La tregua llega tarde para Mona y Walaa
Los ocho días que ha durado la operación Pilar Defensivo ha dejado 156 palestinos muertos El 66% eran civiles
Mona al Sawa aguanta el dolor como puede, el físico y el otro, en una cama del hospital Shifa, en la ciudad de Gaza. “¿Para qué sirve esta hudna [alto el fuego] después de perder a mi hija, después de tanta destrucción y matanzas?”, respondía por la tarde a la pregunta de qué pensó al confirmase la tregua. Yosra, de 18 años y a punto de entrar a estudiar a la universidad, era su única hija. Tiene tres hijos varones más. Cuenta que el martes, al anochecer, un misil disparado por un helicóptero Apache entró en su casa, mató a la joven y a tres vecinos. “No puedo entenderlo, tengo hijos pequeños, no pueden ser milicianos”, decía entre sollozos. Los chavales estaban en la planta inferior.
Para los civiles es casi imposible huir del conflicto en la superpoblada Gaza. El Centro Palestino de los Derechos Humanos (PCHR), que difunde la cifra, las identidades y las circunstancias de cada muerte violenta en la franja —también cuando no hay grandes ofensivas—, informó de que en estos ocho días han muerto 156 palestinos, de los que 103 (el 66%) eran civiles. Ayer aún se recuperaron cadáveres bajo los escombros. Los fallecidos en Gaza incluyen 33 niños (menores de 18 años), 13 mujeres y 3 periodistas. Y entre el millar de personas que han resultado heridas en los ataques, “el 95% son civiles”, recalcó Jalil Shaheen, director de derechos económicos y sociales del PCHR. Entre ellos proliferan también los niños: 274 (el 27%). “La mayoría estaban en sus casas cuando sufrieron ataques aéreos israelíes”, precisó Shaheen.
Una de esas niñas del frío recuento es Walaa el Garabli, de 15 años. “Salí al balcón para recoger un colchón, lo cogí y al darme la vuelta noté que algo me daba en la pierna y la espalda. Sentí algo muy caliente, empecé a sangrar y me desmayé”, explicó en su habitación del Shifa, junto a su madre y al chico pelirrojo con el que se iba a comprometer oficialmente el viernes pasado. Por eso lleva una sortija de oro. Tardaron cuatro horas en sacarle en el quirófano toda la metralla que le dejó el ataque a la casa de al lado. Fue media hora antes de que la tregua entrara en vigor.
Los civiles de Gaza padecen los bombardeos sin acceso a ningún tipo de refugio. La mitad de los 1,7 millones de habitantes son menores de edad, miles de los cuales padecen problemas postraumáticos, como recuerda el PCHR.
Pronto se familiarizan con la muerte. Un vecino de la barriada de Zeitun llevó ayer a sus niños, de 8 y 6 años, a visitar en el cementerio de Sheij Raduan la tumba, aún sin lápida, de Ahmed Yabari, el jefe militar de Hamás cuyo asesinato desencadenó el último intercambio de fuego. “Vengo porque es un héroe, para que sea un ejemplo para mis hijos”, explicó tras recitar una oración. ¿Y qué quieren ser los niños de mayores? “Electricista en un taller de coches”, responde el de 8 años. El de 6 le mira. Y lo repite. Para que quede claro. Quizás no sea el oficio que su padre, ingeniero, tiene en mente para sus hijos.
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