Los talibanes de Pakistán matan a 30 chiíes en una serie de atentados
Los ataques coinciden con la más importante festividad religiosa de la comunidad chií y con la cumbre de los ocho países musulmanes más poblados que se celebra en Islamabad
Los talibanes de Pakistán se han responsabilizado este jueves de una serie de atentados contra los chiíes que la víspera dejaron una treintena de muertos y decenas de heridos en varias ciudades de ese país. Este rebrote de violencia sectaria tiene por objetivo las procesiones de Ashura, con las que la comunidad musulmana chií marca el momento fundacional de esa corriente del islam, y coincide con la celebración en Islamabad de una cumbre del D-8, un foro que agrupa a los ocho países islámicos más poblados. Las autoridades han aumentado la vigilancia ante el temor de nuevos atentados durante las ceremonias religiosas de este fin de semana.
“Hemos efectuado los ataques de Karachi y Rawalpindi porque la comunidad chií insulta al profeta Mahoma”, declaró Ehsanullah Ehsan, portavoz del Movimiento de los Talibanes de Pakistán (Tehreek-e-Taliban Pakistan, TTP), citado por la agencia France Presse. El TTP, un grupo ideológicamente vinculado a Al Qaeda, es el principal responsable de una campaña de violencia que ha causado 5.200 muertos en Pakistán desde el verano de 2007. Aunque su objetivo son sobre todo las instituciones del Estado, también atacan con frecuencia a los chiíes a los que considera herejes.
El más grave de los ataques se produjo al filo de la medianoche del miércoles en Rawalpindi, cuando un suicida se hizo estallar en el medio de una procesión que se dirigía hacia una mezquita de un barrio popular. Según los testimonios recogidos por las televisiones locales, el terrorista primero lanzó una granada, y cuando estaba siendo cacheado por la policía hizo estallar los explosivos que llevaba adheridos al cuerpo. Al menos 23 personas resultaron muertas y medio centenar heridas.
Horas antes de ese atentando, en la ciudad portuaria de Karachi, otro suicida en una moto se empotró contra un motocarro, lo que hizo estallar la bomba que llevaba. Dos personas resultaron muertas y varias heridas. Poco después, cuando los servicios de emergencia atendían a las víctimas, una segunda explosión mato a otra persona e hirió a diez más, incluidos algunos periodistas que habían acudido a informar del suceso.
“Temíamos un atentado y estábamos en estado de máxima alerta”, declaró a la prensa el jefe de la policía Rawalpindi, Azhar Hamid Khokhar. De hecho, los ataques de los fanáticos suníes contra la minoría chií, que representa un 20% de la población paquistaní (185 millones, de los que el 97% son musulmanes), son un hecho recurrente en estos primeros diez días del año islámico. Las procesiones chiíes de Ashura rememoran la muerte en el siglo séptimo de Husein, el nieto de Mahoma, en la batalla de Kerbala, que marcó la escisión del islam.
Las medidas de seguridad se habían extremado por la llegada al país de varios jefes de Estado y de Gobierno para participar en una cumbre de los ocho países musulmanes más poblados
Pero en esta ocasión, además, las medidas de seguridad se habían extremado por la llegada al país de varios jefes de Estado y de Gobierno para participar en la cumbre del D-8, que agrupa a Pakistán, Irán, Turquía, Egipto, Indonesia, Malasia, Bangladesh y Nigeria, ocho naciones de mayoría musulmana que suman mil millones de habitantes. Significativamente, el presidente Mahmud Ahmadineyad, de Irán, el país abanderado del chiísmo, viste durante su participación en esa cita la camisa negra con la que los fieles de esa rama del islam muestran su luto por la muerte de Husein. El gesto recuerda a las autoridades de Pakistán que, como les ha pedido Human Rights Watch, tienen que hacer más para acabar con el sectarismo y garantizar el derecho de la minoría chií a realizar sus procesiones.
El temor a nuevos atentados antes de que el domingo culminen las ceremonias de Ashura se ha disparado de nuevo este jueves a raíz de que algunos chiíes denunciaran la existencia de mensajes de móvil en los que se insta a matar a los miembros de su comunidad. “Kill, kill, Shi’ites” (Mata, mata, chiíes), dice uno de esos textos reproducido por Reuters. Al menos 300 seguidores de esa corriente han sido asesinados en lo que va de año, según grupos de derechos humanos.
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