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La violencia en Michoacán alerta al Gobierno mexicano

Peña Nieto convoca a una reunión de emergencia por la violencia en Tierra Caliente, al sur del país Siete enfrentamientos entre la policía y supuestos delincuentes han dejado al menos 26 muertos y una quincena de heridos

Policías y soldados mexicanos el martes en Arteaga (Michoacán).
Policías y soldados mexicanos el martes en Arteaga (Michoacán).EFE

Michoacán, al sur de México, es uno de los Estados más violentos del país. El expresidente Felipe Calderón lanzó ahí, en diciembre de 2006, su ofensiva contra el narcotráfico. Pero incluso para los estándares michoacanos, esta ha sido una semana particularmente convulsa. En los últimos tres días, han ocurrido siete enfrentamientos, una veintena en los últimos 10 días. Al menos 26 personas han muerto y otras 15 han resultado heridas.

La violencia no ha dado un respiro. El lunes, un comando armado abrió fuego en contra de un grupo de manifestantes en Los Reyes, a 165 kilómetros de Coalcomán. Murieron cinco personas. Los medios mexicanos lo contaron en crónicas sin firma, como ocurre con los sitios más violentos del país. Al día siguiente, otros seis ataques. Esta mañana, un ataque más, esta vez en Coalcomán (al oeste del Estado), dejó otros cuatro policías muertos. El presidente mexicano Enrique Peña Nieto se reunió de emergencia esta mañana con sus equipos de seguridad para analizar la situación.

Las emboscadas, al parecer planeadas, han ocurrido principalmente en la región de Tierra Caliente, al oeste del Estado, una zona productora de droga y centro de operaciones del cartel Los Caballeros Templarios, los herederos de facto de La Familia Michoacana. Una organización criminal fundada aproximadamente en 2006 por Nazario Moreno El Más Loco, asesinado –según la versión oficial– en una ofensiva policial y militar en diciembre de 2010.

En Tierra Caliente están los 19 municipios que el Gobierno federal ha identificado como los “focos rojos” de la violencia en el Estado. En los últimos siete años, Michoacán ha sido testigo de emboscadas, el asesinato de funcionarios de varios niveles, un atentado con dos granadas contra población civil en septiembre de 2008 y, en los últimos meses, la proliferación de grupos de autodefensa formados por vecinos armados en territorios en disputa por el narcotráfico.

La inestabilidad en Michoacán es también política. Su gobernador, Fausto Vallejo Figueroa (del Partido Revolucionario Institucional, PRI), permanece apartado del cargo después de haber pedido licencia en abril de 2013 por motivos de salud. Su sustituto, Jesús Reyna, ha insistido esta tarde en una entrevista radiofónica que los caminos de Michoacán “están transitables” y que no es “un Estado fallido”.

A los siete ataques ocurridos en los últimos tres días se suman otros 11 de la semana pasada y el bloqueo intermitente –por parte de grupos armados– de algunas de las carreteras internas del Estado. Ayer, por ejemplo, la terminal de autobuses de la capital, Morelia, tuvo que suspender las salidas durante varias horas de la tarde.

Reyna ha insistido en que los enfrentamientos son señal del combate a la delincuencia. “Muchas veces decimos que son malas noticias y que hablan mal de Michoacán.Para nosotros, sin decir que son noticias agradables, nos dicen que se está actuando con eficacia”, afirmó esta tarde en una rueda de prensa en Morelia.

Precisamente en Michoacán, el Gobierno mexicano lanzó en mayo una ambiciosa estrategia de seguridad. Entre otras cosas, se ha destinado un número mayor de agentes policiales y militares. También se ha promovido el llamado “mando único”, una novedad en México, un país con más de mil cuerpos policiales de distintos niveles. Las autoridades, dijeron entonces, confiaban en reducir la violencia en el Estado en al menos un mes.

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