, que haya mayor vigilancia sobre los recursos de todos los chilenos.

P. ¿Se presentará usted a las próximas elecciones?

R. Yo creo que para un hombre de mi edad [77 años] el futuro está un poquito pasado. Otra cosa es que me embarque en los temas de futuro, que en Chile van a ser el agua, la energía… el cobre va a dejar de ser una commoditie porque va a tener diferentes precios según el nivel de emisión de gas de efecto invernadero. En el mundo del futuro se va a calcular cuánto se emite por habitante… Un expresidente se dedica a estas cosas. Respecto a que en dos años hay elecciones, las encuestas…, no, no, yo ya fui presidente.

P. ¿Su postura sobre el aborto y el matrimonio gay?

R. Son cosas que van llegar, antes o después. Es la evolución de la sociedad.

P. Su madre murió a los 108 años. ¿Que le enseñó?

R. Le faltaba un mes para llegar a los 109. Bebía licor dulce y jugó al tenis. Yo tuve una enseñanza tradicional. Ella nació en ese núcleo del fundo rural que emigró a la ciudad. Como sus hermanas, era profesora. La forma de sobrevivir en Santiago era la educación. Me enseñó el sentido público de servir.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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