Caputo: “El movimiento pendular de Argentina es desesperante”
El exministro de Exteriores dice que Kirchner debería enfrentar un juicio de destitución
Dante Caputo fue una de las imágenes de la joven democracia que renacía en Argentina en 1983. Caputo fue el ministro de Relaciones Exteriores de durante casi todo el Gobierno del radical Raúl Alfonsín (1983-1989). Fue alto funcionario de la Organización de Estados Americanos (OEA) entre 2005 y 2012. Ahora apoya a la candidata presidencial progresista Margarita Stolbizer y ha llamado a una gran coalición para derrotar al kirchnerismo.
Pregunta. ¿Cómo ve a Argentina?
Respuesta. Me parece necesario que Argentina entre en una nueva transición. La democracia ha logrado que haya menos miedo en la sociedad argentina y que algunos derechos fundamentales estén protegidos. Pero no hemos logrado un régimen político que asegure un bienestar en aumento y sostenido. Es decir, que no dure lo que dura una primavera.
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P. Pero venimos de muchos años de mucho crecimiento…
R. Lo que ha pasado en Argentina no es producto de las políticas de gobierno sino por un cambio en las condiciones internacionales. Hubo altos crecimientos, como los que tuvo Brasil, Chile y podríamos seguir nombrando. El país que más se vio beneficiado fue Venezuela. Y es el país que se encuentra en la peor situación económica de toda Sudamérica. El que viene después es Argentina. Argentina y Venezuela son dos países donde hubo esta excepcional bonanza capturada por el sector público. Esto permitió la puesta en marcha de políticas públicas de distribución muy fuertes que generaron una mejora notoria en las condiciones sociales. Podríamos decir que 7 u 8 millones de argentinos viven gracias a subsidios. El asistencialismo no funcionó como una herramienta de emergencia sino como una política permanente para atacar los problemas de pobreza.
P. La presidenta argentina se irá con una valoración del 40%, algo bastante excepcional en Latinoamérica, basta mirar a Brasil.
R. Si Argentina tuviera un sistema judicial con la libertad del brasileño, estoy convencido de que estaríamos en pleno impeachment a la presidenta. El funcionamiento del Estado de derecho en Brasil o Chile, que significa cómo el poder se ajusta a las normas votadas por un parlamento democrático, es una situación totalmente opuesta a la de Argentina, donde, como no hay justicia, no hay evidencia de la corrupción.
P. Cierta parte de la justicia argentina ha sido muy dura con el Gobierno…
R. Prácticamente ninguna de las causas que estaban llevadas por jueces adversos a la presidenta continuaron: se cambiaron los jueces, los fiscales. Ojalá tuviéramos el sistema de investigación y el sistema judicial que tiene Brasil. Otro gallo cantaría en Argentina.
P. Usted habla de la situación económica, pero no hay sensación de crisis, hay consumo…
R. Este Gobierno tuvo las mejores condiciones para que Argentina pegara un salto, que por alguna vez construyera el eslabón de una historia distinta, que no va y viene, que genera ilusiones y después frustraciones y que llevan a gobiernos que están en las antípodas del que defraudó la ilusión. Ese va y viene, ese movimiento pendular, esa obsesión a lo Foucault que tiene la Argentina es desesperante. Fíjese qué notable: después de un gobierno de 12 años que ha levantado los derechos humanos como cuestión central, hasta de una manera un tanto irreverente, olvidando la que se hizo en el momento en que las papas (patatas) quemaban, en 1984, los tres (principales) candidatos dan indicios de que más vale estar lejanos del tema. Macri tiene como jefe de sus equipos de técnicos en el área de defensa a un señor que fue carapintada (colectivo militar que se alzó contra la democracia entre 1987 y 1990). Massa propone que para combatir el narcotráfico hay que dar entrada a las fuerzas armadas, destruyendo uno de los pilares que permitieron alejar a los militares de la política interior. Esta fue una de las grandes conquistas nuestras. La historia de Scioli tampoco parece ser demasiado brillante en materia de derechos humanos.
P. ¿Por qué ese péndulo de Foucault, por qué Argentina no consigue desarrollar las condiciones que se supone que tiene?
R. Explicar la impotencia de una nación es una tarea que excede una nota. Podemos dar algunas pistas. Argentina por ejemplo no discute lo que podrían ser los problemas centrales. Los tres candidatos van a recitar la poesía de que están en contra de la pobreza, en contra de la inseguridad, en contra del narcotráfico, a favor de un desarrollo sustentable, bla, bla, bla. ¿Pero sabe qué políticas públicas llevar adelante? A través de la acción del Estado, bien, ¿pero de qué Estado? Argentina está con funcionarios de muy baja capacidad, la calidad y la eficacia del Estado argentino es pésima y si usted quiere llevar adelante cualquier política pública, su primera tarea es cambiar el instrumento. ¿Usted cree que el sector público se va a quedar tranquilo? Va a tener manifestaciones. Podríamos seguir con otros temas. ¿Es necesario bajar el déficit público? Sí, está muy alto. Eso lleva a la blasfemia política: la palabra ajuste. ¿Usted era el mismo que decía que había que bajar la pobreza? Pues sí. ¿Usted quiere decir que una parte de ese ajuste lo tienen que pagar quizás los que más tienen? ¿Con qué poder político va a hacer eso?
P. ¿Cambiará la política exterior de Argentina?
R. Va a costar mucho porque ha habido un doble fenómeno desgraciado. Argentina desapareció del mundo y el mundo desapareció de Argentina. En el debate presidencial no hubo ninguna pregunta de los entrevistadores sobre la política exterior… Está bien, no somos un imperio, tampoco una potencia, pero somos el octavo país en el mundo de superficie, tenemos recursos… ¿Sabe lo que va a pasar un día? Nos van a decir que no tenemos derecho a administrar un país así. Nos van a decir déjennos a nosotros, quédense si quieren pero tres millones de kilómetros cuadrados así no se administran más.
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