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Jordania renueva su Cámara baja en una jornada electoral sin incidentes

El reino hachemí renueva su Cámara baja, la única para la que hay elecciones La oposición islamista y de izquierdas pide que no se vote para castigar a Abdalá II

Varios trabajadores cargan con las urnas electorales en el colegio de Ein Jaloot en Ammán, Jordania.
Varios trabajadores cargan con las urnas electorales en el colegio de Ein Jaloot en Ammán, Jordania.JAMAL NASRALLAH (EFE)

Jordania acudió este miércoles a las urnas para renovar su Cámara de Diputados, en una jornada sin incidentes en la que el Gobierno resistió el embiste de la oposición, tanto islamista como de izquierdas y sindicalista, que había llamado al boicot de los comicios para exigir reformas estructurales del Estado, protestando por lo que considera corrupción en el Gobierno y mostrando una incipiente insatisfacción con la monarquía del rey Abdalá II.

Se presentaron a los comicios legislativos 1.425 candidatos, para ocupar 150 escaños en la Cámara baja. Según la Comisión Independiente de Elecciones, 191 de ellos eran mujeres. El Senado, Cámara alta, no se sometió a votación, ya que lo componen legisladores elegidos directamente por el rey. Se habían registrado para votar 2,3 millones de ciudadanos, y la participación final fue del 56,4%, según fuentes gubernamentales.

El Gobierno movilizó a 47.000 agentes de policía para que custodiaran los lugares de votación e intervenieran en caso de que la oposición tratara de iniciar actos de protesta, según informa la agencia de noticias oficial Petra.

En octubre, el monarca hachemí disolvió el Parlamento y convocó elecciones anticipadas. Pidió a los ciudadanos que participaran en ellas, “para insuflarle vida a nuestra democracia”. “En muchas ocasiones -en Jordania y alrededor del mundo- los desacuerdos, sean personales o políticos, se expresan de forma inefectiva con políticas intransigentes, violencia o boicots, que no ofrecen los resultados de forma necesaria”, añadió Abdalá II en un mensaje oficial.

La insatisfacción se ha alimentado principalmente del incremento de los precios de los combustibles y del transporte público, y las protestas han ido dirigidas, en gran medida, contra las reformas económicas de los últimos Gobiernos formados por el rey, que han eliminado numerosos subsidios públicos. Desde 2011, Abdalá II ha relevado en cuatro ocasiones a otros tantos primeros ministros. El actual, Abdalá Ensour, lleva en el puesto desde el pasado 11 de octubre.

La oposición en Jordania, fuerte en la ciudad sureña de Maan e inspirada por la oleada de protestas de la primavera árabe, ha hecho avances más tímidos que los que se han visto en otros países, y que ya han depuesto a cuatro gobiernos en Túnez, Egipto, Libia y Yemen. Durante los pasados dos años ha mantenido las concentraciones organizadas habitualmente los viernes después de la hora del rezo, en las que ha exigido cambios y reformas.

En noviembre, algunos manifestantes entonaron cánticos en las calles de Ammán en contra del rey. “¡Abdalá, tu tiempo ha acabado!”, dijeron. Fue una novedad, pero los eslóganes no dieron paso a revueltas que hayan supuesto, hasta ahora, una creíble amenaza contra el régimen monárquico, ni a episodios generalizados y reiterados de violencia.

El llamado Frente de Acción Islámica, la rama política de los Hermanos musulmanes en Jordania, pidió en verano el boicot de estas elecciones, como signo de protesta por un aperturismo del régimen que consideran meramente superficial. Además, criticó que sólo 27 escaños de la Cámara baja se reservaran a listas cerradas, conformadas por los partidos. Consideran que la monarquía quiere fomentar el avance de candidatos independientes, e impedir que se consolide una cultura de formaciones políticas fuertes.

De momento, la mayoría de los 6,5 millones de ciudadanos sigue considerando que Abdalá es la mejor garantía para disipar las tensiones étnicas, entre aquellos jordanos que proceden de Palestina y los transjordanos, arraigados en la ribera al este del río Jordán. A las tensiones étnicas tradicionales hay que añadir, además, la llegada de hasta 300.000 refugiados sirios, desplazados desde que comenzara el conflicto de los rebeldes contra Bachar el Asad. El país vive una fuerte crisis económica, y en septiembre su Gobierno pidió 500 millones de euros en ayudas internacionales para poder prestar unos servicios mínimos a los refugiados sirios

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