El Gobierno escocés recibe casi en secreto a la primera ministra de Quebec
Edimburgo intenta marcar distancias con otros independentismos Salmond no quiere revolotear las aguas diplomáticas de cara a la consulta soberanista de 2014
Las naciones sin Estado no siempre parecen aliados. El ministro principal de Escocia, Alex Salmond, ha recibido casi en secreto este martes por la tarde en Edimburgo a su homóloga de Quebec, Pauline Marois. El Ejecutivo escocés calificó el encuentro de “visita de cortesía” y decidió que se celebrara sin la presencia de periodistas. Del encuentro da testimonio para la historia una escueta nota de prensa y una fotografía oficial.
Al astuto líder del Partido Nacional Escocés (SNP en sus siglas en inglés) no le interesa revolver las siempre procelosas aguas de la diplomacia internacional de cara al referéndum de independencia al que serán convocados los escoceses en el otoño de 2014. Con la candente cuestión de la pertenencia o no de Escocia a la Unión Europea (UE) si se separa de Reino Unido siempre en mente, los independentistas escoceses no quieren que su consulta sea tomada por otros como un ejemplo a seguir.
Por eso en los últimos meses Salmond se ha distanciado todo lo que ha podido de los soberanistas catalanes y por eso ha decidido dar el menor rango posible a la visita de la líder del también independentista Partido Quebequés y primera ministra de esta provincia francófona en la que una muy significativa minoría aspira a independizarse algún día de Canadá. “Quebec ha pedido el encuentro y el ministro principal está encantado de reunirse” con Marois, aclaró a este diario una portavoz de Salmond.
Ambos mandatarios han hecho público un comunicado conjunto en el que subrayan sobre todo el “potencial para una mayor colaboración económica”, en especial en áreas como energía y medio ambiente. Las cuestiones relacionadas con la soberanía se despachan en dos líneas: “Ambos líderes han hablado también sobre la situación política en sus respectivas jurisdicciones y están de acuerdo en que su destino es una cuestión que deben decidir los pueblos de Escocia y de Quebec”.
Quebec ha celebrado ya dos referendos para declararse soberano, ganados ambos por los partidarios de seguir formando parte de Canadá. En 1980, cuando la propuesta consistía en una mezcla de soberanía y asociación con Canadá, los unionistas ganaron con amplitud (casi el 60% de los votos). En 1995, cuando se votaba una propuesta más radical, soberanía con algún tipo de colaboración voluntaria con Canadá, los unionistas ganaron por los pelos: 50,58% frente a 49,42%.
Marois, que la semana pasada participó en el Foro Económico Mundial en Davos (Suiza), ha aclarado que su partido no aboga en este momento por un tercer referéndum y en Davos se centró mucho más en las cuestiones económicas y de captación de inversiones que en el debate sobre la soberanía. De hecho, ahora es mucho más difícil para Quebec separarse de Canadá porque en 2000 se aprobó una nueva ley que exige que la escisión sea apoyada por una “mayoría clara” de los votantes, aunque deja en el aire qué porcentaje de votos se considera suficiente.
La primera ministra de Quebec ha asegurado que con su visita a Salmond ha querido sobre todo saber qué ha hecho este para conseguir que el primer ministro británico, el conservador David Cameron, aceptara convocar el referéndum sobre la independencia de Escocia y se comprometiera a aceptar el resultado, sea el que sea.
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