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¿Quién es Fethullah Gülen, el nuevo archienemigo de Erdogan?

La red del predicador musulmán, que los expertos comparan al Opus Dei, es acusada de haber creado "una estructura paralela" en el seno del Estado

Andrés Mourenza
El clérigo turco Fetulá Gülen.
El clérigo turco Fetulá Gülen.

Fethullah Gülen, el predicador turco que ayudó al Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) a deshacerse de los militares como actor político, se ha convertido ahora en el enemigo a batir por los islamistas, que lo acusan de haber creado una “estructura paralela” dentro del Estado con el objetivo de derribar al presidente Recep Tayyip Erdogan. Gülen es la cabeza de la red Hizmet (Servicio), referida en ocasiones simplemente como La Comunidad, una cofradía islámica a la que los expertos comparan con el Opus Dei católico tanto por sus ideas —muy conservadoras en lo social, partidarias del liberalismo en lo económico— como por su influencia: busca colocar a sus miembros en importantes posiciones del mundo de la empresa y la Administración.

Gülen nació en 1938 en la conservadora provincia de Erzurum (este de Turquía), pero trabajó durante años como imán a sueldo del Estado en Esmirna, una de las localidades más modernas del país, donde comenzó a congregar a su alrededor a una importante comunidad de fieles. Declarado seguidor de Said Nursi, Gülen fusionó las ideas de este teólogo de la primera mitad del siglo XX con el nacionalismo turco y la apuesta por la economía de mercado.

A raíz del golpe militar de 1980, tras el que el general Kenan Evren decidió impulsar la religiosidad islámica para combatir la influencia de la izquierda, la comunidad de Gülen ganó adeptos, que donan parte de su sueldo a Hizmet. En la siguiente década ya era la cofradía más poderosa del país merced a su importante red de escuelas privadas destinadas a captar a los alumnos más brillantes —a los que luego coloca en la administración pública—, así como a sus medios de comunicación y empresas. Además, no se circunscribió a Turquía, sino que se extendió por Asia Central, África y las Américas. Sus seguidores han abierto fundaciones y asociaciones también en España y Argentina, entre otros países hispanos.

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En Turquía, Fethullah Gülen cultivó lazos con los principales partidos conservadores que gobernaron a lo largo de la década de 1990. Sin embargo, Gülen decidió exiliarse en Pensilvania (EEUU) tras el golpe militar de 1997, pues entonces se desató una verdadera caza de brujas contra todo sospechoso de ser islamista.

La gran oportunidad de Gülen llegaría con la victoria del AKP en 2002. Durante los siguientes diez años, los funcionarios vinculados a la cofradía gülenista accedieron a las más altas posiciones de la policía y la judicatura, lo que aprovecharon para sentar en el banquillo a cientos de oficiales de las Fuerzas Armadas, acusándolos de conspiraciones golpistas. Estos macroprocesos judiciales, que contaron con pleno apoyo de Erdogan, estaban basados en muchos casos en una mezcla de pruebas veraces y otras fabricadas y terminarían siendo declarados nulos. Sin embargo, el objetivo se había cumplido: el Ejército dejó de intervenir en los asuntos políticos.

Purgas en la judicatura y la policía

Las relaciones entre el AKP y Hizmet comenzaron a resquebrajarse a raíz del apoyo dado por Erdogan a la Flotilla de la Libertad y de la represión gubernamental a los activistas de Gezi, ambos hechos criticados por Gülen y los medios de comunicación de la cofradía. El Gobierno turco tensó la cuerda al ordenar cerrar la importante red de academias privadas vinculadas a Hizmet, lo que motivó la dimisión de los diputados gülenistas del AKP, como el exfutbolista Hakan Sükür. Finalmente, la guerra abierta se desató a raíz de las investigaciones sobre corrupción en el entorno de Erdogan, que el Gobierno atribuyó a un intento de “derribar al Gobierno” promovido por fiscales y policías de La Comunidad.

Desde entonces, el Ejecutivo del AKP ha llevado a cabo importantes purgas en la judicatura y las fuerzas de seguridad tratando de depurar la Administración de aquellos a quienes la propia formación islamista había ayudado a elevar. El último episodio ha sido, este octubre, la apertura de un juicio contra la cofradía Hizmet por presunto golpismo y la emisión de una orden de arresto internacional contra Gülen. Del mismo modo que en los procesos contra el Ejército impulsados por los fiscales gülenistas, el sumario de acusación contra Hizmet “mezcla hechos con fantasías políticas” —en palabras del comentarista Mustafa Akyol—, entre ellas perlas como ésta: “A Turquía se le impide convertirse en una superpotencia a través de todo tipo de argucias, conspiraciones, terrorismo y crisis. Todo esto es provocado por nuestros amigos de Occidente y sus colaboradores nativos. La República, pese a sus sólidos cimientos, se enfrenta a serios peligros. Estamos luchando una Guerra de Liberación”.

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