Erdogan presume de AVE a dos semanas de las presidenciales
El tren de alta velocidad entre Ankara y Estambul sufre una avería en su viaje inaugural
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha aprovechado la inauguración este viernes de un tren de alta velocidad entre Estambul y Ankara para presumir de la modernización de Turquía, llevada a cabo bajo su Gobierno, a apenas dos semanas de las elecciones presidenciales en las que es favorito.
“Hace 12 años [cuando su partido llegó al poder], un tren de alta velocidad no era más que un sueño. Ahora somos un país que convierte sus sueños en realidad”, ha dicho apasionadamente Erdogan durante su discurso en la ciudad de Eskisehir, en una parada del trayecto inaugural entre Ankara y Estambul.
“A pesar de actos de sabotaje, de obstáculos y de esfuerzos para retrasarla, hemos acabado esta línea y [este viernes] la ponemos en marcha”, ha añadido Erdogan ante una multitud de personas con banderitas, según lo han descrito las agencias de noticias, cuando faltan pocos días para que el 10 de agosto se celebren elecciones presidenciales. Erdogan es favorito para convertirse en el primer presidente turco elegido directamente por voto popular.
Los otros dos candidatos, Ekmeleddin Ihsanoglu y Selahattin Demirtas, han acusado a Erdogan de estar usando sus capacidades como primer ministro para tener una mucha mayor visibilidad durante la campaña electoral. La oposición ha señalado, además, que Erdogan debería haber dimitido como jefe de Gobierno tras convertirse en candidato a presidente, incluso aunque no esté obligado a ellos legalmente.
El viaje inaugural del nuevo tren de alta velocidad ha quedado ensombrecido tras el discurso de Erdogan por una pequeña avería, cuando unos cables han fallado a la altura de la ciudad de Izmit, ya cerca de Estambul, y han obligado al tren a detenerse durante media hora, según han informado medios locales.
El proyecto ha estado caracterizado por problemas y retrasos y su puesta en funcionamiento estaba prevista para hace meses. Además, la inauguración ha tenido lugar con dos semanas de retraso sobre la fecha finalmente prevista para el 11 de este mes. Unos días antes, el 3 de julio, el tren sufrió un accidente en un viaje de prueba, en el que no hubo víctimas, al impactar contra un vehículo en las vías.
Los ferrocarriles turcos habían quedado anticuadas y estos sucesos no son infrecuentes. Ya en julio de 2004, 41 personas murieron cuando se salió de las vías un tren exprés que había empezado a circular un mes antes también entre la capital, Ankara, y la mayor ciudad del país y su capital comercial, Estambul, sobre vías modificadas para la mayor velocidad del entonces nuevo ferrocarril.
La nueva línea inaugurada este viernes, en la que han participado varias empresas españolas, es la última de una serie de ambiciosas infraestructuras de transporte impulsadas por el Gobierno de Erdogan, que siempre ha insistido en su papel protagonista en la modernización de Turquía.
El Gobierno pretende tener una red ferroviaria de alta velocidad de 3.500 kilómetros en 2023, cuando se cumplirán 100 años de la fundación de la actual República Turca y cuando el propio Erdogan podría encontrarse cumpliendo un hipotético segundo mandato como presidente. El Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP, en turco) de Erdogan ha elaborado un plan que llama “Visión 2023” y según el cual Turquía será una de las 10 mayores economías del mundo ese año.
Durante el Gobierno de Erdogan se ha puesto también en marcha el Marmaray, un tren subacuático que cruza el Bósforo y que fue inaugurado en noviembre del año pasado, precisamente el día que la República Turca cumplía 90 años. Este tren también sufrió una avería tan solo un día después de su inauguración, cuando los pasajeros tuvieron que dejar los vagones y caminar por el túnel hasta la siguiente estación.
Bajo el mandato de Erdogan, también se han iniciado las obras del tercer puente sobre el Bósforo y las del tercer aeropuerto de la ciudad, que será el de mayor capacidad del mundo. Ambos proyectos han sido criticados por su impacto medioambiental, ya que implican la desaparición de grandes zonas verdes en el norte de Estambul. Este tema ha crecido en importancia en la agenda política en Turquía desde que el año pasado una pequeña protesta contra la demolición del parque Gezi, en esta misma ciudad, acabara dando lugar a toda una serie de manifestaciones masivas contra la violencia policial y contra el Gobierno de Erdogan en muchas ciudades del país.
Además, el Gobierno también planea la construcción de un canal artificial de unos 48 kilómetros y paralelo al estrecho del Bósforo. Sus críticos consideran este proyecto como “loco” y han señalado que, de llevarse finalmente a cabo, podría provocar “desastres medioambientales” al modificar las corrientes naturales entre el mar Negro y el de Mármara.
Desde 2002, cuando el AKP (islamista, conservador en lo social y liberal en lo económico) obtuvo el poder, la economía turca ha crecido a alrededor de un 5% de media anual, y el AKP y el primer ministro han sido alabados por su papel en la modernización del país.
Sin embargo, en los últimos meses ha crecido también el descontento popular hacia la figura del aún primer ministro, a quien sus críticos acusan de “autoritario” y de querer imponer a todo el conjunto del país su visión particular y conservadora de la sociedad. Además, la violenta respuesta de su Gobierno a las protestas en torno al parque Gezi suscitó críticas internacionales. Y en diciembre del año pasado salió a la luz un escándalo de presunta corrupción en el Gobierno, que obligó a la dimisión de cuatro ministros y llegó a salpicar al propio Erdogan y a su familia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.