Los boquiabiertos turistas chinos
Quienes llegan a la excolonia desde el continente ven unas protestas impensables en casa
Xiaoyu y sus amigos llegaron a Hong Kong ayer 1 de octubre, día nacional de China. La festividad es una de las escasas oportunidades que tienen los chinos de tomar varios días de vacaciones seguidos y poder viajar. La excolonia británica ha venido siendo uno de sus destinos favoritos, tanto por su relativa cercanía como por los precios más baratos a los que se venden los productos importados. Lo que ellos no se esperaban era que su primer viaje a Hong Kong coincidiera con la campaña de desobediencia civil convocada por el movimiento Occupy Central.
Una vez salidos de la terminal de tren de Hung Hom, que conecta Hong Kong con la provincia de Cantón, ya encontraron los primeros problemas: tomar un taxi les obligaría a dar un rodeo enorme para llegar a su alojamiento, dado que gran parte del centro está ocupado por los manifestantes. Tomar el metro les haría acarrear su equipaje cuesta arriba hacia las faldas de las colinas del distrito Mid Levels. Al final la decisión fue fácil: ningún taxista quiso llevarlos.
“Tendré que ir a la manifestación y observarla”, dice Wuming
Xiaoyu estaba al tanto de los acontecimientos, ya que trabaja para un canal de televisión, pero al igual que su compañero de viaje Wuming no esperaba encontrarse en el medio de una protesta callejera de semejante envergadura durante sus vacaciones. “Justo toparse con este acontecimiento histórico. Voy a tener que irme a la protesta y observarlo, en China esto es imposible desde 1989”, dice Wuming, aludiendo a las protestas estudiantiles que culminaron con la represión del 4 de junio en la plaza de Tiananmen en Pekín.
No todos se toman los inconvenientes con tan buen ánimo. En un programa de la televisión local, una turista que no da su nombre opinaba que no es muy civilizado cortar el tráfico por una demanda política. Otro comentaba que “si hubiese sabido que Hong Kong estaba así, no hubiera venido”.
Ellos representan al grueso de los turistas chinos, audiencia de periódicos y canales de televisión locales sin acceso a redes sociales ni fuentes de información internacionales, bloqueadas en la China continental. Cercados por la “gran muralla cibernética” y la censura, desconocen casi por completo la situación en esta excolonia que ahora tan orgullosamente consideran suya.
Si de algo han llegado a enterarse es, a lo sumo, de la creciente tensión que existe entre los locales y los visitantes del continente, reportajes sí permitidos por la censura china. Hasta hace dos años, los medios continentales enfatizaban obsesivamente el lado positivo de las relaciones entre Hong Kong y el resto del país, pero el alza en el volumen de “informes negativos” (en la jerga oficial) es aparente.
No contribuye al entendimiento mutuo el hecho de que desde el 28 de septiembre, la plataforma WeChat, una aplicación móvil que permite chatear en privado y compartir texto e imágenes en un muro al estilo de Facebook, haya estado bloqueando de forma sistemática las imágenes publicadas por usuarios de Hong Kong. Esa tarde la policía lanzó 87 unidades de gas lacrimógeno sobre decenas de miles de manifestantes. El muro de WeChat se venía perfilando como la alternativa a Weibo, red social china al estilo de Twitter y víctima de una censura cada vez más rigurosa.
Muchos visitantes se escandalizan ante las incomodidades por las marchas
Habrá que esperar para cuantificar el impacto económico real de Occupy sobre esta semana de oro del turismo chino, pero una caminata por las calles de Central o Wanchai, adyacentes al epicentro de la ocupación y donde se concentran los bares repletos en días feriados, revela que la merma en el volumen de la clientela es palpable. Algunas tiendas en áreas ocupadas como Monkok y Causeway Bay directamente bajaron sus cortinas metálicas, y las que siguen operando también sienten la ausencia de las colas de clientes tan comunes en feriados chinos como el que comenzó ayer.
No es que la gran mayoría de los turistas haya sido ahuyentada por las protestas callejeras, ya que no estaban al tanto de ellas. Xiaoyu y sus amigos ya habían comprado sus pasajes y sacado sus visados con anticipación (hace falta visado de Hong Kong para los turistas de China continental); pero muchos turistas de último momento no pudieron viajar, simplemente, porque las agencias de viajes se negaban a ofrecer esa visita, sin dar mayores explicaciones.
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