La lista de la lavandería
Esta es una expresión que acude con puntualidad a la cita anual del estado de la unión, cuando el presidente de Estados Unidos pronuncia ante los congresistas un discurso con los principales propósitos para el futuro. La lista de la lavandería es una frase hecha inglesa que designa un largo y tedioso repertorio de temas mezclados, calcetines con toallas, camisas con pañuelos, perdidos unos en la colada, otros en la ligereza de las palabras que se lleva el viento.
Como buen tópico, esconde una verdad y una mentira. Todo discurso, también el de Obama este pasado martes, termina agregando temas desiguales, mucho de cita tan obligada como ociosa o vacía. Pero no todo lo que dijo el presidente pertenece a la lista caótica e insignificante de la lavandería política de Washington. No es así. No lo es la inclinación programática a la izquierda, con propósitos tan ambiciosos como difíciles de cumplir, pero que marcan un horizonte y un legado. Es probable que Obama consiga coronar sus esfuerzos con el éxito en política de inmigración, aunque lo es menos que suceda así en control de armas, medio ambiente o equilibrio del déficit.
Obama propugnó la solución diplomática al conflicto con Irán sobre su programa nuclear, tal como interesa a los europeos, pero hará todo lo necesario, es decir, recurrirá a la fuerza, en el momento en que los ayatolás vayan a obtenerla. También apoya las transiciones democráticas árabes, aunque no dictará “el curso de los cambios en países como Egipto” y se limitará a mantener la presión sobre Siria ante la guerra civil en curso. Apenas tuvo una frase para una prenda internacional en la que se juega su legado presidencial: “Estaremos firmemente con Israel en la búsqueda de su seguridad y de una paz duradera”. En primavera visitará el país judío por primera vez como presidente, y también incluirá Palestina, en un viaje de enormes expectativas, justo en las antípodas de la lista de la lavandería.
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