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El Parlamento de Crimea propone que la península sea una provincia rusa

Los nuevos dirigentes de la región adelantan al 16 de marzo la convocatoria de un referéndum sobre el futuro de esta zona de Ucrania

Pilar Bonet

El Parlamento de la República Autónoma de Crimea pidió este jueves al presidente de Rusia, Vladímir Putin, y a la Duma Estatal (Cámara baja del Parlamento ruso) que inicien los procedimientos para incorporar esta península de Ucrania a la Federación Rusa, en calidad de provincia o unidad administrativa. En una sesión extraordinaria a puerta cerrada convocada de urgencia y en secreto, el Parlamento de Crimea decidió adelantar al 16 de marzo la fecha del referéndum sobre el futuro de la región y reemplazó la pregunta que planeaba someter a la población local —inicialmente una confusa forma de confederación— por nuevos y más radicales planteamientos.

Las preguntas serán: “¿Está usted por la unión de Crimea a Rusia con derechos de sujeto de la Federación Rusa?” y “¿Está usted por restablecer la validez de la Constitución de la República de Crimea de 1992 con el estatus de Crimea como parte de Ucrania?”. La opción más votada se considerará “la expresión de la voluntad popular directa de la población de Crimea”, señala la disposición del Parlamento, que, según su servicio de prensa, fue aprobada por 78 votos de los 86 presentes (el Parlamento tiene un total de 100 diputados). Las papeletas del referéndum serán en ruso, ucraniano y en tártaro, los idiomas de las principales comunidades culturales de esta autonomía de algo más de dos millones de habitantes. Las autoridades de Crimea, que el 27 de febrero se pronunciaron por el referéndum, pidieron entonces ayuda a Putin invocando razones de protección ante los nuevos dirigentes de Kiev, a los que consideran “ilegítimos” y encumbrados por un “golpe de estado nacionalista”.

El referéndum fue convocado inicialmente para el 25 de mayo y adelantado después al 30 de marzo. Con la nueva fecha, queda ahora algo más de una semana para preparalo y también para que Rusia apruebe el proyecto de ley, recién admitido en la Duma, para legitimar la incorporación de nuevos territorios al país más extenso del mundo.

La radicalización del planteamiento de la consulta fue una sorpresa para altos cargos de Rusia, incluido el jefe de la Duma, Serguéi Narishkin (el cuarto en la jerarquía del Estado), que el jueves esperaron en vano en Moscú a la delegación oficial de Crimea que debía participar en una mesa redonda con altos cargos del Ministerio de Exteriores y de Rossotrudnichestvo, la entidad creada para colaborar con los rusos en el extranjero. Un asistente a la reunión informó que “el planteamiento máximo” que debatían sus participantes fue la “federalización de Ucrania, pero no la incorporación de Crimea a Rusia”.

El referéndum se anuncia en unas condiciones de práctica ocupación de Crimea por parte de uniformados rusos, entre ellos tropas de élite de la Dirección Central de Contrainteligencia del ministerio de Defensa de Rusia, el GRU, según dijo a esta corresponsal el teniente coronel Vladímir Dokucháev de la unidad número A3835 del ministerio de Defensa de Ucrania, situada en los accesos de la localidad de Bajchisarai. Dokucháev dijo que entre 100 y 120 miembros de ese departamento habían desistido en su intento de tomar la unidad después de cinco días de asedio. “Tal vez han decidido ser discretos mientras están aquí los miembros de la OSCE”, suponía el oficial, refiriéndose a una misión de observadores organizada por esta entidad de la que tanto Rusia como Ucrania son miembros.

El ambiente en Crimea es muy volátil. Las actividades de los uniformados rusos que pululan por la península parecen responder a una representación teatral, donde lo real y lo irreal depende del autor del guión. Este solo puede ser el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Putin, quien afirma o niega la evidencia en función de sus propios intereses y mezcla verdades y mentiras. En cierto modo, las posiciones rusas replican las del Euromaidán, aunque con otro signo. Los crimeos corean las mismas consignas dirigidas a Rusia que el Euromaidan dirigió a la Unión Europea. Los “hombrecillos verdes”, como se han venido en llamar a los uniformados, en su mayoría no quieren identificarse como rusos al servicio de Rusia, aunque a veces lo hacen, verbalmente o con las matrículas de sus camiones y también cuando piden a las guarniciones ucranianas que se rindan.

En los cuarteles de las Fuerzas Armadas y del Ministerio del Interior, o en las dependencias del servicio de guardafronteras y las bases de las Marina, los rusos tratan de conseguir sus objetivos con la mínima violencia y, por lo general, primero piden a los ucranios que se entreguen y luego, que les dejen controlar las armas. Si no lo hacen, los rusos ceden y se van, aunque pueden volver. En la noche del miércoles al jueves, los rusos hundieron dos buques en la salida de la albufera de Donuzlab con el supuesto fin de bloquear a los buques de la Armada de Ucrania fondeadas allí,según precisaron un portavoz de la Marina de Kiev y la agencia local BS News. El mando de la flota rusa del mar negro no confirmó esta información

En Crimea por primera vez se evidencia ante un amplio público internacional que los incrementos de las asignaciones destinadas a los militares rusos no han sido en vano, a juzgar por el equipo, la disciplina y el armamento de los uniformados. Según opiniones oídas en altos círculos de Moscú, el comportamiento militar ruso será más expeditivo “cuando se haya celebrado el referéndum y Moscú tenga más legitimidad para tratar a los ucranios como ocupantes”, señalan fuentes informadas. Medios militares ucranianos señalan que el ambiente en los cuarteles de Ucrania es en parte de espera de una orden clara de las autoridades civiles para intervenir y repeler al invasor, y en parte de indiferencia ante esas autoridades que no son capaces de asumir la responsabilidad de defender el país por sí mismas y piden a la OTAN y a Occidente que les ayude a superar las consecuencias avasalladoras de sus errores de cálculo cuando luchaban por el poder en Kiev sin tener en cuenta en qué país viven.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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