¿Cuál es el futuro de Venezuela?
La crisis es estructural: sectores de ambos bandos coinciden que si no se toman medidas consensuadas, el Estado corre peligro de colapsar
El domingo 29 de septiembre dos prestigiosos analistas políticos venezolanos, Carlos Blanco y Oswaldo Álvarez Paz, plantearon en sus respectivas columnas de opinión, la necesidad de que el actual Presidente Nicolás Maduro renuncie a su cargo para que dé paso a la etapa de transición que le urge a Venezuela. Iguales peticiones se han escuchado de otros sectores, inclusive en el portal digital Aporrea, órgano de la izquierda chavista.
Y no es que tal petición se fundamente en el hecho de que todas las críticas que a diario recibe Maduro por su desempeño, limitaciones, falta de liderazgo o legitimidad o las reiteradas críticas a su nacionalidad, sean las causales de este clamor que pareciera se repite por doquier. El asunto es mucho más profundo. La crisis es estructural: sectores de ambos bandos coinciden que si no se toman medidas consensuadas entre todos, el Estado venezolano corre peligro de colapsar.
El modelo económico impuesto por más de 15 años de chavismo termina por derrumbarse: destruyendo instituciones, socavando pilares productivos, dependencia casi total a las importaciones, marcada escasez de productos básicos; permisividad hacia los militares en el tráfico de drogas, incompetencia y corrupción en manejo de programas gubernamentales y el despilfarro que ello ha causado, falta de controles efectivos; continúa devaluación de la moneda; control cubano de áreas sensitivas de la seguridad estatal. En fin, una situación que afecta a todos por igual, sean chavistas u opositores.
Nadie se hubiese imaginado que a escasos seis meses de las elecciones esta interrogante se iba a plantear. Ha desaparecido del léxico la palabra Chávez. La situación de Venezuela es cada vez más difícil de sostener. En la búsqueda de una salida, propiciada por la influyente Iglesia Católica, con la participación de las fuerzas políticas y el ejército, la figura de Nicolás Maduro sobra; hasta obstaculiza. Quizás el candidato presidencial opositor Henrique Capriles deberá esperar a una nueva elección para llegar a presidir su país. En el momento de la salvación del país todos tendrán que ceder. El pragmatismo cubano también apostará por esa salida, antes de perderlo todo.
A Maduro ni los suyos lo respetan y cada día que pasa lo sienten como una insostenible carga. Lo que hoy ocurre con la llamada Revolución del Siglo XXI es que muerto su líder, no quedó nadie preparado para sustituirlo y menos con capacidad para tapar los entuertos que a diario su particular manera de gobernar generaban en la erosión de las estructuras de la sociedad venezolana.
Nadie se explica cómo no ha habido explosiones sociales. No hay liquidez; la economía se sigue hundiendo; no existe clima alguno de confianza en el país y menos en la inversión extranjera. La inflación sube al 42,5% anual y en materia alimenticia a 60% desde agosto pasado. Los acreedores particulares externos como panameños y colombianos lo acosan. Socios como Brasil e Irán indican que Venezuela no cumple sus compromisos en inversiones conjuntas. Cada día se produce menos petróleo y las finanzas de PDVSA se deterioran más. Dependencia hacia China aumenta (actualmente 25% de lo producido va para amortizar deuda china). El valor del bolívar en el mercado negro puede sobrepasar 5 o 6 veces su valor nominal, siendo los más afectados los que menos tienen.
La crisis a nivel de corrupción entre los altos mandos militares se acentúo el pasado 11 de septiembre al descubrirse en París avión de Air France, proveniente de Caracas, que transportaba carga de 30 maletas con nombres de pasajeros ficticios, con 1300 kilos de cocaína. Aunque se mencionan a dos generales en el operativo, no han sido siquiera investigados y nadie cree que en semejante embarque hubiese sólo involucrados un Teniente Coronel, 12 guardias nacionales y 5 civiles.
Ya se plantean cosas concretas para esa transición: nombramiento de Consejo Nacional Electoral independiente al igual que un remozamiento del Órgano Judicial; una limpieza interna a lo interno de las Fuerzas Armadas, entre otras acciones, culminando con un nuevo proceso electoral. No será fácil para quien ha ejercido indiscriminadamente el poder, pero será más difícil posteriormente si finalmente se da una explosión de violencia en la sociedad venezolana, de ésas que se saben cómo comienzan, pero nunca como terminan.
Guillermo A. Cochez fue embajador de Panamá ante OEA entre Julio 2009 y enero de 2013.
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