El primer ministro japonés enfada a China y Corea del Sur
Shinzo Abe visita un santuario donde se rinde homenaje a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial, incluidos varios criminales
La visita del primer ministro japonés, Shinzo Abe, al santuario de Yasukuni, donde se rinde homenaje a los soldados japoneses caídos desde la guerra civil Boshin en 1868 -incluidos varios criminales de guerra nipones de las invasiones de China y Corea y la Segunda Guerra Mundial- ha desatado la cólera de Pekín y Seúl, que lo consideran un símbolo del militarismo nipón, así como la desaprobación de Washington.
China expresó su "vivo enfado" por una visita que demuestra "el desprecio hacia los sentimientos del pueblo chino y de las naciones víctimas de la guerra", ha dicho Qin Gang, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores en un comunicado. "La esencia de las visitas de los responsables japoneses al santuario de Yasukuni es magnificar la historia de la agresión militarista y de la dominación colonial de Japón", país que "debe asumir las consecuencias", ha advertido Qin.
Seúl también ha criticado a Tokio. "Nuestro Gobierno no puede dejar de lamentarse y expresar ira por la visita del primer ministro japonés Shinzo Abe al Santuario de Yasukuni que glorifica las agresiones coloniales y honra a los criminales de guerra", ha afirmado Yoo Jin-ryong, ministro de cultura actuando como portavoz del Gobierno surcoreano, en una conferencia de prensa, según la agencia Yonhap.
Washington ha emitido una declaración expresando su desaprobación. "EE UU está decepcionado con que el líder de Japón haya tomado una acción que exacerbará las tensiones con sus vecinos", según un comunicado publicado en la página web de la embajada de Estados Unidos en Tokio.
La visita al Santuario de Yasukuni, de la religión sintoísta nativa de Japón ha sido una sorpresa. Hasta ahora, Abe se había abstenido de ir y había hecho hincapié en que quería evitar convertir el asunto en una cuestión diplomática. En el lugar se rinde homenaje a los 2,5 millones de muertos de guerra, que incluyen a criminales de guerra de Clase A ejecutados después de la Segunda Guerra Mundial. En 1978 se inscribieron allí los nombres de 14 criminales, como el general Hideki Tojo, primer ministro cuando el ataque de Pearl Harbour precipitó la entrada de Estados Unidos en la Guerra.
"He expresado mi más sincero pésame, rendido homenaje y orado por las almas de todos aquellos que se sacrificaron absolutamente," dijo Abe a periodistas después de visitar el santuario, informa la agencia Kyodo News. "No es mi intención en absoluto herir los sentimientos del pueblo chino y coreano."
Anteriores visitas de políticos japoneses han enfurecido a China y Corea del Sur, que sufrieron la ocupación japonesa durante la consolidación del imperio nipón a principios del siglo XX. Los últimos primeros ministros japoneses se habían abstenido de visitar el santuario en los últimos años, en un intento de mejorar relaciones con China y Corea del Sur. La de Abe es la primera vez desde que el entonces primer ministro Junichiro Koizumi visitó el lugar en 2006.
El propio Abe no había visitado el santuario durante su primer período como primer ministro entre 2006 a 2007, pero ha expresado su arrepentimiento repetidas veces. Esta visita del jueves, que llega exactamente un año después de su regreso al poder, se ve como un reflejo de sus convicciones, así como un intento de atraer el apoyo del grupo conservador.
Además de que los países asiáticos que sufrieron bajo las acciones de guerra de Japón consideran el Santuario de Yasukuni como la representación del militarismo pasado de Tokio, esta visita ha tenido lugar en un momento de alta tensión. Tokio está involucrada en una disputa con Pekín por el control de unas islas deshabitadas en el mar de China Oriental y por una nueva zona de identificación de defensa aérea china, que incluye el espacio aéreo sobre las islas disputadas. Y también está envuelta en una disputa con Seúl por unos islotes en las aguas entre Japón y Corea del Sur.
Consciente de las críticas, Abe ha dicho que su visita no estaba destinada a rendir homenaje a los criminales de guerra, y agregó que también había visitado un monumento en el santuario dedicado a la guerra, no sólo para japoneses muertos, sino para todos los que perdieron la vida en el campo de batalla. "Hice una promesa de que nunca iría a la guerra, para construir una era libre de sufrimiento y dolores de la guerra," ha dicho Abe.
Vestido de traje formal y seguido por helicópteros de medios informativos que mostraban su visita en directo por televisión, Abe caminaba lentamente hacia el altar principal del santuario, junto a un grupo de funcionarios del gobierno, dirigido por un sacerdote sintoísta. Las cámaras de televisión no pudieron entrar. "Gracias, señor Abe," gritaban algunos visitantes cuando el primer ministro subía a su coche al marcharse del santuario. "Lo has hecho bien," decían otros.
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