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Cameron califica a Corbyn de “amenaza a la seguridad”

El primer ministro británico responde con un duro tuit a la elección del nuevo líder laborista

Pablo Guimón
El primer ministro británico, David Cameron, durante un discurso en Leeds.
El primer ministro británico, David Cameron, durante un discurso en Leeds.POOL (REUTERS)

Ni 24 horas concedió el Gobierno conservador de David Cameron a Jeremy Corbyn para saborear su apabullante victoria el sábado en la contienda por el liderazgo de la oposición laborista, antes de desplegar toda su artillería contra el nuevo rumbo que el veterano diputado se dispone a imponer a su partido. Faltaban cinco minutos para las diez de la mañana cuando, desde su cuenta de Twitter oficial, el propio primer ministro arrojó la primera bomba: “El Partido Laborista es ahora una amenaza a nuestra seguridad nacional, a nuestra seguridad económica y a la seguridad de vuestras familias”, escribió.

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La misma frase, junto a una fotografía del nuevo líder de la oposición en blanco y negro sobre un fondo rojo, fue enviada por el Partido Conservador a sus simpatizantes en un correo electrónico, horas después de que Coebyn se proclamara ganador el sábado. El mensaje selecciona algunas de las frases más polémicas de cuantas ha pronunciado Jeremy Corbyn en sus 32 años de rebelde vida parlamentaria. Comentarios sobre la muerte de Bin Laden -Corbyn calificó de “tragedia” que se le hubiera matado en lugar de sometido a juicio, en una entrevista en la televisión iraní en 2011-, sobre Hamás y Hezbolá -calificó de amigos a algunos de sus representantes en una manifestación contra la guerra en 2009- o sobre las armas nucleares, contra las que Corbyn tiene un largo historial de oposición.

La ofensiva fue secundada por otros miembros del Gobierno. Michael Fallon, ministro de Defensa, reiteró en un comunicado las advertencias ya vertidas en los días previos a la victoria de Corbyn, primero por el titular de Economía, George Osborne, y por el propio Cameron después, sobre el riesgo que, a su juicio, representa el nuevo líder laborista para el país. “Ya sea debilitando nuestra defensa, subiendo impuestos, endeudándonos y gastando más o encareciendo el coste de vida a base de imprimir más dinero, el Partido Laborista de Jeremy Corbyn perjudicará a la gente trabajadora”, dijo Fallon.

El ataque del ministro de Justicia, por su parte, llegó desde las ondas de la televisión pública. Los seguidores del nuevo líder laborista, advirtió Michael Gove, pretenden llevar la protesta a la calle. “Corbyn es a su manera una de las personas más educadas, honestas y encantadoras”, dijo, “pero hay gente detrás de él que tienen una tradición política muy diferente a la suya”. El líder de la oposición, añadió, “eliminaría unilateralmente nuestro sistema de disuasión nuclear, en un tiempo en que otros países y organizaciones terroristas están ansiosos por adquirir ellos mismos capacidad nuclear”. Y desde la radio, Priti Patel, secretaria de Estado de Trabajo, se negó en una entrevista a felicitar a Jeremy Corbyn, un líder que considera un “peligro” para las familias británicas.

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Tampoco los liberales demócratas, relegados tras las elecciones del 7 de mayo a cuarta fuerza en el Parlamento, perdieron el tiempo en felicitaciones. “El estilo de hacer política de Corbyn puede generar mucho ruido pero solo hay una cosa que mantiene el escrutinio sobre el Gobierno: una oposición creíble”, dijo Sal Brinton, presidente del partido centrista.

Mejores vibraciones recibió Corbyn por parte de Nicola Sturgeon, ministra principal de Escocia y líder de los nacionalistas del SNP, el partido con el tercer mayor número de escaños en Westminster. Sus diputados, dijo, están preparados para trabajar con Corbyn en una alianza progresista contra la austeridad de los tories y las armas nucleares. En el mismo sentido se pronunció Natalie Bennett, líder de los Verdes, que obtuvieron un 4% de los votos pero solo un diputado en las generales.

Las distintas sensibilidades que aún existen en el propio Partido Laborista también afloraron el día después de la elección del nuevo líder. Desde las páginas de Sunday Times, el impulsor del Nuevo Laborismo Peter Mandelson animó a los blairistas a “luchar para recuperar” un partido que se enfrenta a la disyuntiva “existencial” de “continuar persiguiendo su histórico papel en el Gobierno o contentarse con operar en los márgenes de la política”. Paul Kenny, secretario general del tercer sindicato el país, el GMB, invitó a los diputados que se oponen a la elección de Corbyn a abandonar el partido si lo que pretenden es “atacarlo por la espalda”. Los críticos parlamentarios tienen todo el derecho a no participar en su equipo, reconoció, pero deberían abandonar antes que dañar al partido con especulaciones.

Tom Watson, recién elegido número 2 del partido –en una elección separada- y cuyo papel será clave para apaciguar las eventuales luchas internas que surjan en la bancada laborista en el Parlamento, aseguró en la BBC que hay “cero posibilidades” de que Corbyn caiga como consecuencia de una rebelión interna. Pero admitió que tratará de oponerse a la intención declarada por su jefe de no apoyar la millonaria renovación de la flota de submarinos nucleares del sistema Trident, sobre la que debe decidir el Parlamento el próximo año.

Jeremy Corbyn dedicó su primer día como líder de la oposición a asistir a una celebración para promocionar un centro público de salud mental en su barrio, antes de meterse en faena, y acudir al cuartel general laborista en Westminster para avanzar en la ardua tarea de elegir un equipo de oposición entre una bancada laborista relativamente hostil. El candidato celebró que en las 24 horas siguientes a su victoria 15.000 personas más se afiliaron al partido. Y, desde las páginas del Observer, esbozó algunas de las próximas decisiones a las que se enfrentarán los labristas en el Parlamento. Entre ellas, la pregunta de si apoyan bombardear Siria, algo que, dijo, “no ayudará a los refugiados, sino que creará más”.

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Sobre la firma

Pablo Guimón
Es el redactor jefe de la sección de Sociedad. Ha sido corresponsal en Washington y en Londres, plazas en las que cubrió los últimos años de la presidencia de Trump, así como el referéndum y la sacudida del Brexit. Antes estuvo al frente de la sección de Madrid, de El País Semanal, y fue jefe de sección de Cultura y del suplemento Tentaciones.

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