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Columna
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Grecia no es la Alemania hitleriana

La equiparación que hace Syriza entre la deuda griega y la alemana tras la guerra es un argumento brillante pero científicamente erróneo

Xavier Vidal-Folch

Los de Syriza son brillantes: intuiciones certeras, demostraciones precarias. Cuando equiparan la deuda griega de la Gran Recesión a la alemana de la Gran Depresión aciertan políticamente. ¿Por qué? Porque el peso de ambas impedía atender a los gastos sociales urgentes, contribuyendo a la asfixia social. Su lema es imbatible.

Pero yerran científicamente. Las situaciones no son comparables. Cierto que con el primer rescate griego el pago de intereses superó al de las reparaciones alemanas de entreguerras 1925-1932. Pero el segundo rescate suavizó el martirio.

Lord Keynes demostró en “Las consecuencias económicas de la paz” (Critica, Barcelona, 2002) —envidiable ensayo de historia/política económica del siglo XX—, que la carga de la deuda impuesta a los alemanes tras su derrota de 1918, fue excesiva, abusiva, vengativa e inconveniente, pues sembraría las ansias del desquite hitleriano.

La conferencia de Londres de 1953, en la que los aliados y otros (incluida Grecia) condonaron el 62.6% de la deuda privada alemana, reparaba ese espíritu de venganza de las reparaciones bélicas: de la Primera Guerra Mundial, y de la Segunda. Por eso estaba moralmente justificada la condonación/repudio.

Ahora no parece estarlo pues el segundo rescate, y la disposición a mejorarlo en un tercero, da fe de la gran solidaridad, no ya de los Gobiernos, sino de los contribuyentes europeos (240.000 millones de euros). Pero esto no es lo esencial. La clave práctica es que hay una mejor fórmula, para mejorar la ardua vida cotidiana de los griegos que la quiebra/default/repudio/impago unilateral de la deuda: su reordenación pactada.

Y es mejor no solo filosóficamente (evita conflictos intraeuropeos y turbulencias financieras, ya agazapadas), sino porque es económicamente posible (“Evitemos otro drama a los griegos”, EL PAIS, 15/I/2015).

Si ganase la derecha, dependerá de que se empeñe o no en aliviar el desgarro social. En caso de imponerse Syriza, de si Alexis Tsypras manda sobre sus fundamentalistas. Y de si pacta con el reformismo centrista o con el partido comunista/estalinista KKE.

Todo es posible porque la deuda griega, contra lo que sostienen fanáticos ultraderechistas y gurús progres, no es necesariamente insostenible. Puede afrontarse, con ayudas y sin asfixiar. Pronto les daré cuenta de los últimos trabajos científicos serios sobre el asunto. Aunque no enardezcan a las masas como el acuerdo de 1953, ni solacen a los mandamases ignorantes del drama social de la crisis.

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