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Los atlas del futuro

Lluís Bassets

En las épocas de crisis regresa el fatalismo. Las teorías deterministas se abren paso con facilidad. Es el paraíso de la economía, aunque los economistas se equivoquen. Y es el momento propicio para el regreso de la geopolítica —una disciplina interesante pero sospechosa, que utilizaron los nazis para justificar su teoría del espacio vital y su política agresiva y expansionista—, en forma incluso de geoeconomía.

No todo es imperialismo en los conceptos geopolíticos, aunque no hay dudas sobre los orígenes imperialistas de una ciencia que pretende explicar los comportamientos políticos por los condicionamientos del entorno geográfico. Hay también algo reactivo en la recuperación de un pensamiento duro, que observa a los seres humanos desde una perspectiva estratosférica, la de los satélites que nos mandan imágenes de la tierra. Tras las épocas ideológicas, y las épocas de la virtualidad digital como la nuestra, es lógico que surjan reacciones reduccionistas.

Kaplan nos introduce al pensamiento geopolítico pero, sobre todo, nos invita a adoptar una conciencia geográfica a la hora de acercarnos a los conflictos mundiales. Hagámosle algo de caso, sin necesidad de dejarnos convencer ni entrar en debates filosóficos sobre la libertad y el determinismo en la historia de las naciones. Volvamos por un momento a los mapas, aprovechando el año nuevo, momento propicio para interesarse por las noticias que trascienden la novedad de un solo día o una semana.

No nos bastan para este ejercicio los viejos atlas coloreados de geografía física y política, que nos mostraban el patchwork de las fronteras y soberanías nacionales de colores, aunque alguna utilidad pueden tener en un momento de agudización de rivalidades nacionales. En Asia, por ejemplo, donde nos servirán para escudriñar el mar de China en busca del archipiélago de las Spratley, las islas Paracelso o las Diaoyu (Senkaku en japonés), todas ellas disputadas entre China y sus vecinos. O en el Ártico, donde nos permitirán atisbar las futuras rutas de navegación entre Asia y Europa.

Estos son los mapas clásicos de superficie que albergan unos nuevos mapas menos conocidos, pero más interesantes para nuestra época, una nueva cartografía que debe recoger, precisamente, las novedades que nos proporcionan tanto la tecnología como las modificaciones del planeta producidas por el calentamiento global. Las primeras levantan, por ejemplo, la nueva cartografía de los yacimientos de gas y de petróleo que va a revolucionar la economía de la energía. Las segundas, tanto las costas en peligro como los resultados de la fusión en los casquetes polares, de efectos ambivalentes sobre la economía humana: catástrofes de un lado y nuevos recursos del otro.

Basta con centrarnos, de momento, en los efectos de la cartografía del subsuelo terrestre y marino que alberga nuevos yacimientos gasísticos y petrolíferos para concluir muy rápidamente en la utilidad de la geopolítica para entender los tiempos que nos esperan. A los avances en la extracción en fondos marinos a gran profundidad se han añadido los enormes progresos en detección de yacimientos, en extracción horizontal y en el llamado fracking, que consiste en extraer gas o petróleo de los esquistos bituminosos en las profundidades del subsuelo.

Estados Unidos asegurará su suministro de petróleo para los próximos cien años y en 2020 tendrá una total autonomía energética, además de exportar gas licuado al resto del mundo y principalmente a Europa. Hay probabilidades de que Polonia se convierta también en un gigante gasístico, liberado de la dependencia energética de Rusia. Esta última, al igual que los países árabes productores de gas y de petróleo, deberá acomodarse a la nueva situación. Recordemos que el conflicto entre Repsol y Cristina Kirchner tiene su origen en la explotación del yacimiento de Vaca Muerta, una enorme bolsa de arcilla bituminosa.

Las técnicas extractivas, que consisten en inyectar un cóctel de agua y componentes químicas a alta presión, suscitan muchas reservas por sus efectos contaminantes en las aguas subálveas e incluso sobre la salud de las poblaciones afectadas. Pero a la vez estos yacimientos pueden ser una bendición económica, como se espera que le suceda a Barack Obama en su segundo mandato con un boom inmediato del gas y del petróleo de piedra. Habrá que optar.

El mapa del siglo XXI está mutando gracias a la energía oculta e inagotable que hay bajo la superficie de la tierra. Y unas nuevas e inesperadas relaciones de poder nos esperan bajo los nuevos atlas todavía desconocidos.

Comentarios

esperemos que sea una vez mas el desarrollo tecnologico el que marque el rumbo de la geopolitica energetica, y los mercados financieros que la controlan. Ojala demos un paso adelante usando fuentes de energia alternativas, en mi opinion el planeta no aguantara otro siglo a este ritmo de consumo de combustibles fosiles. Estos yacimientos son un factor importante pero se vera condicionado por factores ambientales, el primer gigante en dar este paso sera la proxima superpotencia, si el capital cede y se da cuenta de lo obsoleto de la industria petroquimica y de sus nefastos efectos.
Lei 'La venganza de la geografía' , y me pareció un libro increible que relata a la perfección lo que describe el autor en el articulo. Me gusta mucho este post!
En realidad , es pura supervivencia. Aquellos estados que han sido importantes, o han tenido o tienen expectativas e ideales sobre lo que pueden hacer o no, son los que planean a largo plazo. En este sentido, no me extraña que EEUU se prevenga e invierta fuertemente en este sentido. Es una nación que siempre ha confiado en la capacidad industrial y el avance tecnológico como motores de su economia y poder. China es consciente de ello, pero por ahora se dedica a copar recursos de tercera mano en los paises emergentes para su hambrienta economia de producción, aunque tambien invierte, pero menos, en tecnologia. Queda por ver cómo saldrá esta apuesta entre los dos gigantes. La UE está empantanada en el nudo gordiano de la deuda, que habrá que cortar por lo sano algún día. Y España, va a tener que invertir en talento y esfuerzo, porque el turismo ya sólo es un asidero endeble y que puede caducar (sobreexplotación). Es difícil, pero no imposible.
No, si tras cargarnos el clima nos cargaremos también el centro de la Tierra. Hasta que pinchemos y salgamos pedorreando cual globo de plástico, extraído del petróleo, claro. Tan tontos como Anchuras, que vendió el coche para comprar gasolina, quemaremos el planeta para recorrerlo. Pero, bah, tira, a ver cuánto aguantamos. ¡Menudo atlas negro vamos a dejar a nuestros descendientes, sobre todo los que los tengan!
En mi opinión la geografía y los recursos asociados a ella, entre ellos el valor geoestrátegico, son factores importantes pero no siempre definitivos. Yo creo más en la fuerza de las ideas que permiten sacar partido a la geografía y a los recursos y que a menudo son las que marcan por si solas la diferencia, como fue el caso de la antígua Grecia, Gran Bretaña o los Estados Unidos de América con el advenimiento de la democracia como concepto y el talante liberal como forma de vida. Un libro que creo imprescindible para quien se interese por la política y su historia y que abunda en esta tesis es "On Politics" de Alan Ryan.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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