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El ‘caso Rosenthal’ mezcla política y delitos en Honduras

Yankel Rosenthal se enfrenta a 20 años de cárcel por lavado de dinero y narcotráfico

Clientes del Banco Continental en Tegucigalpa.
Clientes del Banco Continental en Tegucigalpa. GUSTAVO AMADOR (EFE)

En un nuevo episodio desde que Estados Unidos acusó la semana pasada al poderoso clan Rosenthal, una de las familias más influyentes de Honduras, de narcotráfico y lavado de dinero, un juez de Miami ordenó ayer que Yanken Rosenthal, presidente, entre otros negocios, del Marathon —el club de fútbol más famoso del país— y detenido el 6 de octubre en el aeropuerto de Miami, fuese transferido a Nueva York para responder a los cargos que la Fiscalía de esa ciudad ha presentado contra él y otros dos miembros de su familia.

En apenas dos minutos, según informó la agencia Reuters, el juez Edwin Torres comunicó la decisión a Rosenthal, exministro de Inversiones hasta junio pasado, que compareció en el tribunal esposado de pies y manos y con el uniforme caqui de los presidiarios. Aunque intentó negociar una fianza, su abogado, Norman Moskowitz, explicó que no hay fecha para una nueva audiencia.

Rosenthal se enfrenta a una pena de hasta 20 años de cárcel en un caso que tiene repercusiones políticas y económicas en Honduras y en el que también están presuntamente implicados su tío, el patriarca, exvicepresidente y banquero Jaime Rosenthal, de 79 años; su hijo, el exministro Yani Rosenthal Hidalgo, de 50; y su abogado, Andrés Acosta García. Estos tres últimos, que han negado los cargos, están libres en Honduras.

Según el Departamento del Tesoro de EE UU, los tres miembros de la familia Rosenthal "proveyeron durante una década de servicios de lavado de dinero, y otros, para apoyar actividades de tráfico internacional de narcóticos traficantes de drogas centroamericanos y organizaciones criminales". Estas acusaciones arrastran a siete empresas clave del emporio Rosenthal, sobre todo al Banco Continental S. A., que el 7 de octubre se convirtió en la primera institución bancaria en entrar en el listado de EE UU de individuos y empresas que forman parte del andamiaje financiero de "lavado" de ganancias del narcotráfico. La entidad fue cerrada el lunes por el Gobierno de Honduras, en una medida sin precedentes.

El presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, aseguró que, tras el cierre del banco, ejecutado por la estatal Comisión Nacional de Banca y Seguros (CNBS), se garantizará el pago a trabajadores y ahorradores. Explicó además que el sistema financiero "es sólido" y aclaró que "es un problema entre Banco Continental y la justicia de EE UU".

En un escenario de pánico, numerosos hondureños forman largas filas estos días en las sucursales del banco para exigir su dinero. "¡No somos narcotraficantes, entreguemos nuestros ahorros!", gritaban cientos de personas reunidas frente a la mayor oficina del banco en Tegucigalpa, la capital.

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El banco, con unos 200.000 clientes, tiene previsto reabrir hoy. Evasio Asencio, liquidador de la entidad, ha pedido calma y ha garantizado que los fondos están "asegurados" y anunció que se atenderá a los clientes. La CNBS precisó que "la devolución programada" de depósitos empezará con el pago de hasta 9.000 dólares por cliente y luego seguirán pagando "proporcionalmente" las demás deudas. Hay "suficientes recursos para todos", ratificó.

Una familia histórica

Durante años, EE UU ha desplegado una batería de agentes antidrogas, fiscales, analistas financieros, oficiales aduaneros y fronterizos y operadores encubiertos para investigar los entresijos del imperio de la poderosa familia Rosenthal, uno de los apellidos que más admiración y odio suscitan en Honduras. El resultado ha sido que por primera vez en la historia de Centroamérica, Washington ha logrado atrapar a uno de los clanes familiares que gozan de mayor influencia política y económica y descubrir sus actividades ilícitas de 2004 a septiembre de 2015. Aunque numerosos cabecillas centroamericanos del narcotráfico fueron capturados y extraditados a Estados Unidos en los últimos años, en su mayoría se trataba de capos locales que, sin ser potentados, se dedicaron al narcotráfico, acumularon fortunas y bienes, financiaron partidos y compraron influencia. Pero ninguno procedía del estrato de poder de ese 10% que recibe los ingresos más altos y acapara el 42% del ingreso nacional. "Se ha tocado a uno de los grupos más grandes, importantes y tradicionales. Y probablemente se tocarán otros, porque hay muchos más", afirma Eugenio Sosa, catedrático de la Facultad de Ciencias Sociales de la estatal Universidad Autónoma de Honduras. "Pero Honduras fue incapaz de actuar, lo que confirma la total ineficiencia, inutilidad y ausencia de institucionalidad del país".

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