Podemos… fracasar
Los cambios se llevan a cabo cuando es ya tarde o la presión que los provoca los impone
El año es nuevo, pero los problemas son viejos. El mundo se resiste, una y otra vez, a reconocer que las cosas han cambiado. Sobre todo, porque los cambios únicamente se llevan a cabo cuando es ya muy tarde o la presión que los provoca los impone, no cuando, precisamente para evitar dramatismos, se anticipan.
España y América viven las consecuencias del agotamiento de los sistemas, que han quedado obsoletos por dos razones: primero, porque llegaron dependiendo de modelos económicos y sociales que no tenían en cuenta sólo las necesidades de cada país, sino disciplinas globales que acabaron con una crisis en Estados Unidos y después en Europa. Segundo, porque la corrupción es el cáncer que destruye los sistemas democráticos.
El fenómeno no está fomentado por su éxito, sino por fallos del sistema
Mientras que en Venezuela el chavismo se va pareciendo a su propia caricatura y a un espectáculo tragicómico (mucho más trágico que cómico), por las repercusiones que produce en el pueblo venezolano, las consecuencias no del chavismo, sino de las necesidades que los pueblos tienen de tener ilusiones, han proyectado directamente a España un experimento único, cuyo origen es exactamente el mismo que le permitió al comandante Hugo Chávez ganar 14 elecciones y llevar a su pueblo a la catástrofe.
En Cuba, el chavismo se desvanece, mientras en España Podemos se fortalece cada día más. Una de las grandes enseñanzas de los últimos años es que con el agotamiento del sistema y dada la falta de capacidad para reaccionar a crisis múltiples, se está produciendo un fenómeno político parecido al que ocasiona una bacteria en un organismo. El fenómeno de Podemos como el de Andrés Manuel López Obrador en México o el chavismo en Venezuela, tienen algo en común: no están fomentados por su éxito, sino por el fallo multiorgánico del sistema en el que habitan.
Crecen sobre la base de lo que les falla a los demás. Únicamente ahuyentan a los votantes una vez que abren la boca y se descubre que se necesita tener mucha imaginación para suponer que esta vez sí será posible y que no sólo los buenos llegarán al poder, sino que lo harán envueltos en una utopía y en una capacidad de regeneración que nos hará menos corruptos, más eficaces y más justos.
Resulta curioso que cuando estamos a punto de ver a una princesa sentarse en el banquillo de los acusados, cuando la economía y hasta el petróleo de Venezuela están en bancarrota, cuando México, después de haber hecho las más grandes reformas institucionales, fracasa en el día a día, y España ha perdido el rumbo tras haber sido el gran referente, el modelo de democratización, nos encontremos a merced de unas bacterias para reconstruir el futuro.
Quien tenga dudas que consulte cómo era el sistema corrupto de los partidos políticos venezolanos antes de Chávez y qué ha pasado con ese pueblo 15 años después. Es un ejemplo que debe servir a Podemos para adaptar sus políticas. No se puede dilapidar la ilusión. Al caos actual no le puede seguir más fracaso y frustración.
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