Bangladesh da por desaparecidos a 130 refugiados birmanos
Los náufragos rohingya trataban de huir de campamentos en la frontera
La policía bangladeshí confirmó ayer la desaparición de al menos 130 refugiados de la etnia rohingya, de fe musulmana, al hundirse el barco en el que trataban de huir el pasado domingo de los campamentos de emergencia instalados en la frontera entre Bangladesh y Myanmar (antigua Birmania) en busca de una vida mejor.
Un portavoz policial de Teknaf (sureste del país) afirmó que fueron rescatados seis refugiados, uno de los cuales aseguró que más de 130 personas se encontraban a bordo de la barcaza hundida en el golfo de Bengala.
La violencia étnico-religiosa sigue causando estragos en Myanmar. Las organizaciones de Derechos Humanos denuncian que más de 300 musulmanes han sido asesinados en los últimos ataques perpetrados por extremistas budistas en el país, en una nueva ola de violencia sectaria en contra de la minoría rohingya, que practica la fe de Mahoma. De ellos, al menos 90 han perdido la vida en los últimos diez días.
Según Mohammad Farhad, inspector de policía de Teknaf, el barco que naufragó se dirigía a Malasia. Un superviviente de 24 años le confirmó que a bordo se encontraban al menos otros 130 rohingya. “No supo explicar qué pasó con las demás personas. Era de noche y él estaba desesperado por lograr salvar su propia vida”, señaló el policía, informa France Presse.
Investigadores de derechos humanos de Naciones Unidas exigieron ayer a Myanmar que frene la violencia sectaria y la discriminación de la comunidad rohingya y le advirtieron que la ONU no tolerará que utilice el conflicto étnico como pretexto para expulsar del país a esta minoría.
La comunidad rohingya, que integran unas 800.000 personas radicadas en el Estado de Rajine (oeste del país), no es reconocida como una minoría por el Gobierno central. Naypyidaw (la nueva capital birmana en la que ya se ha instalado la presidencia y el Gabinete) los considera inmigrantes indocumentados provenientes de Bangladesh, a pesar de llevar en el país varias generaciones y, en consecuencia, carecen de derechos civiles. Daka tampoco los reconoce como ciudadanos. Los ataques a esta comunidad comenzaron en junio y han provocado la huida de unas 26.000 personas, desplazados que se han unido a las decenas de miles de rohingya que en la última década han escapado de la persecución y la ira de los extremistas budistas.
“Esta situación no puede convertirse en una oportunidad para expulsar de forma permanente a una comunidad denostada”, indica el comunicado conjunto emitido por Tomás Ojea Quintana, investigador de Naciones Unidas, y expertos independientes en cuestiones de minoría y de desplazados internos, informa Reuters desde Ginebra.
Ojea expresó la “preocupación profunda” del equipo por las afirmaciones del Gobierno birmano y otras autoridades del país de que los “rohingya son inmigrantes ilegales y personas apátridas”. Añadió que para que el proceso de transición democrática tenga éxito, Myanmar “debe abordar los retos que se le presentan en cuanto al respeto a los derechos humanos”.
Los expertos sostienen que los enfrentamientos desatados en junio entre musulmanes y budistas amenazan con incendiar el oeste de Myanmar (antigua Birmania) y poner freno a la apertura iniciada por el presidente Thein Sein, después de medio siglo de dictadura. El 89% de los casi 60 millones de habitantes de Myanmar son budistas y solo un 4% son musulmanes. Rajine, que limita con Bangladesh y el golfo de Bengala, tiene una población total de unos cuatro millones de habitantes, de la que una cuarta parte son rohingya. La mayoría de esta comunidad vive en condiciones infrahumanas en poblados semejantes a campos de refugiados.
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