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Lo que se nos ha perdido en Indonesia

Lluís Bassets

El miércoles hubo elecciones presidenciales, en las que se enfrentaron el candidato reformista Joko Widodo, llamado Jokowi, y el del establishment conservador, heredero de la dictadura de Suharto, el exgeneral Prabowo Subianto. Ambos reivindican la victoria, pero hasta el 22 de julio no se conocerán los resultados oficiales. Indonesia es un país de 237 millones de habitantes, de los que 150 millones estaban convocados a las urnas, dispersos en más de 13.000 islas. Si no es sencillo votar en condiciones democráticas, menos lo es hacer el recuento en un territorio tan fragmentado. Para complicar más las cosas, el resultado final puede ser tan ajustado como para que el derrotado lleve su impugnación al Tribunal Constitucional para que desempate.

Queda lejos de nosotros lo que ocurre en el continente más poblado, más rico y con más futuro. Los europeos estamos tan atados a nuestro pasado que nos da vértigo asomarnos al continente del siglo XXI. Allí han celebrado este año elecciones presidenciales dos de las tres democracias más pobladas, primero India y ahora Indonesia, pero nuestra atención está en otra parte, cerca de nuestros ombligos, sin darnos cuenta de que parte de lo que sucede aquí se explica por lo que sucede allí y parte de nuestro futuro se juega con el futuro de todos, asiáticos e indonesios incluidos.

Indonesia es también un país emergente y la décima economía del mundo. Le falta culminar su transición iniciada en 1998 con la caída del dictador Suharto, suegro por cierto del candidato Subianto. Esta es la tercera elección presidencial directa celebrada en condiciones perfectamente aceptables, de forma que una victoria de Jokowi sería un paso decisivo en su asentamiento, y la de Subianto, un paso atrás bien claro.

Los españoles descontentos con nuestra Transición deberían ver The act of killing (El acto de matar), el filme en el que el director Joshua Oppenheimer retrata todo lo que significa Subianto, candidato de una derecha que todavía reivindica sus méritos en la Guerra Fría, cuando más de medio millón de indonesios, muchos por pertenecer a la etnia china, murieron tras el golpe de Estado encabezado por Suharto

Comentarios

No sé cómo lo hacen, pero, por hache o por be, siempre hay una familia que se perpetúa en el poder. En las monarquías la sucesión es de padres a hijos, en otros sistemas lo amplían, llegando incluso a los yernos. Aquí a los yernos, por lo menos, los metemos en la cárcel. Porque, ¿quién duda que Urdangarin entrará en la cárcel, siquiera para evitar que entre su mujer, la Infanta? El pueblo necesita ese azucarillo para conformarse y seguir trotando sin relinchar demasiado. Matas, vete haciendo sitio.
Yo soy peruano pero vivo en Indonesia hace casi un año. Una precisión en beneficio de sus lectores: Prabowo (aquí nadie lo llama Subianto) es ex-yerno, no yerno de Suharto. Y algo que omite y que es importante para entender la película es que Jokowi era un vendedor de muebles que llegó a ser elegido alcalde de Solo y luego de Yakarta, y que en esas funciones públicas forjó una fama de honestidad y sencillez que va a contravía de lo que es la política tradicional en Indonesia. Por otro lado, en general ambos candidatos plantean programas de gobierno similares, por lo que no podría calificarse a Jokowi de reformista. La gran diferencia entre ambos (y en eso coincido con el enfoque del artículo) es que Prabowo reivindica un pasado discutible que además privilegia una etnia y una religión sobre las otras, mientras que Jokowi encarna el proceso natural de un país que va madurando, con una generación de políticos que han crecido lejos de las intrigas de la capital, y que van entendiendo que la pluralidad es el camino del futuro. Ojalá que prevalezca la tolerancia que se refleja en que la mayor mezquita del país y la catedral están frente a frente y uno puede entrar a cualquiera sabiendo que habrá respeto desde el otro lado de la pista. Saludos
Gracias, Elmer. A veces la distancia nos presenta imágenes borrosas que podemos interpretar incorrectamente. Saludos.
¿ Y esa cuña publicitaria de nuestra Transición? ¿ estábamos a rolex o a setas?
Interesante aportacion Elmer, gracias tambien Sr Bassets por mostrarnos una parte del mundo que por lo general permaneceria oculta e ignorada para muchos. Por otro lado, no se si es paranoia mia o solo me lo parece, pero cada vez tengo la impresion de que la derecha cada vez esta mas presente en todos los gobiernos del mundo, y me da la sensacion de que estamo s rodeados de fascistas y esvasticas, que no se ven, pero que uno sabe que estan ahi. Por wllo Sr. Bassets me gustaria que escribiera un articulo sobre la influencia actual de la derecha en el mundo. Espero ni comprometerlo, y supongo que el Sr. Rajoy no lo sensurara.Gracias y saludos.
Sr. Bassets,Podria escribir sobre la influencia de la derecha nacional socialista en el mundo actual y como repercute en nuestra economia y en nuestras vidas. ¿ Es este mundo seguro ?Gracias.
Tienes toda la razón: en Europa nos cuesta mirar allá lejos y preferimos mirarnos el ombligo sin saber que nuestras penas actuales tienen mucho que ver con lo que ocurre allí.www.losmundosdehachero.com
Ah, indonesia, paraíso de pedófilos, perruño y escuelita infanta de Obi. Ya sabés: “para conocer al hombre, primero debes conocer al niño…” Eso explica muy bien la nota del articulista que por metonimia en relación cultural a Obi-Indonesia hoy presenciamos desorden, caos mundial, violencia, hambruna e incompetencia y corrupción por doquie, quiza nunca visto antes en la historia de un politico. Gracias, Sr. Bassets.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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