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El ex primer ministro portugués Sócrates elige seguir en la cárcel

El exmandatario rechaza el arresto domiciliario y el juez decide que siga en prisión

Seis meses después de su detención, el ex primer ministro de Portugal José Sócrates seguirá en prisión preventiva tras haber rechazado un arresto domiciliario que le habría obligado a llevar una pulsera electrónica. La Fiscalía portuguesa emitió este martes un comunicado en el que exponía que su puesta en libertad sin este sistema de vigilancia conllevaría riesgos. Encarcelado desde el 21 de noviembre, el exmandatario afirma que “estas medias liberaciones no tienen otro objetivo que disfrazar el error original y su consiguiente fracaso: tras seis meses de prisión, ni hechos, ni pruebas, ni acusación”.

Sócrates renunció este lunes a la pulsera electrónica y criticó su encarcelamiento en una carta enviada al juez instructor Carlos Alexandre y a los medios de comunicación. “Es una enorme y cruel injusticia. Seis meses sin acusación. Seis meses sin acceso a los autos. Seis meses de una furiosa campaña mediática de denigración y difamación permitida, si no dirigida, por el Ministerio Público”.

El Ministerio Fiscal que propuso el paso a la vigilancia electrónica ha considerado que no hay otra forma de garantizar que Sócrates no perturbe la investigación en marcha, y por ello el juez ha considerado que el ex primer ministro debe seguir en la cárcel de Évora. Allí, su abogado calificó la medida de "venganza" y cargó contra juez y fiscal: "El país no puede estar en las manos de estas personas".

El político socialista es el único de los investigados por la Operación Marqués en prisión. A él y a los otros sospechosos se les investiga por delitos de blanqueo de dinero, corrupción y evasión fiscal, pero aún no han sido acusados formalmente. La figura clave del proceso, el empresario y amigo del exmandatario Carlos Santos Silva, salió de prisión hace unas semanas. Testaferro de Sócrates según el fiscal, dechado de generosidad según la defensa, Santos Silva reside ahora en su domicilio colgado de una pulsera electrónica.

"Mi prisión constituye una enorme y cruel injusticia. Seis meses sin acusación. Seis meses sin acceso a los autos. Seis meses de una furiosa campaña mediática de denigración y difamación, permitida, si no dirigida, por el Ministerio Público”, escribe Sócrates

También están investigados —aún no han sido acusados formalmente— por la misma trama, el chófer de Sócrates, João Perna, que, según la Fiscalía, le llevaba a París maletines con dinero; Joaquim Barroca, administrador del grupo Lena, que recibió muchos encargos de obra pública cuando Sócrates estaba en el Gobierno; el abogado Gonçalo Ferreira, que servía de enlace para las entregas; Paulo Lalanda Castro, administrador de la farmacéutica Octapharma, que creó una empresa-pantalla para pasar dinero a Sócrates; el profesor António Morais, empleado en su Gobierno y que le aprobó las cuatro asignaturas que le faltaban para obtener el título de ingeniero, la esposa de Santos Silva y la exmujer de Sócrates.

La Operación Marqués trata de demostrar que el ex primer ministro participó y se benefició del blanqueo de 23 millones de euros procedentes de Suiza, para lo cual supuestamente planeó con Santos Silva un sistema de entregas de dinero. Ese dinero fue regularizado por Santos Silva gracias a dos amnistías fiscales aprobadas por Sócrates cuando era primer ministro. Al dejar el Gobierno en 2011, se fue a vivir a París, donde mantuvo un tren de vida de lujo pese a que no tenía ingresos —incluso renunció a la pensión que le correspondía como ex primer ministro—. El argumento de la defensa es que vivía de la venta de varios pisos de su madre —ventas realizadas a su amigo Santos Silva— y que éste, además, era muy generoso, le prestaba dinero y le dejaba su apartamento parisiense, vecino al de Sarkozy.

El fiscal Rosário Teixeira ha descubierto las diversas redes montadas, a través del chófer, o del resto de inculpados, para hacerle llegar dinero en metálico a Sócrates. Uno de los métodos para blanquear fueron las superventas de su libro Confianza en el mundo. Según la investigación, su amigo y su exmujer, entre media docena de personas, se encargaron de comprar ejemplares a cientos, con la expresa recomendación de que las adquisiciones se realizaran, para no levantar sospechas, en tiendas con cajas de pago automático.

Según ha desvelado el periodista Fernando Esteves en el libro Cercado, los envíos de dinero a Sócrates se repetían hasta tres veces por mes. Santos Silva reconoce que le envió 550.000 euros, pero que eso no es ningún delito; a veces el dinero llegaba a través del chófer, a veces a través de una farmacéutica-pantalla y en otras a través del servicio Western Union —pese a sus altas comisiones— que lo enviaba a una amiga del político en Suiza.

La defensa mantiene que Sócrates no sabe nada de eso y que él vivía de la generosidad de su amigo. Y el amigo lo confirma.

Seis meses después de la detención del ex primer ministro continúa la investigación y falta una acusación formal de los presuntos delitos cometidos. Los argumentos para mantener a Sócrates en prisión se basan en el riesgo de fuga al extranjero, riesgo de destrucción de pruebas y en obstaculización de la investigación; un argumento tras otro han ido perdiendo peso con el tiempo por lo que el paso al arresto domiciliario era esperado. Ahora la cárcel se mantiene hasta septiembre, cuando se volverá a revisar la situación de Sócrates. Y antes de final de año el juez instructor Carlos Alexandre deberá formular una acusación formal o, de lo contrario, Sócrates y el resto de implicados quedarán en libertad.

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