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La vida nueva de Silvio Berlusconi

Lluís Bassets

El jueves fue el primer día del resto de su vida. Una vida más frágil y desprotegida de lo que haya conocido en los últimos 20 años. Ya no tiene inmunidad parlamentaria. El hombre más rico de Italia regresa a la nuda condición civil, como un italiano cualquiera. Llegó a la política para evitar la justicia y se va de la política cuando ya no hay obstáculo alguno que consiga frenar la apisonadora que es la justicia en un Estado de derecho.

Sabe que le espera el cumplimiento de una condena de cuatro años de cárcel por fraude fiscal, que se convertirán en un año de trabajos sociales sustitutorios concedidos en atención a su edad y a su condición. Y que ha perdido el derecho pasivo de voto, es decir, la capacidad para presentarse a unas elecciones en los próximos seis años, hasta que tenga 83. Sabe también, ya sin escudo que le proteja, que será pasto de los fiscales y jueces que ha conseguido eludir hasta ahora en sus dos décadas de gloria.

El hombre que ha dominado la vida política italiana durante los últimos 20 años tiene ahora el miedo en el cuerpo. Todavía tuvo arrestos para gallear ante una asamblea de sus partidarios, con patéticas denuncias de atentado a la democracia e incluso de golpe de Estado. En su primer día como simple civil quiso mantener la apariencia del líder de una fuerza política que piensa en las siguientes contiendas electorales y cuenta con programas de reformas políticas. Aunque en su boca suenan a hueco o incluso a burla cruel que se inflige a sí mismo.

Después de que todos le hayan ido abandonando —el último, su delfín Alfano; los penúltimos, la Iglesia y los empresarios; antes, la derecha europea con Merkel en cabeza…— serán ahora sus más íntimos allegados los que intentarán proteger sus intereses y protegerse a sí mismos de los últimos y agónicos coletazos del caimán. Los dirigentes de sus numerosas empresas e incluso sus hijos, a los que protegió desde el poder, ya no calculan a estas horas cómo salvar a quien no tiene salvación alguna, sino cómo proteger sus propios intereses para que no se los lleve el viejo saurio en su larguísima agonía. 

Comentarios

Saludos a Lluis Bassets por su formidable artículo. Le ha quitado el caparazón a la tortuga italiana, con perdón de las verdaderas, que nada tienen que ver con este especimen humano. Su amiguete Al Capone, del siglo pasado, es un niño de teta comparado con el nuevo ejemplar de la moderna mafia.
Lo de apisonadora sólo es acertado en el sentido de lentitud. Los Estados de derecho que nos hemos ( mejor nos han ) dado distan mucho de ser realmente Estados de derecho. En la Italia pre- intra y post Berlusconi y en la España de las verjas y cuchillas. En la ausencia de persecución (aquí y allí) de los defraudadores fiscales, en los siglos que pasan entre que algunos son encausados ( más de 10 años en el caso Fabra, más de 15 en el de Berlusconi, ¿ cuántos van en el de Jaume Matas ?) y sus causas son ¿ resueltas ?. Lo que sucede es que Berlusconi ha sido muy tosco en sus relaciones con la Mafia pero todos los poderes ( quizás está en su propia esencia ) tienen comportamientos mafiosos ( es muy útil leer a Gay Talese ) y algunos ni siquiera, aunque pasen muchos años, son encausados como Capone. Podríamos seguir con nombres y ejemplos españoles pero tal como apuntan las propuestas de nuestro ministerio del interior ( de nuestro Estado de derecho, por cierto) conviene ser prudentes, me temo que determinados “delitos” de opinión no tarden demasiado en castigarse. O en multarse por encima de la capacidad de los ciudadanos.
Hasta con un Berlusconi moribundo es recomendable mantenerse alerta por si embiste de nuevo. Buena vida a Italia.
¿Quién estará más tiempo en la trena: Silvio o Urdanga? Ninguno. Valiente "estado de derecho". Es que es de dar pena...
Estimado Sr. Mora: "aunque pasen muchos años, son encausados como Capone." Creo que tiene el continente confundido. Eso fue en América, en Europa no encausan ni a Carrillo.
"La moda nacionalista"Dice Alfonso Guerra (EL PAIS, 04-XII-2013), a cuenta de la crisis territorial que padece este país, que cuando los nacionalismos vasco y catalán vieron que otros igualaban sus competencias, por aquello del café para todos, "ellos quieren un escalón más, y cuando los otros piden subir ese escalón, ellos piden otro más". Este lúcido razonamiento me recuerda a otro que Walter Benjamin recoge en su Obra de los pasajes, a cuenta de la moda. Cita el célebre pensador alemán a uno de los mayores filósofos del derecho, Rudolph von Jhering, para quien "la moda es la barrera sin cesar nuevamente levantada mediante la que el mundo distinguido quiere visiblemente separarse respecto al medio de la sociedad". El nacionalismo, como cualquier clase acomodada, parece pecar de lo mismo. Cuando Mas y los suyos nos dicen que quieren ser independientes, no parece que ello responda a que realmente se sientan con derecho a decidir, sino más bien a que necesitan distinguirse de quienes consideran, si no inferiores, sí alejados de su preeminencia, por más que les reconozcan todo el derecho del mundo a todo lo que ellos reclaman para sí. Pero siguiendo esta evolución ad nauseam, el cuento de nunca acabar lo califica el gran político sevillano, no me extrañaría que si el resto de regiones de España decidieran igualmente independizarse, ya se encargaría el presidente de la Generalitat de buscar otra fórmula para distinguirse aún más, pues como bien dice el jurista alemán, y perdón por el lío de citas, "una vez que la nueva (moda) sea adoptada por las clases medias perderá su valor para las altas". En resumidas cuentas, que podría considerarse al nacionalismo, mutatis mutandis, como una moda, mas una moda peligrosa, pues si la esencia de la moda tradicional radica en la distinción estamental en función del sombrero o del traje, en la moda nacionalista la superioridad social se basaría en un inexistente derecho a decidir sin contar con los demás.
Realmente es vergonsozo lo que le sucede al ser humano cuando tienen poder, la política es una de las cosas más sucias disfrasada de ayuda a la gente, no se puede generalizar pero si realmente buscarán ayudar a sus semejantes lo pueden hacer desde cualquier sitio, sin recibir nada a cambio pero es claro que no es la intención, en este caso Berlusconi uno más de tantos en todo el mundo que manejan el destino de cada uno de nosotros como más les combiene... en hora buena felicidades Italia uno menos lamentablemente sus dicipulos estarán listos para continuar la escuela de Berlusconi.
la politica en el mundo entero no es más que una mafia la cual utiliza como pretexto las nececidades de las personas, en este caso Berlusconi simplemente es uno más de todos que mueven nuestras vidas com a ellos mejor les convenga en este caso le toco a Italia pero como el existen en todos lados, en hora buena Italia se libro de este personaje, esto no cambia mucho su situación pues despues de él otros vendran pero se que como yo siempre estará viva la esperanza de que las cosas si no cambien mejoren...saludos Lluís Bassets

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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