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Sin diarios en la guerra de Donetsk

Los milicianos prorrusos retienen a directores de periódicos para imponer sus consignas Los informadores se niegan a ser censurados y dejan de publicar

Un miliciano prorruso vigila un edificio estatal en Donetsk, el pasado mayo.
Un miliciano prorruso vigila un edificio estatal en Donetsk, el pasado mayo.afp

En la fachada del edificio cuelgan 10 cartelones con los nombres de otros tantos diarios. La recepcionista, sentada en una minúscula mesita en un recibidor gigantesco, explica que no hay ningún periodista en ninguna de las redacciones. Al subir al semanario Donbass los pasillos aparecen efectivamente vacíos. Pero unos pisos más arriba, en el Vecherniy Donetsk, un hombre trabaja en su despacho pese a las amenazas.

Leonid Lapa empezó en el Vecherniy hace 40 años. Ahora es su director, y en condición de tal un grupo de hombres armados de la autoproclamada República Popular de Donetsk lo escoltó el lunes a la sede del Gobierno regional tras sacarlo por la fuerza del diario. “Los que vinieron me intimidaron, pero allí hablé con un caballero muy amable. Solo me explicó cómo teníamos que tratar a la República en nuestro diario”, cuenta con una sonrisa sarcástica.

Tras dos horas de lecciones, lo dejaron ir, igual que al director del Donbass, el otro invitado de la tarde. “Nos cogieron a ambos porque dirigimos las publicaciones más influyentes que quedan aquí”, explica Lapa. Y como ninguno se muestra dispuesto a seguir dictados de los rebeldes que no reconocen la autoridad de Kiev, han decidido interrumpir su difusión. Lapa ha dado un mes de vacaciones a sus 27 empleados. El director del Vecherniy, que para leer se coloca un segundo par de gafas bajo las suyas, asegura que es un diario neutral, sin análisis: “Pero no creo ni que nos leyeran: es afán de controlar”.

Kiev veta las televisiones rusas; los rebeldes cierran cinco ucranias

Horas después, Alexander Borodai, primer ministro de la República, se disculpó por el “exceso de celo” con los directores de los periódicos y aseguró que su interés es entenderse con la prensa. Sin embargo, la situación no es nueva en Ucrania. La ONG Instituto de la Información de Masas recoge cada ataque en sus informes semanales. Sólo en la última semana de mayo registró 22 casos de censura y 19 de agresión. La inmensa mayoría fueron en el este, pero también se produjeron en el oeste del país. Desde que se dispararon las tensiones, en el este los rebeldes han cerrado los cinco canales de televisión ucranios y sólo permiten los rusos.

Mientras, en Kiev no se pueden ver canales rusos, y las imágenes de un diputado de extrema derecha abofeteando al depuesto jefe de la televisión pública dieron la vuelta al mundo. La OSCE también ha denunciado el hostigamiento a los medios, con torturas en Simferópol o la detención por el Ejército ucranio de un periodista ruso de LifeNews.

Los problemas para los periodistas son constantes desde la era Yanukóvich. Sergei Garmash dirige uno de los diarios digitales más seguidos del este, el proucranio Ostrov. “Yo trabajaba en otros medios pero, cuando en 2002 Yanukóvich comenzó su ascenso, me decidí a hacer algo”, cuenta por teléfono. Sus investigaciones sobre las cuentas bancarias del presidente le valieron muchas presiones, pero Garmash se mantuvo en Donetsk.

“Solo quieren leer su versión de las cosas”, se queja el jefe de una web

Fue al estallar el Maidán cuando la vida se hizo insostenible. “Me involucré exigiendo la apertura democrática. Y empezaron las amenazas”. Un increíble tiroteo en una casa de campo le hizo abandonar la ciudad. “Mantengo Ostrov, pero en Donetsk es imposible: sólo quieren leer su versión de las cosas”, remata. Otros periodistas huidos de la ciudad han pedido que su nombre no se publique para evitar represalias a sus familiares.

Las presiones a periodistas son la guinda de un complejo pastel. En Ucrania, la difusión de propaganda se ha convertido para los dos contendientes en un asunto capital. Como ejemplo vale el anuncio este miércoles del Gobierno de Kiev de que en las operaciones militares que lanzó el martes en Slaviansk —y que continuaron el miércoles, obligando a parte de la población civil a abandonar la ciudad— ha matado a 300 insurgentes; Borodai respondió que en su bando sólo han registrado “nueve bajas”. Ninguna de las partes ofreció pruebas y ambas esperan absoluta fidelidad.

Mientras, el miércoles, sentados frente al Gobierno regional de Donetsk algunos rebeldes se lamentaban: “Parece que no hay diario hoy”.

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