_
_
_
_

Muertes soberanas

Lluís Bassets

La pena de muerte está en retroceso en el mundo. Un retroceso vacilante con los coletazos dolorosos de países donde regresa de pronto tras un tiempo sin ejecuciones. Cada año son más los Estados que la eliminan y disminuye el número de sentencias capitales dictadas, pero, en cambio, en los últimos tres aumentó el número de ejecuciones.

Veintiuno son los países que eliminaron vidas humanas como resultado de un juicio el pasado 2012. Las cifras son todavía terribles: 680 ejecuciones, 1.722 condenas a muerte pendientes y un número impreciso en millares solo en un país, el mayor Estado homicida de nuestro mundo, que es China.

Nadie ha imaginado todavía la ecuación que conecta unas muertes con otras, los homicidios dentro de la ley con los asesinatos y los desaparecidos fuera de la legalidad, pero hay lugares donde la función matemática es efectiva, y suben de un lado cuando bajan del otro y viceversa, a veces de la mano de los mismos asesinos. Unas gracias al desorden social, y otras gracias a un Estado al que no le importa ni su propia legalidad.

El hecho es que los dos Estados más soberbiamente soberanos del mundo, que ahora son Estados Unidos y China, siguen siendo los campeones de la pena de muerte. El primero, el campeón occidental, con 43 ejecuciones judiciales y un número indeterminado aunque importante de ejecuciones extrajudiciales efectuadas fuera de su territorio nacional, en Pakistán, Yemen y Somalia.

China es el campeón absoluto con su imprecisa plusmarca secreta que se cuenta en millares. Irán tiene el récord islámico (314 reconocidas, aunque pueden ser más de 600). Le persiguen Irak, la democracia que iba a construir Bush (129), y Arabia Saudí, el amigo de Washington (79 ejecuciones, casi todas en público). Hay países como Egipto donde son numerosas las sentencias capitales de tribunales militares, pero no se tiene información sobre su ejecución.

La estadística es la base del conocimiento y luego de la acción. Amnistía Internacional, con su informe anual sobre el estado de los derechos humanos en el mundo, de donde salen estas cifras, rinde un servicio impagable a quienes quieren saber para poder empujar y conseguir que los Estados homicidas dejen de serlo. 

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Comentarios

Para que la "democracia" sea creíble, a escala mundial y no solo local, hace falta eliminar la corrupción y poner en el banquillo a todos los corruptos y corruptores. Es decir, primero hay que limpiar la política, ausente de ética, que es la verdadera muerte soberana. En siglos anteriores la corrupción estaba disfrazada de aristocracia, hoy lo está con el vocablo democracia, y para mas inri el vocablo procede del griego demo= pueblo y cracia = gobierno. ¿Realmente, gobierna el pueblo? ¡El circo político es formidable...¡
Las muertes soberanas son más que lo mencionado por nuestro articulista el señor Bassets, se aplican en otros ámbitos siendo incluso más peligrosas ya que no se perciben directamente. Las naciones siempre se han enfrentado a desafíos para poder sobrevivir a las ambiciones dominantes de otras naciones que surgen. De este modo han desaparecido imperios cuya desintegración y pérdida de poder eran inimaginables.La muerte soberana que vivimos actualmente se inició tras: - Nuevos métodos de enseñanza se aplican con resultados negativos, buscando como objetivo anular la creatividad y la capacidad de raciocinio, para conseguir la sumisión de la población. - Lavados de cerebro desde la infancia mediante la publicidad mediática que falsea realidades y principios sociales, enfundando creencias erróneas llevándonos así a adular a personajes que dan una imagen exitosa del corrupto, ladrón y asesino. - El debilitamiento, por un lado, de las sociedades, cuyo ejemplo más claro es la desesperación y frustración de las generaciones de jóvenes por la falta de empleo y estabilidad laboral y familiar. Y, por otro lado, de las asociaciones de trabajadores, que desde los años ochenta, durante las eras del Reaganismo y Thatcherismo. Por último, cabe mencionar el nuevo poder que está subiendo a flote a raíz de la crisis económica, la banca, que aspira a extender todavía más su poder capitalista a expensas del capital de ahorradores y accionistas. El imperio mercantil está surgiendo y haciendo llegar sus tentáculos a todos los rincones del planeta.
Pena capital, la justicia como mal ejemplo.
Y aunque se avanza en general y la pena de muerte pierde adeptos, quién puede asegurar que lo ganado no se perderá en un plis-plas. Todo dependerá de las circunstancias y de las personas, que somos mucho volubles. En fin, que no sé si cabrá aplicar la pena de muerte a la pena de muerte.
notable que nadie , NADIE, en El Pais, menos Lluís Bassets, quiera comentar el comunicado en que Al Qaeda califica de exitosa su operación del 11-M porque volcó los votos al socialismo.... hmmmm... no interesa, verdad??
Lluis, te apoyo a muerte en seguir denunciando la pena capital. Sin embargo, tengo una pequeña duda: ¿te parece más aberrante -en cuanto a sufrimiento del penado- el tiro en la nuca que la silla eléctrica -y mas cuando no funcionan perfectamente?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_