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Columna
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Es el momento de la madurez

Los colombianos tenemos que aceptar una justicia imperfecta para una situación imperfecta y dolorosa

Diana Calderón
Una mujer con la fotografía de su hijo durante un performance en Colombia.
Una mujer con la fotografía de su hijo durante un performance en Colombia.Luis Eduardo Noriega (EFE)

La práctica de inventar mentiras contra los contradictores pareciera parte del ejercicio de la política. Oírlas en época electoral es aún más común. Y en medio de tantas mentiras que se dicen, la pregunta es en qué creerán los ciudadanos, quienes en últimas elegirán a los nuevos gobernantes regionales y locales en menos de 10 días, esos que tendrán que ser capaces de darle una nueva forma y fondo a la Colombia que se espera construir con la firma del proceso de paz con las FARC, si es que la guerra verbal de este lado lo permite.

En medio de tantas mentiras que se dicen, la pregunta es en qué creerán los ciudadanos

Los ciudadanos presencian, minuto a minuto, el espectáculo de una clase dirigente que cruza todo tipo de acusaciones, epítetos que van y vienen. Hubo de todo en las últimas 24 horas en el caldeado ambiente político de Colombia: el procurador Alejandro Ordoñez arremetió contra el presidente Santos y lo acusó de aceptarle a las FARC la exigencia de judicializar al expresidente Álvaro Uribe como condición para firmar el que él llama el embeleco de la paz. El exmandatario César Gaviria le pidió que se retractara de sus engaños.

El abogado y columnista Ramiro Bejarano explica las mentiras del Procurador en que éstas responderían a una decisión de perturbar la paz por parte de la ultraderecha a la que pertenecen algunas cabezas del uribismo y estaría por ingresar el expresidente conservador Andrés Pastrana, que cada semana renuncia a una comisión. Ya había dejado la asesora de relaciones exteriores y ahora abandona la de la paz.

Los ciudadanos presencian, minuto a minuto, el espectáculo de una clase dirigente que cruza todo tipo de acusaciones, epítetos que van y vienen

Han repetido una y otra vez el gobierno, el propio presidente y el jefe negociador Humberto de la Calle que en La Habana no se acordó la judicialización de ningún expresidente. Y menos de Uribe. Y sin embargo, el hoy senador no lo cree. Y posiblemente los ciudadanos tampoco. Cómo van a creer si muchos de ellos son expertos en mentir y victimizarse.

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Y qué mejor momento para Uribe que declararse perseguido por la justicia en presencia de sus otrora mejores amigos, los gringos. Y qué mejor escenario para el presidente Santos para defender el sistema judicial colombiano que la visita de Loretta Lynch a Colombia en la cumbre de ministros y fiscales de las Américas: “Es normal que cuando alguien que ha tenido poder o está en la oposición es investigado por cualquier tema, se victimice a sí mismo y se autoproclame 'perseguido por la justicia'”, dijo Santos.

Pero Uribe contestó por su red social favorita, Twitter: "Santos el único de mi Gobierno que debería estar en la cárcel porque fue donde paramilitares a proponer tumbar al Gbno [sic] y refundar a Colombia"….”Santos debería mostrar a Fiscal de USA las grabaciones "ilegales" de magistrados de la Corte que ordenaban por política proceder contra mi gobierno".

No es cierto. Así como tenía el expresidente Uribe razón en que las sucesivas declaraciones en su contra del fiscal Montealegre parecían más decisiones políticas que judiciales, en esta oportunidad es usted quien debería explicar las chuzadas de su gobierno a los magistrados de las Cortes, la oposición, los periodistas y efectivamente las relaciones del Estado y los paramilitares?

Qué mejor momento para Uribe que declararse perseguido por la justicia en presencia de sus otrora mejores amigos, los gringos

Ya basta de mentiras e insultos. El acuerdo de paz con las FARC sí es posible. Hay que analizarlo, expurgarlo, cuestionarlo, pero no ponerle cada día un nuevo petardo. El avance en justicia es enorme. Sí, faltan desarrollos para concretar algunos puntos. Pero lo claro es que ninguna fórmula que prolongue la posesión de las armas en la guerrilla es viable.

Este es el momento de la madurez. Los colombianos tenemos que aceptar una justicia imperfecta para una situación terriblemente imperfecta y dolorosa. La refrendación de los acuerdos por lo tanto es el mayor desafío. Para todas las partes. Ahora tendremos que empezar a hablar de dejación de armas, que es la palabra que usan las leyes colombianas. Y me anticipo: implica que las FARC se verán privadas de sus armas. Pero no habrá foto entregándolas al gobierno. Se analizan ya otros caminos como la entrega a terceros: otro país, la ONU, Nepal, Irlanda.

Ya basta de mentiras e insultos. El acuerdo de paz sí es posible

El problema central es que la guerrilla exige neutralizar el paramilitarismo. Y lo hacen porque quieren garantías. No ha sido posible acabar con el fenómeno que deja herederos hoy disfrazados en bandas criminales, pero tenemos que hacerlo, no solo por el acuerdo, por nosotros mismos. Las FARC no pueden tener armas a su disposición después de la firma, eso es claro. Y nosotros como sociedad, no podemos seguir validando, votando y perdonando a estos dirigentes si no son capaces al menos de declarar una tregua verbal.

Diana Calderón es directora de Informativos y de Hora 20 de Caracol Radio Colombia

Twitter: @dianacalderonf

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