Colombia elige a los gestores del posconflicto
Las elecciones regionales dilucidarán los alcaldes y gobernadores que administrarán los primeros años tras el posible acuerdo de paz
Los colombianos no solo elegirán este domingo a quienes deberán solucionar problemas cotidianos como la movilidad, la inseguridad, el día a día de las ciudades y departamentos del país. Los alcaldes y gobernadores que resulten de las urnas serán, además y sobre todo, los encargados de gestionar y administrar los primeros años del posconflicto, un escenario al que no se ha enfrentado el país en su historia reciente, y al que llega en un momento de desaceleración económica.
Estas son las primeras elecciones regionales desde que en noviembre de 2012 se estableciese en La Habana la mesa de negociaciones entre el Gobierno y las FARC. Los avances en el proceso de paz, especialmente el acuerdo de justicia alcanzado el pasado septiembre y el hecho de que haya una fecha límite para llegar a un pacto definitivo -23 de marzo de 2016-, hacen ser optimistas de cara al año entrante. Cuando los alcaldes y gobernadores tomen posesión el 1 de enero, quedarán menos de tres meses para una hipotética firma de la paz y se ponga punto final a un conflicto armado de más de 50 décadas que ha dejado más de 220.000 víctimas mortales y un total de casi ocho millones de afectados.
El nuevo mapa político que se configure este domingo resultará crucial especialmente en las regiones, los lugares más golpeados por el conflicto. Será allí donde los alcaldes y gobernadores deban afrontar la realidad más complicada de un país azotado por la violencia y la sinrazón, con altos índices de corrupción. A partir del año, todos los presupuestos se centrarán, además, en desarrollar las políticas del posconflicto. A nivel nacional, el Gobierno destinará 3.444 millones de dólares y calcula que en la próxima década serán necesarios unos 31.060 millones de dólares.
Otro de los aspectos fundamentales que dilucidarán estos comicios será el nivel de desgaste después de cinco años de la Unidad Nacional, la coalición –Partido de la U, Cambio Radical y el Partido Liberal- que aupó a Juan Manuel Santos a la presidencia, y que acuden por separado a estos comicios, dando lugar a posibles grietas.
De esta división el gran beneficiado podría ser el principal partido de la oposición, el Centro Democrático, fundado en enero de 2013 por el expresidente Álvaro Uribe, el más firme opositor al proceso de paz liderado por quien fuera su ministro de Defensa durante los últimos grandes golpes a la guerrilla. Senador desde las presidenciales del pasado año, Uribe se ha fijado arrebatarle el mayor poder local posible a Santos a base de hacer hincapié en que el país se ha vuelto más inseguro.
El posible triunfo del uribismo siembra la duda de qué ocurrirá con los acuerdos alcanzados en La Habana en los lugares donde llegue a gobernar. En Medellín, la segunda ciudad del país, su candidato Juan Carlos Vélez, favorito en las encuestas, aseguró a este diario que en caso de alcanzar la alcaldía apoyará al Ejecutivo: “Vamos a ayudar con los requerimientos que imponga el Gobierno nacional. Estamos a la espera de que se firme o no [la paz]. Hay incertidumbre”.
Otra incógnita a desvelar será hasta qué punto los partidos de izquierda consiguen mantener poder local y regional. En Bogotá, su gran bastión, donde han gobernado durante más de una década, las críticas por la gestión de los tres últimos alcaldes se han acumulado de tal forma que la aspirante del Polo Democrático, Clara López, excandidata presidencial, una mujer valorada por diversos sectores, parte con desventaja en las encuestas y podría sufrir el voto de castigo. Otras formaciones de izquierda, como la Unión Patriótica, no parece que vayan a tener un peso importante, aunque su presencia en unas elecciones después de casi dos décadas ausentes por la violencia que acabó con sus candidatos es un síntoma de que Colombia ha iniciado un punto de no retorno hacia un nuevo escenario político.
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