Mujeres y negros, protagonistas de las elecciones presidenciales en Brasil
A pesar de constituir las mujeres el mayor contingente de votos, sólo el 10% de los cargos en política están en manos femeninas
Mujeres y negros son dos grupos que capitalizan un mayor número de votos en estas elecciones de 2014. En relación a 2010, las mujeres son seis millones más. En total, el 52% de los votantes son mujeres, con 74,4 millones de votos, contra los 68,2 de los hombres. Al mismo tiempo, el 55% de los brasileños que tienen derecho a votar son negros o de color.
Se puede decir, pues, como señalan los sociólogos, que el éxito de las elecciones depende, por lo menos numéricamente, de ambas categorías de votantes.
Sin embargo, tanto las mujeres como los negros se quejan de no ver reflejados ni en la propaganda electoral de radio y televisión ni en los programas de los candidatos sus verdaderas exigencias.
Mujeres y negros fueron los dos grupos que más tardaron históricamente en poder votar. A las mujeres se les negó el voto hasta que los movimientos feministas forzaron para conseguirlo. En Brasil, al no poder votar en un principio tampoco los analfabetos, los más discriminados fueron los negros ya que, herederos de la esclavitud que les liberó en 1888 sin darles acceso a la educación, siguieron constituyendo la mayoría de los que no sabían ni leer ni escribir, y por tanto impedidos de votar.
Otra de las novedades en el campo femenino, según ha subrayado la socióloga Fátima Pacheco al comentar los resultados del Instituto Patricia Galvão, es que el 69% de las mujeres ha revelado su voluntad de votar en un candidato mujer.
Hasta ahora, antes aún de iniciar la campaña electoral de este año, los votos de las mujeres que deseaban apoyar a un candidato femenino, estaban casi empatados entre las candidatas Dilma Rousseff ( 27%) y Marina Silva (26%)
Algo que según los sociólogos suelen olvidar los partidos y los creadores de imagen de los candidatos es que el voto femenino es “más pensado” que el de los hombres. Las mujeres examinan con mayor atención no sólo a los candidatos, su biografía, sino también sus programas, sobre todo los aspectos más pragmáticos como los que se refieren a políticas pública, ya que son ellas las que más sienten en lo cotidiano los pros y los contras de dichas políticas. De ahí que aún hoy, a pocos días de las elecciones, el 37% de las mujeres no haya decidido su candidato. “Las mujeres tardamos más en decidir el voto”, comenta Reginalda, la dueña de un pequeño bar de Saquarema, en la región de los Lagos, del Estado de Río. Aún siendo evangélica, no había decidido aún si votaría a Da Silva, aunque tenía claro que votaría en una mujer: “El voto es una cosa seria y las mujeres somos las que más sufrimos los efectos de políticas corruptas y machistas”, comentó.
Las mujeres, al mismo tiempo, sobre todo entre las capas más humildes de la sociedad, acaban teniendo mayor influencia que los hombres entre sus hijos y familiares en general, así como entre sus amigas.
En las clases más humildes, las mujeres son hoy en su mayoría los jefes de familia, lo que conlleva un mayor peso a la hora de influenciar las decisiones dentro del hogar.
El 90%, por ejemplo, de las tarjetas para cobrar la Bolsa Familia están en nombre de mujeres, lo que hace que sea en ese ámbito donde Rousseff recoge mayor número de votos.
A pesar de constituir las mujeres el mayor contingente de votos, sólo el 10% de los cargos en política están en manos femeninas.
Por lo que se refiere al voto negro, las políticas electorales tienen aún en poca consideración en sus propagandas los problemas de dicho grupo. El tema, por ejemplo, de una política clara y abierta contra el racismo, aparece siempre desdibujado y en segundo plano.
Jacqueline Gomes destaca, por ejemplo, que se habla poco de que el llamado “racismo moderno” es mucho más sutil que el racismo clásico. Así, según ella, se le estaría exigiendo a la candidata Da Silva, por el hecho de ser negra además de mujer, lo que nunca se le exigiría a un hombre y menos blanco. Hay hasta quien ve en las políticas de cuotas para negros y mestizos una forma sutil de discriminación. Lo que algunos preferirían es igualdad de oportunidades para negros y blancos en todo.
La presidenta Rousseff se ha quejado más de una vez de que se la criticaba de ser dura y exigente con ministros y congresistas por ser mujer. Según ella: “En el hombre, ser duro es una virtud, mientras que en una mujer, es una debilidad”.
Algo parecido, según los psicólogos, se realiza con los negros. Ya se ha escrito que si el expresidente del Supremo Tribunal Federal Joaquim Barbosa hubiese sido un magistrado blanco, quizás se le hubiesen perdonado más sus exabruptos e intransigencias en el ejercicio de su cargo.
Las mujeres se inclinan a votar porcandidatas presidenciales femeninas, por el hecho de que, según han afirmado algunas sociólogas, tienen la experiencia de que una mujer acaba entendiendo mejor los problemas que más interesan a las mujeres y que no siempre son capaces de captar los varones.
Las mismas feministas, a las que según Jorid Arraes Rousseff “no les encanta”, sin embargo acaban prefiriéndola a un candidato varón.
La psicóloga Leda Mendes Pinheiro considera que en los temas que interesan a las mujeres, como por ejemplo, el del aborto, la presidenta es más abierta en lo personal, de lo que ha podido serlo institucionalmente, por las dificultades que ha debido enfrentar en el Congreso y en algunos partidos aliados.
Si el mayor número de electores que tiene derecho a votar son mujeres y negros, quien aparece, según analistas políticos, más favorecida sería la candidata Marina Silva por la posibilidad de que a la Presidencia pueda llegar por primera vez una mujer que es también negra.
Sin embargo, cada elección es una incógnita y sólo el 5 de octubre se podrá probar la consistencia de las tesis sociológicas que se están barajando en estas tensas elecciones presidenciales, las más complejas y con mayores sorpresas de las últimas décadas.
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