El Bordo es el hogar de los deportados que se han quedado en el limbo, sin poder volver a su lugar de origen y sin saber cuándo podrán ingresar de nuevo a EE UU
Un hombre posa junto a la entrada de su ñongo subterráneo, un hoyo en el suelo donde viveSAÚL RUIZPobladores de El Bordo, bajo un puenteSAÚL RUIZJuan Carlos, un mexicano deportado posa con sus únicas pertenencias, que guarda en un saco de pienso para perrosSAÚL RUIZUn hombre se baña en el desagüe del río TijuanaSAÚL RUIZLuis, un migrante deportado que vive en El BordoSAÚL RUIZUna patrulla sube a una decena de personas que habitan el canal en un operativoSAÚL RUIZUna persona del canal camina sobre las cenizas de un ñongo. La gente asegura que la policía de Tijuana prende fuego a sus casas construidas con desperdicios de plástico y cartónSAÚL RUIZLos deportados hacen fila para recibir una torta (bocadillo) y un vaso de aguaSAÚL RUIZGiovanni, un migrante hondureño que quedó atrapado por la lectura de Marco Polo, que le regalaron en un albergueSAÚL RUIZMigrantes rezan antes de comer en el Desayunador Padre Chava, en el centro de Tijuana. Diariamente se sirven más de 1.000 desayunos a los deportadosSAÚL RUIZRubén vivió 10 años en Fresno, California antes de ser deportadoSAÚL RUIZRubén, voluntario en el Desayunador Padre Chava, corta el pelo a otros migrantes deportados como élSAÚL RUIZVista de El Bordo y la garita de San Ysidro, el puerto terrestre con más cruces en el mundoSAÚL RUIZ
