Colombia le da la espalda al uribismo y a la izquierda en las elecciones
El partido del expresidente Uribe apenas logra representación en las grandes ciudades y el Polo sufre el desgaste por Petro en Bogotá
Los colombianos lanzaron un claro mensaje en las elecciones regionales. Su apuesta para los próximos cuatro años dista mucho de la confrontación. Los grandes perjudicados fueron el uribismo, el más férreo opositor al proceso de paz con las FARC, que no cumplió las expectativas en los primeros comicios a los que se presentaba el Centro Democrático, y la izquierda. En Bogotá, su principal feudo, sufrió el desgaste de las últimas gestiones, especialmente la del alcalde saliente, Gustavo Petro. La capital recayó en el candidato de centroderecha, el exregidor Enrique Peñalosa.
El expresidente Álvaro Uribe fundó el Centro Democrático hace dos años con vistas a las presidenciales de 2014. Entonces, su candidato, Óscar Ivan Zuluaga, casi le arrebata la presidencia a Juan Manuel Santos, reelegido en segunda vuelta en buena medida por el apoyo de la izquierda, lo que supuso una refrendación del proceso de paz que se desarrolla desde hace casi tres años en La Habana.
La alta popularidad de Uribe y su maquinaria mediática, especialmente a través de las redes sociales, hacía presagiar un mejor resultado para el Centro Democrático en sus primeras elecciones regionales. El expresidente se volvió omnipresente a la hora de apoyar a sus candidatos hasta el punto de que en muchos carteles electorales su figuraba acompañaba a la del aspirante. El énfasis en la necesidad de recuperar la seguridad de las ciudades no caló en el electorado, salvo en algunos lugares afectados históricamente por las guerrillas, como San Vicente del Caguán (Caquetá) o Saravena (Arauca), sin mayor trascendencia a nivel nacional. De hecho, el uribismo solo logró 50 alcaldías, una gobernación con su marca (Casanare) y otra en coalición (Tolima).
El mayor fracaso vino en Antioquia, la cuna de Uribe, su bastión histórico. En la capital, Medellín, el candidato Juan Carlos Vélez partía como favorito en las encuestas pero terminó derrotado por el independiente Federico Gutiérrez, continuista de las políticas de educación e innovación que han caracterizado la evolución de la segunda ciudad del país en los últimos años. La otra gran decepción fue el escaso respaldo que obtuvo a la alcaldía de Bogotá su exvicepresidente Pacho Santos, que apenas logró un 12% de los votos y terminó en cuarto lugar. Desde las filas del uribismo argumentaban ayer que la falta de estructura les ha perjudicado frente a las grandes maquinarias políticas colombianas, aunque admitían que los resultados estaban lejos de las expectativas generadas.
El otro gran perjudicado de la jornada fue el Polo Democrático, la izquierda colombiana, que sufrió un duro revés en Bogotá, donde venían gobernando o apoyando a los regidores desde hacía 12 años. La excandidata presidencial Clara López, que fue clave para la reelección de Santos el año pasado al brindarle su apoyo, sufrió el castigo a sus predecesores y de poco sirvieron los avances sociales alcanzados en la capital. En 2007, Samuel Moreno se impuso con más de 900.000 votos; los casos de corrupción durante su mandato no impidieron que Gustavo Petro le sucediera, con 720.000 votos. La “ruptura” con las élites por la que ha apostado, según reconoció en una entrevista con este diario, le ha costado caro a López, que se quedó en 498.000 votos, muy lejos del ganador, el candidato de centroderecha Enrique Peñalosa.
La victoria del nuevo alcalde de Bogotá, exregidor de la capital (1998-2000) que acudía a las urnas por quinta vez, padre del Transmilenio y que cuenta con el beneplácito de amplios sectores de la sociedad, refleja también el triunfo de los candidatos independientes. Salvo en Barranquilla, en las principales ciudades del país —Medellín, Cali, Cartagena y Bogotá— vencieron los aspirantes que iban por libre, aunque con el apoyo de los partidos tradicionales. La revista Semana apuntaba sobre ello: “Si algo quedó claro en estas elecciones es que los partidos dejaron de ser un referente ideológico para el país y para los candidatos. En vez de plataformas políticas que promueven ideas, se convirtieron en máquinas de avales”.
Gracias a estas coaliciones, el partido que salió más fortalecido fue Cambio Radical (CR), del vicepresidente Germán Vargas Lleras, a quien no pocos analistas ven ya enfilado a la carrera presidencial de 2018. CR forma parte de la Unidad Nacional, la coalición de partidos que ha aupado a Juan Manuel Santos en el poder desde hace cinco años y que integran también La U y el Partido Liberal. Para estas elecciones, sin embargo, decidieron acudir por separado.
Si se unen todos sus logros, como hizo la noche electoral Santos en su alocución al país, los aliados del presidente han obtenido 28 de las 32 gobernaciones, un triunfo que se interpreta como un respaldo a su política, sobre todo a la apuesta por la paz, y que sostiene el mensaje de que Colombia ha rechazado en las urnas la confrontación.
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