Los colonos judíos hacen valer su voto
El distanciamiento político del partido de Netanyahu de los habitantes de los asentamientos amenaza con favorecer a la extrema derecha en las elecciones
Revital Vitriol, de 33 años, alcaldesa del asentamiento de Psagot, a pocos minutos de la capital palestina, Ramala, es una mujer sonriente que habla con suavidad. “No tengo ningún interés en política. En las últimas elecciones no voté. Tenía un bebé recién nacido y cosas más urgentes en mente. Cada uno tiene sus prioridades”, afirma mientras se ríe y recuerda la falta de comprensión por parte de su marido, Roy, un banquero que trabaja en Jerusalén, para quien acudir a las urnas es de suprema importancia.
No fue la primera vez que Vitriol, madre de cinco niños, se quedó en casa en una jornada electoral. En otra convocatoria “hubo otro nacimiento y, fundamentalmente, no siento que las elecciones me afecten. No me parecen de mayor relevancia”, sostiene.
Sus palabras van en contra de la idea generalizada de que las próximas elecciones en Israel, el 17 de marzo, son de extrema importancia para los colonos de los asentamientos de Cisjordania y Jerusalén Este.
Los ciudadanos que viven en estas colonias son algo más de medio millón de personas, sobre un total de 8,2 millones de israelíes. Psagot, donde habitan unas 320 familias, tiene aspecto de suburbio estadounidense, con casas pequeñas pareadas, con césped verde, en el que se ven bicicletas tiradas sin candado, y calles tranquilas con vehículos estacionados ordenadamente junto a las aceras.
Para el Gobierno de Benjamín Netanyahu, esta localidad es parte del proyecto de poblar con judíos la tierra bíblica de Judea y Samaria. Para el resto del mundo, forma parte de una ocupación ilegal de suelo palestino ocupado desde 1967, cuando Israel conquistó este territorio —controlado por Amán desde 1948—, tras ser atacado por Egipto, Jordania y Siria. “Lo único que me importa son los valores de la tierra de Israel y de la Biblia, y por eso nunca votaría al Likud. No entra en mis consideraciones”, advierte Revital Vitriol.
El Likud, el partido de Netanyahu y el corazón tradicional de la derecha israelí, se encuentra ante una coyuntura complicada. En los últimos años, sus activistas se han movido para llevar su línea política hacia la derecha más extrema, mientras la población israelí, en general, se divide entre derechistas de línea dura —que han abandonado al Likud para apoyar a pequeños partidos que según expresión de Netanyahu “van y vienen con el viento”—, mientras los ciudadanos más moderados ofrecen su apoyo a formaciones de centroderecha.
“La cosa está lejos de estar decidida. Los colonos han tenido enorme éxito a la hora de modificar el contenido del programa del Likud, pero votarán por Hogar Judío”, afirma Tal Schneider, bloguera política israelí. Hogar Judío es el partido liderado por Naftalí Bennett, el ministro de Economía saliente, que se presenta como la principal amenaza electoral a Netanyahu en las elecciones. “Lo que vimos en las primarias” del Likud, agrega Schneider, es “que el partido ha aprendido esa lección. Ya han asimilado que los colonos son un grupo que puede tener una gran influencia interna electoral, pero que en el momento de votar abandonan al partido. En consecuencia, han perdido influencia”.
David Tvzi-El es el asesor de Yuli Edelstein, el presidente del Parlamento israelí y miembro del Likud, y en su tiempo libre portavoz voluntario del asentamiento de Psagot. “Las elecciones primarias no respondían a la situación de los asentamientos”, afirma, “todo lo contrario. El Likud no se opone al proyecto de Cisjordania. Esto es una gran malentendido por parte de los grandes medios, que, de hecho, son de tendencia izquierdista”, asegura.
Una de las figuras más destacadas que han abandonado el Likud para presentarse como candidato en Hogar Judío es Dani Dayan, quien fue durante años portavoz de las comunidades judías de Judea y Samaria. “Es prematuro decir como votarán los israelíes, pero es cierto que los candidatos con los cuales teníamos más afinidad ideológica han salido de la primera línea. El Likud tiene gran parte de la responsabilidad por las dificultades diplomáticas que afronta Israel, y yo veo como algo positivo que estos frustrados votantes abandonen el partido por Hogar Judío”.
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